Cuantos más debates, mejor

Hasta seis veces tuvo que repreguntarle Alsina a Feijóo en su entrevista en Onda Cero si estaba dispuesto a algún debate con Sánchez de los seis que ha propuesto el presidente del Gobierno. A la séptima, lo confirmó. Habrá un cara a cara entre los dos. Y tan esclarecedores de cómo se plantea la campaña son las ganas de debatir de uno como lo es que el otro se lo tenga que pensar tanto.

Sánchez quiere centrar la campaña en los debates porque está claro que la estrategia de los mítines no le funcionó en las regionales. Además, los platós son más fáciles de llenar que las plazas de toros y no precisan de la ayuda de los barones regionales, especialmente ahora que están todavía digiriendo la debacle del 28-M.

Con las encuestas dándole como favorito, Feijóo está más centrado en no equivocarse que en darse a conocer. Cree que con agitar el antisanchismo le va tan bien que se está tomando su tiempo en concretar qué propone para después. Pero seis semanas es mucho tiempo para quedarse de perfil, así que tarde o temprano tendrá que ir aclarando qué va a hacer después de deshacer. De momento, prefiere hablar de Sánchez. Y Sánchez de Feijóo.

Tal vez esto sea lo más extraordinario de esta campaña electoral. No cuántos debates se hagan, sino que los dos principales candidatos parecen más interesados en dar a conocer al otro. Feijóo solo quiere hablar del sanchismo, de derogarlo, de la España de después. Y Sánchez quiere centrar la atención en Feijóo, porque del 28-M le ha ido quedando claro que a él lo tenemos muy visto y no parece que eso le funcione al PSOE en las urnas.

Opinión

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Las campañas han ido cambiando mucho, pero el interés en los debates en prime time permanece. Ya no se reparten mecheros con el logo de los partidos. Tampoco se llenan las calles de coches voceando el nombre de los candidatos mientras tiran octavillas por la ventanilla. Sigue habiendo mítines, pero también han cambiado. De hacerse pensando en movilizar a las masas, pasaron a tener como objetivo colocar un par de frases en el telediario y se han ido convirtiendo en brutos para TikTok.

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Pero si los debates siguen siendo el elemento que más fascinación genera de las campañas, seguramente sea porque es de lo poco que sigue siendo específico de estas. Durante el año, los candidatos también dan entrevistas, discursos y se hacen fotos, aunque no se vayan colgando por las farolas. Pero reunir en un plató a los candidatos a la presidencia del Gobierno respondiendo a las preguntas de los moderadores no pasa en ningún otro momento de la legislatura.

En la campaña de hace cuatro años, el segundo debate, el de Atresmedia, reunió una audiencia de 9,5 millones de espectadores y un 48,8% de cuota de pantalla. Será porque ahora que están todos los mensajes tan prefabricados que, junto a los candidatos, en vez de ciudadanos anónimos, salen figurantes cuidadosamente escogidos en un casting previo, estos cara a cara son la última esperanza de ver algún atisbo de espontaneidad.

Queda claro que proponer seis debates muestra la necesidad de arriesgar a la desesperada que tiene Sánchez, pero aceptar solo uno y a regañadientes no transmite mucha seguridad en el proyecto propio por parte de Feijóo. Cómo no van a ser los debates lo más interesante de la campaña si antes de celebrarse ya están siendo tan reveladores.