Mientras Tanto
Por
Tenemos que hablar del gobernador
La fórmula de la cohabitación ha funcionado. El Gobierno ha hecho su trabajo y el gobernador del Banco de España (elegido por el PP) el suyo, cada uno desde sus propios planteamientos. La separación de poderes es la clave
Francisco de Goya percibió, según aparece en el archivo del Banco de San Carlos, el antecedente del Banco de España, 4.500 reales de vellón por un retrato de cuerpo entero que realizó en 1788 a Francisco Cabarrús, el primer gobernador del banco central. Cabarrús era un afrancesado, como el propio Goya, que entabló buenas relaciones con los ilustrados de la época, Jovellanos, Floridablanca o el conde de Aranda, y sus buenos oficios hicieron posible que José I Bonaparte lo convirtiera en su ministro de Finanzas durante la ocupación francesa.
En un valioso estudio* que realizó el economista Pedro Schwartz sobre Cabarrús recuerda que nació en Bayona en 1752 en el seno de una familia de comerciantes de tradiciones corsarias, y que había recibido una educación exquisita que incluso se percibe en el cuadro pintado por Goya, de respetables dimensiones, en el que aparece portando el traje aristocrático de la época: casaca, chupa y calzón, que viene a ser el antecedente del actual traje de caballero: chaqueta, chaleco y pantalón.
El ser heredero no garantiza la descendencia, y la realidad es que España perdió durante muchas décadas el pulso de la modernidad
Cabarrús, no en vano, es uno de los mejores exponentes de aquel tiempo, y de alguna manera viene ser el epítome de una España que lo enalteció por sus extraordinarios conocimientos de las finanzas —ayudó a poner orden en la maltrecha Hacienda pública— , pero que, posteriormente, lo encarceló durante cinco años a causa de esas intrigas palaciegas a las que este país siempre ha sido aficionado. Cabarrús, en todo caso, como puso de relieve el historiador económico que mejor conoce su obra, Pedro Tedde de Lorca, representa esa dualidad entre el antiguo régimen y la sociedad emergente del primer tercio del siglo XIX que en aquellos años, precisamente en España, había puesto en circulación el término liberal por oposición a los conservadres. El Banco de España, en definitiva, en sus diferentes nomenclaturas, es hijo de la Ilustración.
El ser heredero, sin embargo, no garantiza la descendencia, y la realidad es que España perdió durante muchas décadas el pulso de la modernidad. También en el Banco de España, por cierto, el tercer banco emisor más antiguo del mundo, tras el Banco de Suecia y el Banco de Inglaterra. La gran mayoría de los 70 gobernadores que ha tenido este país desde que otro reformista, Ramón Santillán, reinventara el banco central con su denominación actual, han sido un mero apéndice del poder político. Es probable que a causa de un viejo vicio, todavía presente, que tiene que ver con la separación de poderes.
El oro de Moscú
En esa lista aparecen aristócratas, exministros, industriales protegidos por las élites del régimen de turno y pocos o muy pocos reformistas, salvo casos aislados, como el intelectual republicano Luis Nicolau d’Olwer, a quien tocó lidiar la guerra civil al frente del banco emisor desde el bando republicano. La instrumentalización política del Banco de España a lo largo de su larga historia ha sido tal (hasta 1962 no fue nacionalizado) que hasta el propio Juan Sardá, el cerebro del Plan de Estabilización de 1959, vio como uno de sus libros fue secuestrado por el propio franquismo porque revelaba con precisión (los archivos están a la vista de todos) el destino final del célebre oro de Moscú sin que descubriera ninguna irregularidad.
El Banco de España de 2024 es muy distinto al que dejaron sus antecesores, algunos auténticos correveidiles del poder político
El Banco de España ha sido, en definitiva, un instrumento del poder político, y solo ya bien entrada la democracia ha podido tener cierta autonomía, plasmada en la ley de 1994, obligada por Europa en aras de acceder a la unión monetaria. Autonomía, hay que decirlo, más formal que real en algunos casos, como lo demuestra su papel en las crisis económicas posteriores.
La elección del actual gobernador, Pablo Hernández de Cos, cambió el signo de los tiempos. No por su personalidad y por sus conocimientos del mundo económico y financiero, que también, sino, sobre todo, porque se dio la paradoja de que su nombramiento fue publicado en el BOE el 30 de mayo de 2018, es decir apenas 24 horas antes de que el diario oficial publicara el nombramiento de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Al primero lo eligió el Partido Popular y al segundo la mayoría con la que salió adelante la moción de censura. Aunque es verdad que en otro tiempo y de forma transitoria han coincidido gobernadores y Gobierno de signo distinto, es la primera vez que se produce en un mandato completo: seis años. Es decir, una cohabitación pura y dura.
