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Tres móviles y tres armas de destrucción masiva: Aldama, Koldo, García Ortiz
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Nacho Cardero

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Tres móviles y tres armas de destrucción masiva: Aldama, Koldo, García Ortiz

Por muy graves que sean las acusaciones, siempre habrá una realidad alternativa que sirva para ocultar la factualidad de los hechos

Foto: Pedro Sánchez hablando por teléfono en la sede del Consejo Europeo. (EFE)
Pedro Sánchez hablando por teléfono en la sede del Consejo Europeo. (EFE)
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Está medio país pendiente del desencriptado de móviles y de los wasaps, fotografías, vídeos y documentos varios que vaya a encontrarse la UCO y que pueden poner patas arriba al Gobierno de la nación. A no pocos se les hacen los ojos chiribitas.

No se trata solo de los móviles de la trama Koldo —que ya es también trama PSOE, después de haber pasado por Aldama, Ábalos, Santos Cerdán et alii—, sino de la treintena de casos que cercan al principal partido del Ejecutivo. Antes tenían que hacer la prueba del ADN para saber de la culpabilidad. Ahora basta con repasar los mensajes de tu lista de contactos y ya vas aviado. Los móviles convertidos en armas de destrucción masiva.

Aunque por muchos wasaps que circulen por los tribunales y muchas pruebas que se descubran, dará bastante igual porque se trata de "un acoso por tierra, mar y aire, en el ámbito político, mediático y judicial" que, al final de esta legislatura, en 2027, cuando resplandezca la verdad, que no es otra que la verdad oficial, o la que la publicidad institucional determine como tal, ese acoso, dijo el presidente del Gobierno el día de la Constitución, "se volverá contra los acosadores". Sic transit gloria mundi.

De entre todos los móviles, hay uno que destaca por encima del resto: el del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. No es un teléfono cualquiera. Es el teléfono. Lo es por sus conexiones con el resto de la Fiscalía y, en especial, con los ministros. Una mancha de aceite que amenaza con extenderse por los principales despachos de Moncloa.

Foto: La conversación entre la fiscal jefe provincial de Madrid y el teniente fiscal de la secretaría técnica.

Una vez que el juez del Tribunal Supremo Ángel Hurtado ha dado orden de intervenir el contenido de los ordenadores, teléfonos y tablets del fiscal general, que está imputado por revelación de secretos, el futuro del caso —que era de la pareja de Ayuso y ha devenido caso de García Ortiz— resulta letal para los intereses oficiales.

La cosa no pinta bien para García Ortiz. Tampoco para la fiscal jefa provincial de Madrid, Pilar Rodríguez. Ya veremos si le alcanza a Óscar López, nuevo jefe de los socialistas madrileños. El exsecretario general del PSOE de Madrid, Juan Lobato, apunta al entorno del ministro López y ha entregado su teléfono a la UCO para que lo compruebe.

Foto: Juan Lobato llega al Tribunal Supremo. (Europa Press/Eduardo Parra)

Otro de los móviles que cotizan a buen precio es el de Koldo García. Entraron los agentes de la UCO en su casa y se llevaron 23 teléfonos, 13 discos duros, un ordenador, una tablet y una grabadora digital Philips de color negro. Será por móviles. España va camino de convertirse en un MediaMarkt tamaño XXL.

Mucha de la información conocida hasta ahora procede de los dispositivos de este "gigante de la militancia", "un referente político en la lucha contra los efectos de la crisis y las políticas de la derecha", en palabras de Sánchez. Los investigadores del caso estiman que, a día de hoy, apenas han desencriptado el 25% de los móviles de la trama Koldo. Mala noticia para Ábalos. Al exnúmero dos del PSOE no le llega la camisa al cuello.

Con todo y con eso, el que más expectación ha despertado, por razones obvias, es el de Víctor de Aldama. La oposición lleva tanto tiempo restregándose las manos que se le han borrado las huellas de los dedos. La UCO entró el 20 de febrero en su casa de San Sebastián de los Reyes y se llevó el ordenador, un disco duro de un terabyte y seis móviles.

Foto: El empresario Víctor de Aldama a su salida de prisión el pasado 21 de noviembre. (EFE / Sergio Pérez)

Aunque su teléfono más preciado, el que ha hecho temblar las columnas de Ferraz, no era ninguno de los anteriores sino el que se le requisó el 7 de octubre, dentro de la trama de hidrocarburos, donde asegura tener mensajes con el hijo de Ábalos, la mano derecha de la ministra de Hacienda, Teresa Ribera y Ángel Víctor Torres, entre otros.

Los afectados, medios afines y condotieros del BOE, como no podía ser de otra forma, no paran de ningunearle desde entonces. Arguyen que se contradice a sí mismo, que se retracta, que la única evidencia hasta ahora es que este señor ha estado en la cárcel y ha defraudado a la Hacienda Pública, que si va diciendo estas cosas por ahí es para poder salir de prisión. Lo dicen con tal asertividad que uno se llega a creer que, cuando titulaban a cinco columnas sobre la Gürtel, era porque Bárcenas era el oráculo de Delfos. Lo mismo con Villarejo, que ha mutado de apestado por la Operación Cataluña a faro de la verdad.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez) Opinión
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Cuando escuchamos decir que hay que respetar la presunción de inocencia y el Estado de Derecho, uno no sabe si reír o llorar. Me pongo las declaraciones de Óscar López en las que acusa a Ayuso de "esparcir bulos" para "ocultar los chanchullos de su padre, de su hermano, de su novio o de lo que pasó en las residencias", luego repaso las imputaciones de la esposa y hermano de Sánchez, la de Ábalos, la del Fiscal General del Estado, los ataques a los jueces y a los medios críticos desde Moncloa, recupero la defensa que López hace del Estado de Derecho y se me caen los palos del sombrajo.

Hago hincapié en esto último porque, por mucho que la oposición piense que el Gobierno caerá como fruta madura, que las evidencias de los wasaps o las pruebas que descubra la UCO serán determinantes para sacar los colores al Ejecutivo y que no habrá excusa que valga, lo cierto es que nada de eso ocurrirá.

Por muy graves que sean las acusaciones, siempre habrá una realidad alternativa que sirva para ocultar la factualidad de los hechos. Sobre todo si, como se malician algunos en la judicatura, el propio presidente del Gobierno termina en el Supremo imputado por alguna de las causas que se ciernen sobre su entorno. No habrá mejor prueba del complot planetario montado para sacar a Sánchez de la Moncloa. Tiempo al tiempo.

Está medio país pendiente del desencriptado de móviles y de los wasaps, fotografías, vídeos y documentos varios que vaya a encontrarse la UCO y que pueden poner patas arriba al Gobierno de la nación. A no pocos se les hacen los ojos chiribitas.

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