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Feijóo, presidente… de la Xunta
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Marta García Aller

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Feijóo, presidente… de la Xunta

Ni la reforma de la sedición ni la ley del solo sí es sí. Lo que más sacó a Feijóo de sus casillas fue que Sánchez se metiera con la gestión de las comunidades

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Zipi)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Zipi)
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Nunca ha estado Alberto Núñez Feijóo más vibrante en una réplica a Pedro Sánchez que cuando tomó la palabra, en su primer cara a cara del año, para reprocharle al presidente del Gobierno que se pusiera a criticar en el Senado a los presidentes autonómicos sin estar ellos presentes.

Ni la reforma de la sedición ni la ley del solo sí es sí. Lo que más sacó a Feijóo de sus casillas fue que Sánchez se metiera con la gestión de las comunidades. Por ahí, dejó claro que no pasa. Así que por más que insistiera en que hablaba como presidente del PP, en realidad parecía que el que había salido a echarle el rapapolvo a Sánchez era presidente de la Xunta. Y el caso es que fue un buen rapapolvo. Seguramente el mejor que le ha salido a Feijóo.

¿Para qué queremos un Ministerio de Educación? ¿Para qué uno de Sanidad? ¿Para qué queremos nada más y nada menos que un Ministerio de Asuntos Sociales? Mientras se regocijaba preguntándose en alto todo esto, Feijóo no podía evitar sonar a presidente de la Xunta, que es lo que mejor le puede venir a Sánchez que parezca el líder de la oposición. Dedicó un rato a reivindicar su gestión en la Xunta y hasta aprovechó para pedirle al presidente el AVE para Lugo.

En realidad, la de Feijóo seguramente haya sido la intervención más brillante del último año. Lo de presidente de la Xunta se le da realmente bien. Y Sánchez quedó encantado de no salirse del guion presidencial. Volvió a recordar el presidente los mismos 45.000 millones de euros en ayudas sociales que ya paseó la semana pasada en el Congreso, y volvió a presumir de que España crece al 5,5% y tiene la inflación más baja de la eurozona, aunque olvidó mencionar que España es también el último país en recuperar el crecimiento prepandemia y el que más paro tiene. Se lo recordó Feijóo en cuanto pudo, que arriesgó hablando de economía mucho más de lo que podía rentabilizar, teniendo en cuenta que la noticia de la jornada se la llevó el presidente con la subida del SMI.

Sánchez parecía encantado de que Feijóo le hablara de economía. Lo que fuera menos hablar de la ley del solo sí es sí, que salió, pero menos de lo que al PP le habría gustado: “¿Qué clase de feminismo es rebajar las penas a centenares de agresores sexuales a sabiendas?”, le preguntó Feijóo donde más le duele. “Los efectos indeseados los vamos a corregir, pero sobran los insultos”, respondió Sánchez, queriendo pasar de puntillas por la cuestión que tiene la coalición dividida.

Sánchez prefería sacar otros clásicos del repertorio para llenar el tiempo ilimitado del que goza el presidente en la tribuna. Así que volvió a pedirle al PP que renueve el Poder Judicial y a presumir también de que a los españoles ya no les preocupa el procés, aunque es obvio que es a los del procés a quienes ya no les preocupa el Código Penal, reformado a su medida. Y a la pregunta que él mismo se hizo de por qué los españoles llevan una década perdiendo poder adquisitivo, el presidente, que lleva la mitad de esa década al frente del Gobierno, culpó al neoliberalismo.

Foto: Sánchez, en un acto en La Palma. (EFE/Luis G. Morera) Opinión

El presidente del Gobierno insistió mucho en enfrentarse al neoliberalismo y a la derecha, pero así en general, en vez de contra Feijóo. Seguramente sea porque el neoliberalismo no es el que le va ganando en las encuestas.

De ahí que Sánchez se esté esforzando por no convertir a Feijoo en su archienemigo. Prefiere que parezca que le queda pequeño, que es más un presidente autonómico que un líder de la oposición. Le salió bien recordarle a Feijóo que había sido presidente de Correos, porque el gallego le hizo el favor, al entrar al trapo para reivindicar su buena gestión al frente. Y esto de retratarse como buen gestor, pero de un cargo mucho menor al que se aspira, ya sea como presidente de una empresa pública o de una comunidad autónoma, seguramente sirva mejor para una entrevista de trabajo que para una campaña electoral.

Foto: Alberto Núñez Feijóo posa para El Confidencial tras la entrevista. (Sergio Beleña)
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Sánchez también insinuó que Feijóo es un títere más de un misterioso “plan para socavar el estado de bienestar”. Con tal de quitarle a Sánchez la razón, a punto estuvo Feijóo de recordarle lo poco que manda el PP en España. Le faltó decir "cómo vamos a estar desmontando el estado del bienestar si el PP ya solo gobierna en cinco comunidades".

En el colmo del personalismo, Sánchez se dijo a sí mismo los peores insultos de la jornada. Todos seguidos: "Mentiroso, frívolo, mediocre, débil, sectario, soberbio, ególatra". Aseguró que todo eso se lo había llamado antes Feijóo y, como al presidente le preocupa mucho cómo va a pasar a la historia, se ve que lleva la cuenta.

Foto: El líder popular, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Mariscal) Opinión
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Seguramente fuera ese el momento en el que más claro quedó que Feijóo es líder de la oposición, cuando Sánchez dejó claro que le importa lo que le llame. El presidente citó la entrevista en El Confidencial, en la que el líder de la oposición aseguraba que le “avergonzaría un Gobierno tan mediocre como el de Sánchez”. Al preguntarle directamente a Feijóo si se reafirmaba en sus declaraciones, este asintió divertido. Y como el sarcasmo no se le da particularmente bien al presidente, quedó un poco raro que le diera la razón: “Lo entiendo, ya es hora de que España se quite esta caspa y tenga un Gobierno de primera”. Fue el único momento de la tarde en que ambos estuvieron de acuerdo.

Resultó que era un chiste. Uno para recordarle al PP la corrupción y a los españoles que Sánchez quiere caer bien y no sabe cómo. Así que de vez en cuando lo intenta queriendo ser gracioso. Y dijo que pondría a Rodrigo Rato de ministro de Economía, a Zaplana para el Ministerio de Trabajo y a Jaume Matas para Transición Ecológica. De fondo sonaban risas enlatadas, pero eran senadores. Cuando Sánchez intenta ser gracioso en la tribuna, le pasa como a Feijóo cuando quiere dejar de parecer presidente de la Xunta, que no le sale.

Nunca ha estado Alberto Núñez Feijóo más vibrante en una réplica a Pedro Sánchez que cuando tomó la palabra, en su primer cara a cara del año, para reprocharle al presidente del Gobierno que se pusiera a criticar en el Senado a los presidentes autonómicos sin estar ellos presentes.

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