Y la realidad, frente a lo que cabría esperar, ya se sabe que España es un país castigado por los apriorismos ideológicos, es que la separación de poderes ha funcionado. El Gobierno ha hecho su trabajo y el gobernador el suyo, cada uno desde sus propios planteamientos. La figura de Hernández de Cos, incluso, ha sido valorada positivamente por dirigentes socialistas que destacan su proyección internacional y, sobre todo, haber abierto una nueva etapa en el banco con una acertada política de transparencia (el propio gobernador se ha prodigado en múltiples actos) inimaginable no hace mucho tiempo.
Política de nombramientos
El Banco de España de 2024, en definitiva, es muy distinto al que dejaron sus antecesores, algunos de ellos auténticos correveidiles del poder político. Otra cosa es una discusión de fondo sobre si el BCE o los gobernadores deben tener un cierto carácter tecnocrático, que es el modelo elegido por la UE, o, por el contrario, deben representar los intereses de la gente ampliando sus funciones, no solo controlando la inflación, sino también el tipo de cambio o el empleo. Los tecnócratas, ya se sabe, no están exentos de ideología.
Corresponde al Gobierno llevar la iniciativa, pero no lo es menos que también el PP debe asumir la legitimidad del Ejecutivo
La fórmula de la cohabitación, en todo caso, ha funcionado, pero ahora, y dado que el mandato del gobernador caduca en menos de un mes (el cese efectivo es el 11 de junio), es el Gobierno quien debe decidir su sucesor (el mandato es improrrogable). Habida cuenta de la deficiente política de nombramientos que ha hecho el Ejecutivo en el pasado —CIS, agencia EFE, Correos…— hay pocas razones para esperar un giro estratégico, pero dada la transcendencia del Banco de España cabe esperar que se guíe por razones profesionales.
Entre otras razones, porque el banco central, aunque haya perdido muchas de las competencias exclusivas que tuvo en el pasado, todavía tiene funciones muy relevantes. La primera, como representante de España en el BCE, con todo lo que ello supone, pero también por poseer un formidable servicio de estudios, cuya labor fundamental es hacer un buen diagnóstico sobre la realidad económica del país, además de otras funciones como la vigilancia del sistema financiero en su conjunto.
Históricamente, aunque con clamorosas excepciones, los dos partidos mayoritarios del sistema político han pactado al gobernador y al subgobernador, en función de quien controlaba Moncloa, pero no hay que pasar por Salamanca para observar que el actual clima de crispación política no es el mejor para consensuar los sucesores de Hernández de Cos y de la subgobernadora, Margarita Delgado, cuyo mandato (también improrrogable) caduca el próximo 11 de septiembre.
Es evidente que corresponde al Gobierno llevar la iniciativa en este asunto para pactar los sucesores, pero no lo es menos que también el PP debe asumir la legitimidad del Ejecutivo para elegir su candidato, algo que, desgraciadamente, y de forma irresponsable, se pone en duda en demasiadas ocasiones, lo que anima a pensar que el consenso será difícil.
El propio gobernador saliente ya ha contactado con unos y otros (el ministro Bolaños es un antiguo empleado del banco) para que la renovación se haga pactada, pero, por el momento, no hay noticias. Lo de menos, incluso, son los nombres, y eso que en los medios de comunicación ha salido el equipo médico habitual sin información fiable, sino que lo relevante es que el Gobierno asuma que la independencia del Banco de España no solo es un mandato europeo, sino que refleja la calidad institucional del país. Y, por supuesto, que la oposición incorpore a su argumentario diario que el Ejecutivo tiene derecho a proponer un nombre siempre que reúna los requisitos necesarios, perfectamente tasados en la Ley de Autonomía del Banco de España: reconocida competencia en asuntos monetarios o bancarios. Con eso, basta.
*Escritos de Francisco Cabarrús Economista ilustrado. Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Fundación ICO Banco de España. 2023.
Francisco de Goya percibió, según aparece en el archivo del Banco de San Carlos, el antecedente del Banco de España, 4.500 reales de vellón por un retrato de cuerpo entero que realizó en 1788 a Francisco Cabarrús, el primer gobernador del banco central. Cabarrús era un afrancesado, como el propio Goya, que entabló buenas relaciones con los ilustrados de la época, Jovellanos, Floridablanca o el conde de Aranda, y sus buenos oficios hicieron posible que José I Bonaparte lo convirtiera en su ministro de Finanzas durante la ocupación francesa.