Segundo Párrafo
Por
Marlaska, un ministro en tierra de nadie
El ministro puede aceptar su responsabilidad o seguir negando los hechos. Lo que va a tener más difícil esta vez es quitarle importancia. Cuando a los muertos se les pone nombre, es más difícil ignorarlos
Ya sabíamos que ante la tragedia de la valla de Melilla la preocupación del ministro Marlaska no era humanitaria sino cartográfica. Sabíamos que al ministro del Interior lo que más le preocupaba no era si hubo o no fallecidos, ni si se prestó asistencia médica a los centenares de cuerpos amontonados tras aquella avalancha mortal. Sabíamos que lo que siempre le había preocupado, ante todo, era dejar claro que ninguna de esas muertes se produjo en territorio español.
Lo que no sabíamos hasta ahora era si Marlaska mentía. Ni si iba a ser posible demostrarlo. Poco a poco, vamos saliendo de dudas. Sí hubo muertos en España, según una nueva investigación periodística. Lo que todavía falta por aclarar es si esto importa para que el ministro Marlaska deje su cargo.
La investigación del consorcio periodístico Lighthouse Reports, con decenas de entrevistas a testigos y vídeos inéditos, revela que las autoridades marroquíes arrastraron cuerpos al otro lado de la frontera, lanzaron gases lacrimógenos en un recinto cerrado y golpearon a los migrantes con brutalidad. En este nuevo vídeo, un testigo asegura que hubo al menos un fallecido en el lado español. Se llamaba Anwar. Fallecieron decenas de personas más, pero eso ya se sabía cuando el presidente Sánchez dijo que el operativo había estado “bien resuelto”. La novedad es que, por primera vez, hay un vídeo que muestra cómo dos agentes marroquíes le toman el pulso a Abdul Aziz Yacoub y confirman que está muerto.
El que más importancia le quitó a la tragedia humana para calificarla de éxito, escudándose en que no hubiera habido muertos en suelo español, fue Marlaska. Así que cuando salga a dar explicaciones en el Congreso a raíz de este nuevo vídeo que cuenta lo que le pasó a Abdul, el ministro puede aceptar su responsabilidad o seguir negando los hechos. Lo que va a tener más difícil esta vez es quitarle importancia. Cuando a los muertos se les pone nombre, es más difícil ignorarlos.
Marlaska no podrá negar que hubo agentes marroquíes arrastrando a las víctimas, negándoles asistencia médica. No podrá negar que había una montaña de gente desesperada, amontonada tras la estampida, pidiendo ayuda mientras había una ambulancia del 112 a escasos metros que no atendió a los heridos. No podrá negar que había decenas de cuerpos aparentemente inertes tirados al sol durante horas. Ni que la mayoría eran sudaneses y que nueve de cada 10 reciben asilo en España cuando cruzan la frontera.
Marlaska podrá volver a negar en el Congreso que sucediera en España, para escurrir el bulto al otro lado de la frontera. No es una metáfora. Es exactamente lo que hacían los gendarmes marroquíes con los cuerpos inertes y maniatados. Está grabado.
Sin embargo, Marlaska cada vez lo tiene más difícil. En la nueva investigación periodística, hay guardias civiles que desmienten que ese lugar al que el ministro llama tierra de nadie sea Marruecos. Varios agentes reconocen que es competencia española. Será la Fiscalía la que tendrá que determinar si eso es cierto para depurar las responsabilidades legales. Otra cosa son las responsabilidades políticas. Esas no tienen que esperar a lo que diga la Fiscalía.
Sabíamos ya que al Gobierno no le importaban los muertos si eran al otro lado de la frontera, queda por saber si le importan los testimonios que muestran que en España también los hubo. Hasta ahora, el presidente Sánchez ha refrendado al ministro Marlaska. Lo que no sabemos es cuánto tiempo más va a seguir haciéndolo.
Ya sabíamos que ante la tragedia de la valla de Melilla la preocupación del ministro Marlaska no era humanitaria sino cartográfica. Sabíamos que al ministro del Interior lo que más le preocupaba no era si hubo o no fallecidos, ni si se prestó asistencia médica a los centenares de cuerpos amontonados tras aquella avalancha mortal. Sabíamos que lo que siempre le había preocupado, ante todo, era dejar claro que ninguna de esas muertes se produjo en territorio español.
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