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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Dimensión y evolución de la campaña electoral vasca

El desempeño del PNV está siendo plano y el de Bildu sofisticado, pero la labor electoral de socialistas y populares es de una pobreza que sobrecoge

Foto: El candidato a lehendakari Pello Otxandiano (i) y el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodriguez, durante un acto electoral de EH Bildu. (EFE/Javi Colmenero)
El candidato a lehendakari Pello Otxandiano (i) y el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodriguez, durante un acto electoral de EH Bildu. (EFE/Javi Colmenero)
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Quizá, dentro de unos años, prestará la historia más atención al próximo 21 de abril que los medios de comunicación durante estos días. Hay tanto ruido y está todo tan encanallado ahora que no resulta sencillo distinguir la trascendente dimensión de las urnas vascas.

La posibilidad abierta de que Bildu termine superando al PNV en número de escaños tiene valor simbólico y peso moral, pero no es el punto principal en la imagen general.

Lo relevante está en el hecho de que pronto marcará un antes y después: el nacionalismo vasco en su conjunto está a punto de alcanzar el 75% de los escaños y el 70% de los votos. Y ese es un volumen de respaldo social con el que los separatistas catalanes ni se atreven a soñar.

La envergadura del próximo escrutinio generará las condiciones necesarias para que puedan producirse, en menos de una generación, acontecimientos imposibles de imaginar hace solo 15 años. A su vez, la posición marginal de socialistas y populares en el País Vasco hará muy difícil que el constitucionalismo recupere terreno.

Foto: Javier de Andrés y Alberto Núñez Feijóo el pasado marzo en la presentación del libro del primero. (EFE/Luis Tejido)

Una transformación como esta no surge espontáneamente. Es necesario un largo periodo de incubación en el que socialistas y populares comparten responsabilidades. El partidismo y el cortoplacismo nos ha traído hasta aquí por la pendiente de las cesiones y la compra del discurso identitario que ha quebrado el principio de igualdad entre españoles.

Ya es tarde para lamentar las consecuencias del dejadismo. Quedan, sin embargo, días para comprobar la menguante capacidad competitiva del PSOE y del PP, su papel de actores secundarios. El desempeño del PNV está siendo plano y el de Bildu sofisticado, pero la labor electoral de socialistas y populares es de una pobreza que sobrecoge.

Foto: Acto electoral de EH Bildu en San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)

Ambas formaciones tratan de presentarse ante la ciudadanía vasca como formaciones autóctonas, aunque buscan la manera de nacionalizar la campaña sin encontrar la manera de lograrlo. Esta es una competición electoral mucho más centrada en la realidad del territorio que la pasada gallega y que la próxima catalana. Está clavada al 100% en Euskadi y no hay quien altere esa clave.

Curiosamente, todos los candidatos son nuevos y ninguno es especialmente brillante. Por lo tanto, se da la coincidencia de que todos los partidos coinciden en plantear la carrera priorizando la marca sobre el líder.

La diferencia está en que solo hay una formación política transversal en el tablero y se llama Bildu. Por eso puede seguir creciendo durante los próximos días, aunque previsiblemente no se producirá un efecto arrastre comparable al que logró provocar el BNG.

Foto: Aficionados del Athletic ondean banderas del equipo en Sevilla. (EFE/Raúl Caro)

Los 'abertzales' están recibiendo votantes de la derecha nacionalista de toda la vida y, simultáneamente, del electorado progresista que en su momento hizo que Podemos ganase aquellas autonómicas. Y ninguno de esos movimientos tiene una naturaleza coyuntural.

Estamos hablando de algo estructural. Los de Otegi son señalados por las últimas encuestas como primera fuerza en dos de las tres provincias, en todos los tramos de edad menores de los 65 años, y en las capas sociales que recibieron desde una formación secundaria hasta un postgrado. Ahora es cuando empiezan a cosechar lo sembrado y labrado durante años.

Su principal rival, el PNV, necesita cuanto antes levantar la temperatura de sus votantes porque afronta el riesgo cierto de que termine habiendo desmovilización en el día de la votación. Por el momento, no lo están consiguiendo. Todos los sondeos les dan una fidelidad de voto marcadamente inferior a la mostrada por los de Bildu.

Foto: El candidato a 'lehendakari' y cabeza de lista por Bizkaia, Imanol Pradales, interviene durante el arranque de la campaña electoral del PNV. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)
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Los debates televisados se celebrarán el 10 y el 16. Y nadie se juega tanto, nadie puede ganar tanto ni perder tanto, que el candidato Pradales. En la segunda cita, que se conjugará en castellano, aguarda la bola de partido del PNV.

Hace apenas un mes, resultaba verosímil, no sencillo aunque sí plausible, que el PP pudiese llegar a situarse en un empate con el PSE en número de escaños. Hoy ese desfiladero resulta más estrecho y el próximo lunes, puede estar del todo cerrado.

Para que los populares lograsen empatar con los socialistas tendrían que darse dos fenómenos al mismo tiempo: una fuerte caída de Vox y un importante descenso del PSE.

Foto: Amaia Martínez, candidata de Vox por Álava, y Santiago Abascal. (Europa Press/Carlos González)

El primero sí está ocurriendo. La campaña de Vox está bien tirada porque la seguridad y la inmigración preocupan en Euskadi, pero la ejecución está siendo chapucera. Y, además, Abascal se ha convertido en un tipo incapaz de vender una escoba. Un fracaso adicional puede provocar la estocada del líder nacional de la extrema derecha española.

El segundo no está pasando. El PSE aguanta sin demasiados problemas. No por méritos de su candidato, tampoco por aciertos estratégicos, discursivos, o creativos. Sucede, simplemente que las siglas aguantan y que nadie está competiendo en su espacio natural. Resisten porque hay espinazo.

Más cruda parece la situación en la extrema izquierda. Cada día que pasa, parece reducirse las probabilidades de que Sumar y Podemos logren superar el listón del 3% que da entrada al Parlamento.

Foto: Arnaldo Otegi celebra este domingo el Aberri Eguna. (Europa Press/Eduardo Sanz)

El largo ejercicio de canibalismo que mantienen ambas fuerzas políticas puede traer un fracaso mutuo que, tristemente, se tratará de dirimir viendo quién de los dos reúne un voto más entre sus paupérrimos resultados.

A ese nivel de declive está llegando la cosa. Y hay más: el proyecto y el liderazgo de Yolanda Díaz afrontan una amenaza existencial de aquí a la noche de las elecciones europeas. Huele al colapso.

¿Qué puede pronosticarse a día de hoy?

Foto: Pello Otxandiano, candidato de Bildu. (EFE/Luis Tejido)

Empieza a verse con más claridad quién puede quedarse sin representación parlamentaria: Podemos, Sumar, y Vox.

La cuarta y la tercera plaza parecen estar bastante adjudicadas: el PP subirá menos de lo que podría haber subido, y el PSE evitará un desplome.

Previsiblemente, el PNV obtendrá más votos porque Bizkaia es su plaza fuerte, y también la provincia con más población.

Probablemente, Bildu empatará en la primera plaza del reparto de escaños o la obtendrá directamente.

Se puede dar por hecho que el PNV gobernará.

Pero lo más seguro de todo es que el nacionalismo, en su conjunto, arrasará.

Quizá, dentro de unos años, prestará la historia más atención al próximo 21 de abril que los medios de comunicación durante estos días. Hay tanto ruido y está todo tan encanallado ahora que no resulta sencillo distinguir la trascendente dimensión de las urnas vascas.

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