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Vox, de línea roja a guisante verde
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Marta García Aller

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Vox, de línea roja a guisante verde

Llevar como candidato a un condenado por maltrato no ha sido un obstáculo para que el PP llegara a un acuerdo con Vox. No era una línea roja, era un guisante. Lo han apartado un poquito para comérselo después

Foto: El candidato de Vox, Carlos Flores (d). (EFE/Manuel Bruque)
El candidato de Vox, Carlos Flores (d). (EFE/Manuel Bruque)
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Estaba la izquierda de lo más entretenida peleándose en propia puerta, que si Sumar ninguneando a Podemos, que si el PSOE ninguneando a Sumar, y en esto llega el PP y pacta en un pispás el Gobierno de la Comunidad Valenciana con Vox. Se ve que es más fácil repartirse el poder cuando se va ganando, porque cuanto más a favor van las encuestas, menos remolonean los de Feijóo en pactar con Abascal. Hubo un amago de línea roja, pero ha clareado rápido. Urgía repartirse las conselleries.

Una primera cita de dos horas escasas ha bastado para llevarse al huerto valenciano un Gobierno de coalición con la ultraderecha. Y, a diferencia del que se encontró en Castilla y León, aquí Feijóo ya no puede atribuírselo a la herencia de Pablo Casado. Es este PP el que va a gobernar con Vox en la Comunidad Valenciana, el que le da una vicepresidencia y las conselleries de Educación, Asuntos Sociales y Agricultura; también el que prepara acuerdos en 135 ayuntamientos para este sábado en plena precampaña del 23-J. El de Elche lo han formado ya.

Quién iba a imaginar que en vez de un obstáculo acabaría siendo una ventaja llevar como candidato a un condenado por maltrato para que el PP llegara a un acuerdo con Vox. Así, para el pacto entre ambos ha bastado con apartar al maltratador un poquito, como si fuera un guisante o una guindilla, algo que molesta un poco, pero tampoco hace falta sacar del plato para seguir comiendo. Vetar al maltratador no hace a Vox más digerible, pero al menos ayuda al PP a que parezca que no ha cedido en todo.

El pacto exprés en Valencia deja claro que en Génova han dejado de temer las consecuencias electorales de entenderse con el partido que hasta hace una semana Feijóo trataba de ignorar y evitaba hasta nombrar.

Foto: Carlos Mazón, próximo presidente de la Generalitat, con Pérez Llorca y Miguel Barrachina. (EFE/Manuel Bruque)

Borja Sémper dijo horas antes del acuerdo que el PP nacional no aceptaría en ningún caso un pacto con un maltratador, que era una línea roja para Génova, que alguien así no debería ni dedicarse a la política. Y es verdad que Carlos Flores no estará en el nuevo Gobierno valenciano, pero ha sido haciendo política con él que el PP ha fraguado el pacto. Para no querer hacer política con un maltratador, esto se le parece mucho.

Ha sido con este maltratador con quien el PP ha negociado el pacto en una sala de las Cortes valencianas; ha sido el maltratador el que ha anunciado el pacto en el que Vox ha presumido de lograr “conselleries relevantes”, y es el maltratador quien ha aparecido en las fotos con la delegación del PP. El acuerdo no implica apartar al maltratador de la política. Carlos Flores ha recibido un premio en forma de escaño. Será número uno en las listas de su partido por Valencia al Congreso de los Diputados. Es decir, será diputado en la próxima legislatura. Y cuanto más normalice el PP los pactos con Vox antes de las elecciones del 23-J, menos verosímil es que pueda gobernar sin su apoyo.

Por si quedaba alguna duda, el propio maltratador lo celebraba diciendo que con este acuerdo no da un paso al lado, sino “un paso al frente”. No era una línea roja, era un guisante. Lo han apartado un poquito para comérselo después.

Estaba la izquierda de lo más entretenida peleándose en propia puerta, que si Sumar ninguneando a Podemos, que si el PSOE ninguneando a Sumar, y en esto llega el PP y pacta en un pispás el Gobierno de la Comunidad Valenciana con Vox. Se ve que es más fácil repartirse el poder cuando se va ganando, porque cuanto más a favor van las encuestas, menos remolonean los de Feijóo en pactar con Abascal. Hubo un amago de línea roja, pero ha clareado rápido. Urgía repartirse las conselleries.

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