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Verónica Fumanal

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8-M: qué hay de lo nuestro

Imponer la agenda feminista es nuestro principal objetivo, de lo contrario, siempre habrá temas más importantes que impidan a los hombres ceder parte de sus privilegios

Foto: Manifestación por el Día de la Mujer. (Europa Press/Archivo/Fernando Sánchez)
Manifestación por el Día de la Mujer. (Europa Press/Archivo/Fernando Sánchez)
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Con permiso del señor Koldo y de todos los involucrados en la trama, quiero hablar de igualdad. Estamos en la semana del 8 de marzo y desde que en los años 18 y 19 las calles albergaran movilizaciones masivas, en las convocatorias sucesivas, otros temas se han ido imponiendo en la agenda mediática relegando la lucha de las mujeres a noticias de segunda. Ni los casos de corrupción, ni la amnistía a los líderes independentistas, ni el recrudecimiento de la invasión de Rusia a Ucrania, debería acabar con la principal lucha de las mujeres: recordar cada día, que una mujer por el hecho de serlo sufre discriminaciones en el ámbito laboral, padece violencias específicas y debe superar barreras y estereotipos que no nos permiten vivir en igualdad. Imponer la agenda feminista es nuestro principal objetivo, de lo contrario, siempre habrá temas más importantes que impidan a los hombres ceder parte de sus privilegios.

En política, con las políticas de igualdad se procrastina, siempre encuentran un tema más urgente, más importante, más necesario que abordar en detrimento de las mujeres y su discriminación. Nos dicen, que el futuro está hecho para nosotras y con esa promesa de esperanza van pasando los días. Mientras tanto, nuestro presente sigue siendo la desigualdad, da igual si eres joven o más mayor, de campo o urbana, migrante o española, sin estudios o licenciada, todas por el hecho de ser mujeres nos atraviesa una realidad que no puede seguir esperando a que alguien nos ceda la palabra. Porque, ese alguien es un hombre y no nos la va a ceder, porque implicaría perder sus privilegios.

Podríamos pensar que las mujeres jóvenes lo tendrán más fácil que nosotras, sin embargo, la realidad es que las mujeres jóvenes sufren una doble discriminación: por mujer y por joven. Un informe de UGT demuestra cómo las mujeres jóvenes cobran una media de 3.364 euros/año que sus compañeros varones. Así que la premisa de que las mujeres jóvenes lo tienen más fácil es mentira, incluso, lo tienen más difícil.

Algunos podrán decir, que la mujer está plenamente incorporada al mercado laboral y la que quiere trabajar. Eso también es falso. El último estudio de CCOO analiza el mercado laboral denunciando que 6 de cada 10 parados, son mujeres. Por lo tanto, las cifras también demuestran que las mujeres sufren más el desempleo, los sueldos precarios y las inclemencias de la temporalidad en el sector servicios, mayoritariamente ocupado por mujeres. Es decir, cuando las mujeres trabajan, lo hacen peor pagadas, en peores condiciones y más a tiempo parcial, 12% que los hombres.

Foto: Varios jóvenes sentados en un banco en Madrid. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Las mujeres queremos poder, tenerlo y ejercerlo, igual que ellos y tenemos todo el derecho a ello. Sin embargo, a pesar de las grandes profesionales en todos los ámbitos, todavía solo el 35% de los puestos ejecutivos son para las mujeres. Y alguien puede pensar que se debe a que las mujeres tenemos menos cualificación, pero es que el mismo estudio afirma este porcentaje se produce, aunque son mayoría las mujeres con titulaciones superiores, un 83% frente a un 43% de titulados superiores.

También se dice mucho, que los hombres ahora ayudan mucho en casa. Resulta conmovedor que, a bajar la basura, cambiar dos pañales o llevar a los niños al cole los días que se lo permite el horario se le llame “ayudar mucho”. La losa de los cuidados es de tal enormidad que incluye desde el pensamiento del “tengo que” hasta la ejecución final de tantos ámbitos del hogar que reto a cualquier hombre, no a que los haga, sino que los liste. Y no es que nosotras estemos preparadas biológicamente para recordar que hay que comprar suavizante para la ropa, sino que hemos sido educadas para reconocer, planificar y ejecutar toda la logística doméstica. Solo que ahora, además, lo hacemos, ganándonos un sueldo en otro trabajo. “La casa” ocupa tiempo y solo el 0,5% de los hombres se acogen a medidas de conciliación que les hacen perder dinero.

La agenda que atañe al 50% de la población no puede ser pospuesta más

Sobre la violencia machista, no hay discusión posible: el 100% de los que la ejercen, son hombres, el 100% de las que lo sufren son mujeres. A partir de ahí, el negacionismo solo es una forma de machismo que intenta mantener el desequilibrio que padecemos las mujeres por el hecho de serlo. En el año 2023, 56 mujeres fueron asesinadas a manos de sus parejas o exparejas, 7 más que en el 22. Solo en 15 casos había denuncias previas, denuncias que no ayudaron a salvarles la vida, algo que todavía duele más. Los protocolos funcionan, pero todavía no se ponen en marcha en todos los casos. La semana pasada, una víctima de Vermut denunció que había llamado al 016 y le habían dicho que no podían ayudarla porque había subido a su casa de manera voluntaria. Parecer ser que esta interlocutora no se ha leído la jurisprudencia del Supremo o la ley del sí es sí. Intolerable.

A las mujeres nos siguen sobrando los motivos porque en la carrera de los 100 metros lisos de la vida, los hombres corren a toda velocidad, mientras que nuestra calle está llena de vallas, y así es imposible que compitamos en igualdad de condiciones. Por supuesto que es muy importante que sigamos descubriendo si nos timaron dinero público vendiendo mascarillas durante la pandemia. Faltaría más que esta semana no habláramos de si Puigdemont permitirá a no la amnistía. Disculpen las molestias, pero ¿cómo está la ley de paridad en puestos de responsabilidad? ¿Cómo va la implantación de los 52 centros de crisis para las víctimas de violencia sexual que deberían estar abiertos? -ahora solo hay 4-. La agenda que atañe al 50% de la población no puede ser pospuesta más. Qué hay de lo nuestro.

Con permiso del señor Koldo y de todos los involucrados en la trama, quiero hablar de igualdad. Estamos en la semana del 8 de marzo y desde que en los años 18 y 19 las calles albergaran movilizaciones masivas, en las convocatorias sucesivas, otros temas se han ido imponiendo en la agenda mediática relegando la lucha de las mujeres a noticias de segunda. Ni los casos de corrupción, ni la amnistía a los líderes independentistas, ni el recrudecimiento de la invasión de Rusia a Ucrania, debería acabar con la principal lucha de las mujeres: recordar cada día, que una mujer por el hecho de serlo sufre discriminaciones en el ámbito laboral, padece violencias específicas y debe superar barreras y estereotipos que no nos permiten vivir en igualdad. Imponer la agenda feminista es nuestro principal objetivo, de lo contrario, siempre habrá temas más importantes que impidan a los hombres ceder parte de sus privilegios.

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