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Esteban Hernández

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Las opciones del PP

Los numerosos socios que ha ganado Sánchez en este año dejan a los populares en una situación débil. Hay varios caminos para que Casado salga de esa situación

Foto: Pablo Casado y Díaz Ayuso. (EFE)
Pablo Casado y Díaz Ayuso. (EFE)
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Una de las características de las élites españolas, como ocurre con otras élites en declive, es la de fijarse mucho más en los enemigos que en los problemas. En lugar de analizar las causas y tratar de arreglar lo roto, prefieren reparar en los actores que les disputan el poder, como si atacándoles los males de fondo desaparecieran. Actúan como si los problemas fueran siempre culpa de los demás, de malvados actores que ennegrecen todo.

Esta deriva lleva a que nuestras élites sean muy ideológicas y que, al mismo tiempo, se desinteresen de las ideas. Les ocurre a las económicas y a las intelectuales, pero en el terreno político esto se hace todavía más expreso. Y más aún en los partidos de la oposición, como es el caso del Partido Popular ahora.

Las tres opciones

Y se nota todavía más, ya que los populares deben afrontar un momento difícil. La mayoría que respalda los Presupuestos supone un problema, ya que les señala no solamente que carecen del respaldo parlamentario que necesitarían, sino que van a tener muchas dificultades para contar con socios en el futuro, más allá de Vox. Finalizada ya la aspiración de derribar el Gobierno, o de minar totalmente sus alianzas, que albergó durante la primera fase de la pandemia, se encuentra ahora con que esa hostilidad no ha hecho más que reforzar al PSOE. En teoría, los Presupuestos anuncian una legislatura larga, lo que debería llevar a Casado a plantear otra táctica que le haga recuperar peso político. En principio, tiene tres opciones.

Lo usual es esperar a que el Gobierno caiga mientras se realiza una oposición dura: barricadas ante cada asunto, hostilidad verbal, España se parte

La primera es la más probable, porque es la que llevan mucho tiempo realizando, y las costumbres son difíciles de extirpar. Consiste en esperar que el Gobierno caiga por sí mismo mientras se realiza una oposición dura: barricadas ante cada asunto, hostilidad verbal, las instituciones se rompen, España se parte. Si hay crisis económica fuerte y persistente, si el apoyo europeo a España decae, si cambian las circunstancias internacionales o si hay una crisis social, el Gobierno tendrá que salir y el PP encabezará la lista para sustituirlo. En definitiva, se trata de esperar a que las cosas ocurran mientras se eleva la voz para destacar.

La segunda no sería nada extraña. Si las circunstancias no se alinean para que hagan pensar a medio plazo que Sánchez puede perder el poder, empujado el PP desde el extremo por Abascal, es probable que Casado acoja no solo formas, sino también visiones políticas de sus competidores; encabezar la oposición es esencial, y una manera de hacerlo es fagocitando las posiciones del rival del mismo espectro político mediante propuestas muy similares.

Reinventarse

La tercera consistiría en dejar de fijarse en los demás y hacerlo en sí mismos, de manera que tejieran una visión propia, que les asentara en un espacio y que se apoyase en ideas diferentes, de manera que lograran reinvertir la tendencia y ganar mayores partes de la población. Esa es la tarea más complicada en política y también la más beneficiosa, porque implica un cambio de mentalidad que transforma el campo de juego dado. En España, normalmente, las formaciones del bipartidismo no proponían nada especial, solo intentaban generar la sensación de que eran personas en la que se podía confiar, de modo que si la gestión deterioraba la popularidad de los gobernantes, el partido de oposición pudiera aparecer como una opción razonable. Esa tendencia también provocaba que no hubiera grandes ideas en la política española, y es muy probable que tampoco ahora aparezcan. El PP, en este sentido y como buen partido político nacional, seguirá las tendencias internacionales de su espectro y esperará su momento, sin más.

Hasta ahora, bastaba con esperar el momento. Pero quizá, cuando llegue el momento, ya no sean los populares quienes lideren la oposición

No obstante, estas tres direcciones pueden combinarse. No sería raro que el PP uniera la opción 1 con la 2, o que utilice la 1 y la 3 a la vez, insistiendo en el desastre que supone este Gobierno para que de este modo pueda aparecer como un sustituto necesario. De hecho, entre estas dos tendencias se debate, entre utilizar la pose del liberalismo sensato que les haga parecer razonables o ya sea acoger del todo la hostilidad populista confiando en que será útil para llegar al Gobierno.

La cuestión es que, hasta ahora, bastaba con esperar el momento. Quizás ahora, cuando llegue el momento, ya no sean los populares quienes lideren la oposición. En estos tiempos, los meses corren como años y también es probable que la perspectiva que veamos en un año o año y medio sea muy distinta de la actual. Pero vaya, por hablar de algo, ya que no vamos a hablar de ideas.

Una de las características de las élites españolas, como ocurre con otras élites en declive, es la de fijarse mucho más en los enemigos que en los problemas. En lugar de analizar las causas y tratar de arreglar lo roto, prefieren reparar en los actores que les disputan el poder, como si atacándoles los males de fondo desaparecieran. Actúan como si los problemas fueran siempre culpa de los demás, de malvados actores que ennegrecen todo.

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