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El último favor de Irene Montero a Pedro Sánchez
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Marta García Aller

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El último favor de Irene Montero a Pedro Sánchez

Anteponer el protagonismo a la pedagogía ha empañado muchos de sus logros en Igualdad y su falta de capacidad para reconocer errores los ha magnificado

Foto: La nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo (i), recibe la cartera del ministerio de manos de su antecesora, Irene Montero. (EFE/Zipi)
La nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo (i), recibe la cartera del ministerio de manos de su antecesora, Irene Montero. (EFE/Zipi)
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Más que traspasar la cartera de Igualdad, Irene Montero la ha regurgitado. Donde la tradición pedía cortesía en vez de reproches, la ministra saliente sorprendió con un último discurso con más críticas que agradecimientos. "Que nunca te dejen sola", le deseó a su sucesora en el cargo, como regañándola. Más que una bienvenida a Ana Redondo, sus palabras sonaron a amenaza cuando le pidió a la nueva ministra "valentía para incomodar a los hombres amigos de 40 y 50 años del presidente del Gobierno".

A quien quería incomodar Montero, claramente, no era a la nueva ministra sino a Pedro Sánchez, aunque es improbable que lo consiguiera. Si de algo sirvieron las palabras de la ya exministra de Igualdad, además de para recordarnos lo importante que es saber irse de los sitios, fue seguramente para reafirmar al presidente del Gobierno en su decisión.

Como si fuera uno de esos wasaps desafortunados que se mandan después de una ruptura, esos que solo sirven al que los recibe para reafirmar que ha tomado la decisión correcta al dejarlo, el discurso de despedida de Irene Montero estuvo tan fuera de lugar que el que la nombró solo podía sentir alivio al saber que una vez destituida ya es una ex más. Una exministra más. Otra ex a la que ha echado. Porque en eso tiene razón Irene Montero. Sánchez la echa. A ella y a Belarra. Como también echa a Llop, a Garzón y a Subirats; y a Gómez y a Miñones, pobres, que teniendo en cuenta lo poco que han durado sí que tenían motivos para quejarse y no han dado ni un ruido.

Más allá de las riñas intestinas, lo más desafortunado del ajuste de cuentas en el tiempo de descuento de la exministra de Igualdad es que ella solita empaña otra vez su legado. Irene Montero ha ampliado los permisos por nacimiento de las 16 a las 20 semanas, ha mejorado el derecho al aborto en la sanidad pública y ha ampliado los derechos de las personas trans.

Aunque nada ha eclipsado tanto los avances en Igualdad como el error que Montero cometió al no calibrar el impacto de las reducciones de penas a violadores con la ley del solo sí es sí y, sobre todo, negarse luego a reconocer su error tras haber asegurado en falso que tal cosa fuera a pasar.

En el fondo, la triste despedida de Irene Montero es, en realidad, un resumen de su labor al frente del ministerio. Una labor en la que anteponer el protagonismo a la pedagogía ha empañado muchos de sus logros y su falta de capacidad para reconocer errores los ha magnificado.

Montero se ha vuelto a equivocar. Si quería incomodar al presidente del Gobierno en su despedida, no era este discurso lleno de resentimiento el que necesitaba, tan inoportuno como mal digerido. La venganza más efectiva de Montero contra Sánchez en su despedida habría sido dedicarle un discurso en el que el protagonismo lo hubieran tenido los avances clave en igualdad de estos años, cuyas medallas le gusta ponerse al presidente. Uno en el que hubiera mostrado altura de miras, por encima de rencillas personales y de partido. Sobre todo, uno que no hubiera servido para recordarle al presidente del Gobierno por qué tener a Podemos fuera del Consejo de Ministros va a suponerle un alivio.

Más que traspasar la cartera de Igualdad, Irene Montero la ha regurgitado. Donde la tradición pedía cortesía en vez de reproches, la ministra saliente sorprendió con un último discurso con más críticas que agradecimientos. "Que nunca te dejen sola", le deseó a su sucesora en el cargo, como regañándola. Más que una bienvenida a Ana Redondo, sus palabras sonaron a amenaza cuando le pidió a la nueva ministra "valentía para incomodar a los hombres amigos de 40 y 50 años del presidente del Gobierno".

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