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En Cataluña no aterrizan solo los partidos, también TV3 lleva tiempo pidiendo pista
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Josep Martí Blanch

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En Cataluña no aterrizan solo los partidos, también TV3 lleva tiempo pidiendo pista

Dimisiones en cadena y final abrupto del 'late night' estrella de la temporada tras el despido de un humorista que asoció la esvástica nazi con los socialistas en un gag

Foto: Un cámara de TV3 graba una manifestación. (Wikimedia)
Un cámara de TV3 graba una manifestación. (Wikimedia)
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La semana pasada el director de TV3, Sigfrid Gras, fulminó a un humorista de la cadena por excederse en los límites del humor que a su criterio pueden tener cabida en la televisión pública catalana. Lejos de zanjarse la crisis con el finiquito del cómico, ayer mismo abandonaron el programa su presentador y varios de sus guionistas. Por la noche, ya no pudo emitirse por falta de personal el Zona Franca, que es el nombre del late night protagonista de la polémica.

El cómico despedido, Manel Vidal, utilizó la clásica ilustración que sirve para ubicar a un individuo en los ejes derecha-izquierda / autoritario-libertario en función de sus preferencias políticas. Alteró el diseño del gráfico original para ubicar a los socialistas catalanes en el extremo superior-derecha de la cruz gamada que identifica al nazismo con la excusa de las exigencias del PSC a ERC para aprobar los presupuestos de la Generalitat.

La dirección de TV3 asumió en primera persona y en menos de 24 horas la necesidad de despedir al humorista. Y además exigió a Atomic Beat, la productora del programa, que cambiase también de inmediato la frase con la que el presentador daba entrada al programa desde el primer día en antena: “Puta noche y buena España”. Pasado por el traductor de la sátira, la frase se entendía en realidad por parte de la audiencia como un “Buenas noches y puta España”. La frasecilla ya le había valido al programa hace una semana una campaña en redes que se saldó con pérdida de ingresos para TV3, puesto que una cervecera retiró el patrocinio del programa.

Más allá de este episodio concreto y yendo más atrás en el tiempo, lo cierto es que ha acabado por calar entre muchos profesionales de TV3 la opinión de que, durante los años del proceso, el canal se deslizó por una rampa tendenciosa tendente a favorecer en sus contenidos al público independentista y la cosmovisión soberanista de la política. La explicación de que esto haya sido así no responde a un único motivo. Es cierto, por supuesto, que los intereses políticos empujaban en esa dirección. Pero también lo es que la necesidad puramente empresarial de saber cómo complacer a un televidente mayoritariamente soberanista que todos los meses otorga a TV3 el liderazgo, por encima de A3 o T5, actuaba como incentivo negativo para hacer las cosas de otro modo. Si lo que haces te mantiene líder, ¿por qué debes cambiarlo? Pues para hacerlo mejor, que para algo eres una televisión pública, sería la respuesta correcta. Pero una cosa es predicar y la otra dar trigo y asumir el riesgo de enfrentarte a una fiesta de titulares cuando pierdes el liderazgo. Así que la motivación política y el miedo a desagradar a tu audiencia han ido en este caso de la mano.

Foto: Sigfrid Gras. (Parlament de Catalunya)

El director de TV3 ha reconocido explícitamente que durante los años del proceso se perdió en TV3 el equilibrio. De tal forma que muchos catalanes no independentistas acabaron por sentirse excluidos del canal. A la misma conclusión han llegado también otros profesionales de la casa, que no tienen reparos en afirmarlo en entrevistas desde un tiempo a esta parte. Desde el cambio de Gobierno en la Generalitat, han desaparecido programas emblemáticos que apuntaban buenos datos de audiencia, pero que se consideraban demasiado politizados (FAQ’s), se ha finiquitado la presencia de colaboradores históricos (Pilar Rahola) y tertulianos unilateralistas y se ha rebajado el tiempo y la intensidad con que se informa de la actualidad política.

TV3 ha matizado su línea editorial política con menos minutaje para la actualidad independentista y una mirada menos predecible sobre el ángulo a través del cual se informa de la actualidad política. Y para que ello haya sido posible, han tenido que pasar dos cosas: que a ERC le resultara conveniente y que el PSC incrementara su nivel de influencia en la gestión de los medios públicos catalanes.

Foto: Pere Aragonès, en TV3. (EFE/Paco J. Muñoz)

No obstante, la decisión de despedir a un humorista se sitúa en otro nivel. Abre el debate sobre la necesaria censura en torno a un programa que no es de actualidad sino de humor. Y en esta ocasión TV3 ha decidido que se ha acabado la barra libre y que llevan razón quienes defienden que no todo vale, aunque vaya a cubierto bajo el paraguas del humor y la sátira.

El terreno de juego de TV3 con la libertad de expresión vinculada a los formatos de humor sigue siendo extremadamente amplio. El programa satírico de actualidad política Polònia lleva 16 años ininterrumpidos en antena, molestando —a veces muchísimo— a todas las formaciones políticas. Nadie se ha planteado, ni en el pasado ni en el presente, su supresión.

El límite a la libertad de expresión está en el Código Penal y en el sentido común de los que ejercen y ejercemos este derecho. Y no valen los autoengaños. Porque es cierto que un programa de humor no es un programa de actualidad política en sentido estricto. ¿Pero acaso alguien considera que El Jueves o Mongolia no hacen política? Uno escoge de lo que se ríe y con qué tono quiere provocar las carcajadas. Se crea discurso político a través del humor. Y es precisamente por este hecho que no puede obviarse de dónde nace la diferencia de los límites con los que puede manejarse un medio público (más estrictos) y uno privado (más laxos).

Foto: Artur Mas, Cristina Puig y Jordi Sánchez, en 'FAQS'. (TV3).

TV3 ha actuado acertadamente en esta cuestión. Hay un tipo de humor que no tiene cabida en una televisión pública. Su target son todos los ciudadanos y su financiación, costeada con impuestos, obedece principalmente a su voluntad de servicio público de interés general. ¿Quiere decir eso que no hay sitio para la sátira y el humor en las televisiones públicas? Ni por asomo. Los humoristas seguirán pisando fuerte en TV3, probablemente la televisión española donde más libertad creativa hay para tratar a guasa la actualidad política.

Y afortunadamente para los cómicos despedidos y dimitidos, y también para quienes disfrutamos del humor gamberro, sus gags podrán seguir representándose en cualquier teatro barcelonés, en sus redes sociales o en una televisión privada que decida apostar por el humor sin límites. Pero su sitio no está en la televisión pública. Ese no es lugar para los insultos, aunque se vendan envueltos entre carcajadas.

La semana pasada el director de TV3, Sigfrid Gras, fulminó a un humorista de la cadena por excederse en los límites del humor que a su criterio pueden tener cabida en la televisión pública catalana. Lejos de zanjarse la crisis con el finiquito del cómico, ayer mismo abandonaron el programa su presentador y varios de sus guionistas. Por la noche, ya no pudo emitirse por falta de personal el Zona Franca, que es el nombre del late night protagonista de la polémica.

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