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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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La extrema derecha francesa avanza hacia la victoria

El resultado de las urnas europeas provocó un inesperado adelanto de elecciones legislativas. Y son serias las opciones de que la extrema derecha vuelva al poder por primera vez desde los tiempos de Vichy

Foto: La presidenta de Agrupación Nacional, Marine le Pen. (Reuters/Sarah Meyssonnier)
La presidenta de Agrupación Nacional, Marine le Pen. (Reuters/Sarah Meyssonnier)
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Aquí la actualidad gira en torno a la fase terminal del Gobierno. No es poca cosa, cierto. Sin embargo, ahora mismo, es en Francia donde se está escribiendo la historia del continente entero.

Allí el resultado de las urnas europeas provocó un inesperado adelanto de elecciones legislativas. Y son serias las opciones de que la extrema derecha vuelva al poder por primera vez desde los tiempos de Vichy.

Estamos, por lo tanto, ante un movimiento sísmico que puede producirse en las próximas semanas dentro de la segunda potencia europea y que, con toda seguridad, tendría réplicas en todo Occidente.

Y los mercados lo saben. La forma en que se está moviendo el dinero está más cerca del miedo que de las típicas tomas de posición en paréntesis de incertidumbre económica. Normal. Hay fundados motivos para ello.

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Las promesas de la extrema derecha francesa están muy lejos de la ortodoxia. Contemplan un fuerte incremento del gasto a corto plazo mediante planes de apoyo a las clases bajas. Ofrecen fuertes bajadas de impuestos. Apuestan por una bajada en la edad de la jubilación. Y defienden un giro proteccionista dentro del mercado común europeo.

Como consecuencia de lo anterior, los analistas de riesgos apuntan a un potencial aumento del déficit —hasta el 4%— y no descartan una crisis de deuda igual o comparable a la que sacó a Liz Truss del Gobierno británico.

No es fácil anticipar el resultado de las próximas elecciones francesas. Hay consenso en que el escrutinio de las europeas no se puede trasladar a la próxima cita. Y todo el mundo pone énfasis en el mismo hecho: la naturaleza de las legislativas lo condicionará todo.

Foto: Macron y Scholz, los perdedores de estas europeas. (EFE/Filip Singer)

Hasta tal punto es así, que los de Macron podrían no pasar a la segunda vuelta en muchas circunscripciones. Lo que pudo parecer una apuesta audaz del Eliseo corre el peligro de terminar siendo un error estratégico de trayectoria irreparable.

A día de hoy, no hay un solo modelo predictivo que no contemple una victoria de la extrema derecha. Las horquillas en escaños son amplias pero también bastante claras. Lepenistas 220/270. Frente Popular 150/190. Macronistas 90/130. Y la derecha convencional entre los 30 y los 40. ¿Qué factores han propiciado este escenario?

Desde 2011, Marine Le Pen ha ido revirtiendo todas las aristas que permitían la demonización de su opción política. En clave interna: expulsó a su padre, purgó a los mayores, renombró la marca —Rassemblement National—. Y, en lo político, reformuló su oferta electoral de arriba a abajo.

Foto: Emmanuel Macron, este 12 de junio. (REUTERS / Stephane Mahe)

La extrema derecha francesa mantiene la defensa de la identidad gala como atributo distintivo, habla más del coste de la vida que cualquiera de los demás, reivindica a la “Francia olvidada” y practica un euroescepticismo posibilista —proteccionista—.

También, ha tenido la habilidad de distanciarse de Rusia tras la invasión de Ucrania y de apoyar a Israel tras el ataque de los terroristas de Hamás —el antisemitismo es hoy patrimonio de la izquierda—.

Además, nadie discute que el candidato lepenista —Bardella— es un adversario temible porque comunica bien, porque resulta creíble al no provenir de las élites parisinas habituales, porque pertenece a otra generación al tener 28 años, y porque ha convertido su debilidad en su fortaleza. Cero credenciales para gestionar, sí, exactamente las mismas que Milei, cuando hay malestar no se quiere más de lo mismo.

Foto: Jordan Bardella en un mitin (EFE/Andre Pain)

Toda la transformación del lepenismo les llevó en 2022 a ser la primera fuerza de oposición en el Parlamento actual —88 diputados—. Y les hace hoy competitivos en lo territorial —con pegada en zonas que antes parecían vetadas— y en lo social —lideran los tramos de edad más juveniles y muerden en las capas jubiladas—.

Añadamos a lo anterior, el espectáculo de la derecha convencional, decidida a prenderse fuego a lo bonzo en una lucha interna que desde fuera se ve en los peores términos posibles: máximo ridículo.

Ante un ambiente tan favorable a una extrema derecha normalizada en todos los planos, lo lógico sería la activación del 'Pacto Republicano' entre las demás fuerzas. Ese corrimiento, buscado por Macron al generar el shock del adelanto electoral, no está ya en condiciones de producirse.

La izquierda, que estaba dividida, ha articulado un 'Frente Popular' en tiempo récord. El conglomerado de progresistas —socialistas, verdes, populistas y comunistas— no ha optado por el 'Pacto Republicano' sino por replicar el movimiento que llevaron a cabo en 1936.

Sobre el papel, la jugada se entiende bien: la mitad de los franceses acaba de votar a partidos de extrema derecha o de extrema izquierda, el paso a la segunda vuelta parece abierto en la gran mayoría de las 577 circunscripciones.

Para atravesar el umbral basta con superar el 12,5% de los votos en cada sitio. De manera que la segunda ronda no se tiene que jugar necesariamente entre dos opciones, pueden entrar tres o cuatro. Y de ahí pueden salirle muchísimas malas noticias para los seguidores de Macron.

El macronismo afronta la amenaza de terminar siendo barrido de muchas circunscripciones. Todas las estimaciones calculan que acabaría perdiendo, como mínimo, la mitad de los escaños que recabó hace solo un par de años.

Merece la pena tener en cuenta que la convivencia y la campaña del 'Frente Popular' puede sufrir numerosas turbulencias. La principal de todas ellas se concentra en torno a un disruptor: Mélenchonlíder de la Francia Insumisagenera tantos anticuerpos en el resto de la izquierda como en el conjunto de la sociedad francesa.

Yo apostaría a que tanto el macronismo como el lepenismo pondrán a Mélenchon en su punto de mira de aquí a la segunda votación. Y también a que él acabará actuando como motor de la campaña de la extrema derecha.

Por cierto, la historia ha demostrado que no resulta muy conveniente hacer demasiados distingos entre la extrema derecha y la extrema izquierda a la hora de dañar la democracia, la convivencia, las condiciones de vida y hasta la vida misma.

Me preocupa que olvidemos todo lo que deberíamos tener presente. No es verdad que Francia esté a punto de entrar en territorio desconocido. Hay referencias en el pasado que muestran a los extremos siendo electoralmente más competitivos que las siglas tradicionales para terminar reventándolo todo.

No veo, en estos momentos, un camino suficientemente abierto para impedir que la extrema derecha acabe ganando las próximas elecciones francesas.

Aquí la actualidad gira en torno a la fase terminal del Gobierno. No es poca cosa, cierto. Sin embargo, ahora mismo, es en Francia donde se está escribiendo la historia del continente entero.

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