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Sánchez y Vox cabalgan las Españas de la precariedad
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Estefania Molina

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Sánchez y Vox cabalgan las Españas de la precariedad

Ahí prende la mecha de la polarización. Entre el deseo de que otro mundo sea posible, frente a la asunción de que no lo será

Foto: Cartel electoral del PSOE. (Reuters)
Cartel electoral del PSOE. (Reuters)

Una noticia se colaba horas antes del inicio de la campaña electoral, cual presagio, quizás la clave, de lo que ocurrirá el 28-A. La clase media está "exprimida", menguante, avisa la OCDE. "¡Y hay jóvenes que no saben lo que fue el 15-M!", me dice con estupor un dirigente de Podemos, próximo a Íñigo Errejón. La generación del mañana crece ya sobre una España que se sobrepuso a la crisis a costa de la precariedad. Ahí prende la mecha de la polarización. Entre el deseo de que otro mundo sea posible, frente a la asunción de que no lo será.

Sobre esa primera España ideal galopa Pedro Sánchez, el resistente del relator. "Tendremos mucho apoyo de quienes nunca votaron", predice un áulico de Moncloa. La estrategia del PSOE se cimenta en la esperanza del malestar. De los adultos emancipados, desencantados de Podemos y el chalé. Abuelos que ven temblar las prestaciones del Estado del Bienestar. Nietos que se abren paso en la selva del mercado laboral. Y ahí va Ferraz con sus flamantes decretos leyes, frente a un 15% de trabajadores pobres, 37% de paro juvenil, las pensiones…

Foto: Imagen de inicio de campaña de Vox Asturias en Covadonga.

"¿Es que no se percibe que viene una desaceleración?", me replica un cargo del PP. El próximo ejecutivo deberá ajustar el déficit, dicta la Unión Europea. Si bien, el anhelo es que se evite la situación. El caballo económico (populista) dispara a Sánchez, mientras Casado patina ante ese clamor. Y en lo social, los populares se alejan de la mayoría, pierden la centralidad. Un día es el salario mínimo, pero otro el neandertal. El PSOE se erige como el adalid del "avance" de derechos, frente al "retroceso" de la sociedad. Eutanasia, aborto, Estatuto del trabajador…

Aunque sobre esa España de precariedad también cabalga Santiago Abascal. Vox aplica la antítesis por solución, al defender que el Estado "atraca" y limita a empresa y trabajador. Esa pulsión no se reduce a una élite: el 13% de apoyo —según sondeos— es más. Supone el desaliento del malestar. Hay exvotante adulto joven del PP que no ve mejorar su situación. Es la reacción ante la idea de ir a peor. El nacionalismo y la bandera cumplen ahí una función: igualdad intra comunidad, exaltación identitaria frente a la diferencia (como la inmigración).

El nacionalismo y la bandera cumplen ahí una función: igualdad intra comunidad, exaltación identitaria frente a la diferencia

El éxito arrollador de Abascal pasa ya por influir en el discurso del PP, algo que no logra con Cs. Eso sí, deja su centrismo desprovisto de credibilidad (al vetar al socialista tras haber recibido apoyo de Vox). De un lado, Albert Rivera hace malabarismos por tomar distancia de Colón: derechos LGTBI, "feminismo liberal", no bajar el salario mínimo... Por otro, sus fugas de voto hacia la derecha persisten, incluso tras negarse a Sánchez. Y a su vez, un 9% de su votante —CIS— sigue dudando entre Cs y el PSOE, con alta volatilidad.

¿Y en lo territorial? Existe otro país que sufre su precariedad particular. Una parte de la España vaciada (a costa del centro) premia al PSOE y se venga ahora del PP. Por vez primera, el mundo rural puede hacer viable que obtengan escaño esas otras dos derechas que son Vox y Cs —según el CIS— que hasta ahora tenían un carácter urbano. Sus promesas de fomentar la ecología, industria, vida, cultura… en las provincias interiores harán que Rivera y Abascal impidan más escaños a Casado. Además, Vox y Cs se disputan el voto joven, y el PP se resigna a uno muy mayor.

Vox y Cs se disputan el voto joven, y el PP se resigna a uno muy mayor

La izquierda, a su vez, se bate con más dureza ante la herida plurinacional. Sánchez recuperará parte del voto perdido en 2016 en Galicia, País Vasco y Cataluña. Su contención ante un nuevo 155 devuelven al socialismo una inusitada credibilidad territorial para aplicar paz al 'procés'. Iglesias caerá y los independentistas vascos y catalanes, ERC y Bildu crecerán. Y frente a los 30 escaños de Podemos los sondeos, la cloaca seguirá como telón de fondo. "Se preparan para el Vistalegre III" le acusa un errejonista sobre sus quejas hacia los medios.

Quizás la precariedad sea el eje silencioso que dibujará el tablero el 28-A; la "teodicea", en términos del politólogo Isaiha Berlin. "Una forma de determinismo social que elude las opciones de los políticos, ofreciendo en cambio una vía de salida del doloroso ámbito de la elección, hacia el reconfortante ámbito de la inevitabilidad", define José María Maravall en su libro 'Las promesas políticas' (Galaxia Gutenberg). Pero la destrucción de la clase media no es una teoría, sino una demoledora realidad: la desigualdad.

Una noticia se colaba horas antes del inicio de la campaña electoral, cual presagio, quizás la clave, de lo que ocurrirá el 28-A. La clase media está "exprimida", menguante, avisa la OCDE. "¡Y hay jóvenes que no saben lo que fue el 15-M!", me dice con estupor un dirigente de Podemos, próximo a Íñigo Errejón. La generación del mañana crece ya sobre una España que se sobrepuso a la crisis a costa de la precariedad. Ahí prende la mecha de la polarización. Entre el deseo de que otro mundo sea posible, frente a la asunción de que no lo será.

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