En versión liberal
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Los 'pseudomedios'
Es tan inusual escuchar a políticos democráticos hablar de pseudomedios, que es imposible que el presidente no se haya dado cuenta ya por sí mismo del enorme riesgo democrático de sus declaraciones
Dudo que haya mucha gente que sea más comprensiva con la presión mediática que sufren los políticos y sus cónyuges que una servidora. Cuando mi marido era vicepresidente del gobierno británico, nos levantábamos todos los días con la sensación de ‘¡a ver qué nos van a echar hoy encima!’. Dábamos gracias al cielo de que nuestros hijos fuesen lo suficientemente pequeños como para no enterarse demasiado de lo que escribían de nosotros. Noticias exageradas y muchas, las de los tabloides, manipuladas o simplemente falsas. Ofensas de todo tipo contra él y con tinte machista (por no haber dejado mi trabajo) y xenófobo (por ser española) en la prensa más conservadora contra mí. La palma, no obstante, se la llevó el periódico 'The Guardian', que durante 12 años ha tenido un vídeo en su plataforma que se titulaba ‘Nick Clegg debe morir’ con una efigie de él ahorcado.
Tener que lidiar en paralelo con la presión de gobernar y la presión mediática no es fácil. Cuando la presión mediática crece, puede provocar una falsa sensación de indefensión en el político. Si además las cosas se les ponen difíciles y empiezan a sentirse acorralados, es comprensible que asomen esos ‘peores instintos’ que todos llevamos dentro. ¿Qué político no ha pensado en un momento de alta presión mediática llevar a los periodistas a juicio, amenazarles, callarles, ¡hacer que desaparezcan todos!? Piensen en cualquier gobernante democrático que admiren y les aseguro que en algún momento ha tenido un calentón de esos. Por suerte, esos políticos democráticos tardan segundos en volver a sus cabales, porque saben que para garantizar nuestras libertades fundamentales (que es lo realmente importante) la presión mediática tiene más ventajas que inconvenientes. Por eso defienden la libertad de expresión sin fisuras, incluso aunque en ocasiones esa libertad de expresión les haga daño a ellos y a los que más quieren.
No todos los políticos democráticos son así. Hay algunos políticos imprudentes que acaban verbalizando, directa o indirectamente, insultos o amenazas hacia la prensa. El insulto del ministro Óscar Puente al periodista Risto Mejide es un ejemplo reciente. Ya está mal que un político con un cargo de responsabilidad ministerial tenga tan poco control de sus emociones que llame ‘matón’ a un periodista, pero es incomprensible que, tras pasarse el calentón, no haya pedido perdón públicamente. Otro ejemplo es la amenaza de Miguel Ángel Rodríguez a Esther Palomera del elDiario.es y la ausencia de reacción por parte de la política para la que él trabaja, Isabel Diaz-Ayuso. No se puede tolerar que el jefe de gabinete de un político amenace a la prensa sin que haya consecuencias y al menos un acto de contrición. Las garantías democráticas son siempre mucho más importantes que la lealtad personal a los equipos.
Si no saber gestionar un enfado contra la prensa es grave, sembrar deliberadamente dudas sobre la legitimidad de medios de comunicación y además hacerlo en general, sin ni siquiera nombrarlos - como ha hecho el Presidente Pedro Sánchez- es gravísimo. Con una simple mención a la expresión ‘pseudomedios’, el presidente ha logrado que el uso del término se haya propagado por el país como la pólvora. Ello da una buena idea de cómo el presidente está muy lejos de ser una persona indefensa y también de la peligrosísima deriva de sus declaraciones. Ver a ministros -e incluso a comentaristas y medios de comunicación afines- haciéndole el coro al presidente y normalizando ese terrible término produce desasosiego.
Es tan inusual escuchar a políticos democráticos hablar de pseudomedios, que es imposible que el presidente no se haya dado cuenta ya por sí mismo del enorme riesgo democrático de sus declaraciones. Pero si Pedro Sánchez todavía no es consciente de la gravedad de lo que ha dicho, solo tiene que entrar en ChatGPT y preguntar por los políticos que han utilizado el término 'pseudomedios'. Esta es la respuesta:
'Aunque no es comúnmente utilizado por líderes políticos en contextos democráticos, algunos líderes o figuras políticas, especialmente aquellos en regímenes autoritarios o populistas, han empleado el término para atacar a organizaciones de medios de comunicación independientes. Aquí tienes algunos ejemplos:
- Viktor Orbán (Hungría): ‘pseudomedios’
- Donald Trump (Estados Unidos):en su retórica
- Jair Bolsonaro (Brasil): "pseudoperiodismo".
- Vladímir Putin (Rusia): "pseudoperiodismo" y "pseudomedios"
- Nicolás Maduro (Venezuela): "pseudomedios"
¿De verdad un presidente de España es ahora parte de esa infame lista? ¿¡Un líder del Partido Socialista de España!?
No doy crédito.
Dudo que haya mucha gente que sea más comprensiva con la presión mediática que sufren los políticos y sus cónyuges que una servidora. Cuando mi marido era vicepresidente del gobierno británico, nos levantábamos todos los días con la sensación de ‘¡a ver qué nos van a echar hoy encima!’. Dábamos gracias al cielo de que nuestros hijos fuesen lo suficientemente pequeños como para no enterarse demasiado de lo que escribían de nosotros. Noticias exageradas y muchas, las de los tabloides, manipuladas o simplemente falsas. Ofensas de todo tipo contra él y con tinte machista (por no haber dejado mi trabajo) y xenófobo (por ser española) en la prensa más conservadora contra mí. La palma, no obstante, se la llevó el periódico 'The Guardian', que durante 12 años ha tenido un vídeo en su plataforma que se titulaba ‘Nick Clegg debe morir’ con una efigie de él ahorcado.