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María José Caldero

Los lirios de Astarté

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La hermana más hermosa

Rolando Campos, pintor y escultor sevillano, fue el artífice de una obra que cayó como un gol en contra en el último minuto del descuento en el campo de los guardianes de las esencias

Foto: Un hombre canta una saeta ante el Santísimo Cristo de la Expiración en Sevilla. (EFE/José Manuel Vidal)
Un hombre canta una saeta ante el Santísimo Cristo de la Expiración en Sevilla. (EFE/José Manuel Vidal)

Corría la primavera de 1984 y en Sevilla se andaba con las manos en la cabeza por un cartel de Semana Santa. Hasta un debate político provocó la obra de un artista que se atrevió a ser libre.

Sí, es cierto que estas tardes que menguan nos sitúan a otras alturas del calendario, aún alejado de tiempos cuaresmales, pero es que hoy quiero hablarles de la hermana más hermosa, la libertad. Cantada así por Andrelo.

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Rolando Campos, pintor y escultor sevillano, fue el artífice de una obra que cayó como un gol en contra en el último minuto del descuento en el campo de los guardianes de las esencias.

Una trama geométrica a modo de cuadrícula, sobre ella el rostro expresionista del Santísimo Cristo de la Expiración, El Cachorro de Triana y, finalmente, una sucesión de fotos superpuestas sobre el rostro de la imagen. Retazos de memoria. Superposición de planos que sería recurrente en la obra del artista que había bebido de fuentes cubistas.

Pecó Rolando de no pedir permiso al autor de las fotos, Luis Arenas, figura referencial en la fotografía sevillana del siglo XX, y amagó este con denunciarlo por violentar la propiedad intelectual.

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El cartel vio la luz y se desencadenaron las siete plagas bíblicas.

Se ha herido la sensibilidad religiosa de los ciudadanos” esgrimían los integrantes de Alianza Popular desde la oposición, en un Ayuntamiento gobernado por Manuel del Valle, primer socialista en hacerlo.

Se solicitó la retirada del cartel por romper con las costumbres. A ver si se creía el artista que podía presentar una obra realizada desde la libertad de creación. No, hombre, hay zonas de confort que son sagradas y no deben invadirse.

placeholder Cartel que diseñó Rolando Campos para la Semana Santa de 1984. (Ayuntamiento de Sevilla)
Cartel que diseñó Rolando Campos para la Semana Santa de 1984. (Ayuntamiento de Sevilla)

Para colmo, el cartel de la otra gran fiesta primaveral de la ciudad, la Feria de Abril, tampoco cumplió los estándares tradicionales porque a su autor, José Ramón Sierra, le dio por prescindir de la estampa costumbrista y diseñó un cartel minimalista, totalmente alejado de los cánones clásicos.

Pesó aquella polémica en los regidores hispalenses. En 1985 ya no había paracetamol para tanto dolor de cabeza, por lo que haciendo un alarde de pocas complicaciones de vida municipal se reeditó el precioso y costumbrista cartel de Fiestas de Primavera de García Ramos de 1912.

“No se construye nada nuevo sin levantar polémica”. Toda la base de la crítica artística en las ocho palabras de Rolando Campos.

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El pecado de estos artistas, como el de tantos otros cuyas obras fueron denostadas en su época, fue ser libres, desatar los nudos de la sumisión al orden establecido del “porque así ha sido siempre”.

¿Y el público? Juez que decide de qué lado cae la moneda. Una moneda, por otro lado, que torna en cara o cruz en función de los tiempos. En la Sevilla de 1984 y en el París de 1863 cuando más de 3.000 obras de arte fueron rechazadas por las exposiciones oficiales. Decidió el mismísimo Napoleón III que se creara un salón alterno al oficial en el que se expusieran las obras que no habían pasado el corte de lo política y artísticamente correcto. Allí expuso Manet, padre del Impresionismo, su escandaloso ‘Le Déjeneur sur l’Herbe’ o su descarada y descarnada ‘Olympia’.

placeholder Varias personas observan la obra 'Olympia' de Manet. (EFE/Yuri Kochetkov)
Varias personas observan la obra 'Olympia' de Manet. (EFE/Yuri Kochetkov)

Los listos de la libreta del sí y el no.

Dice el pintor y escultor tarifeño Guillermo Pérez Villalta que si no te adaptas al criterio oficial eres rechazado.

¿Qué mueve al rechazo? Un frito variado de circunstancias: iconografías inadecuadas, nuevas técnicas incomprendidas, la utilización de temas tabúes, la provocación deliberada del artista o el cruzar las líneas rojas de lo correcto y formal.

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Habla Pérez Villalta de no acatar los dictados de quienes deciden qué es arte y qué no lo es, porque el arte es intrínsecamente libre. Él, que había pasado por la casa en Malasaña de las Costus, Enrique Naya y Juan Carrero, epicentro de la movida madrileña. Gaditanos, uno de nacimiento y el otro de adopción, estudiantes en la Escuela de Artes Aplicadas de Cádiz, unidos en el amor y en el arte, en ese que nace de la libertad de creación. Se les define como trasgresores, yo prefiero llamarles libres. Y artistas. Huyo del reduccionismo de iconos de la movida. Creadores del mejor Pop Art hispano. Reivindiquémoslos.

Un hilo une la Macarena Pop de Enrique Naya, la del dripping de Manolo Cuervo y el expresionismo barroco del Crucificado de Ruiz Gijón tornado cubista del collage de Rolando Campos. El de la libertad de creación y de imaginación.

placeholder Cartel diseñado por Manolo Cuervo. (Ayuntamiento de Sevilla)
Cartel diseñado por Manolo Cuervo. (Ayuntamiento de Sevilla)

¿Dónde queda la libertad de opinión? En la misma estantería que las anteriores. Justo encima de la de la curiosidad y el interés, esa que normalmente tiene dos dedos de polvo.

Haríamos bien en pasarle un trapito y dejar de lanzar monedas al aire en juicios sumarísimos porque, al final, el juez que dicta sentencia es el tiempo.

Así me lo recuerda mi amigo Pinilla mientras cita a Marty McFly en ‘Regreso al futuro’: “Supongo que no estáis preparados para esto, pero les encantará a vuestros hijos”.

Apuesten por ello. Y permítanse de vez en cuando el lujo de ser libres.

Corría la primavera de 1984 y en Sevilla se andaba con las manos en la cabeza por un cartel de Semana Santa. Hasta un debate político provocó la obra de un artista que se atrevió a ser libre.

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