Takoma
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Una bolsa de basura ardiendo: todo lo que nos va a pasar ya ha ocurrido en Italia
Un país endeudado hasta las cejas que ya no es capaz ni de resolver la recogida de basuras de su capital sin que caiga un Gobierno que, en teoría, nadie quería que cayese
¿Qué se puede esperar de un sistema que no es capaz de organizar la recogida de basuras? Es una pregunta que lleva años vigente en algunas ciudades italianas y que ahora se podría convertir en el himno de la 'Vergogna', como encabezaba ‘La Stampa’ su portada del jueves, tras la caída de Mario Draghi.
La basura —en concreto la basura de Roma— ha sido el pretexto de esta crisis. Simplificándolo mucho: el Partido Demócrata pretendía aprobar la construcción de un incinerador de residuos para deshacerse de los excedentes que se amontonan periódicamente en las calles de la capital italiana desde hace años. Sin embargo, a sus socios del Movimento 5 Stelle les parecía intolerable. Tanto como para hacer saltar por los aires el Gobierno.
Esto, hay que aclararlo, nadie cree que sea cierto. Hasta el menos informado entiende que se ha utilizado como “pretexto político”, la manera técnica de decir que era mentira. Lo que ha tumbado a Draghi es la “tramposa, rabiosa y viperina comunidad política que en público alababa al presidente y en privado conspiraba para comérselo”, como escribía ayer Lucia Annunziata.
Lo de la basura no será cierto, pero está bien traído. Primero porque es exactamente el tipo de cosas que te esperas que haga un partido como el M5S, movimiento adicto a causas vecinales que “acercan la política a la gente”. Cosas como oponerse a la instalación de una antena de telefonía o de una carretera secundaria; a hacer un referéndum para poner flores en un parque o para elegir el color del paso de cebra.
Segundo, porque es una imagen bastante nítida de lo que está pasando. Una ciudad rebosante de basura huele mal y es peligrosa. Más en verano, en plena ola de calor y con una sequía que está sacando al descubierto sillares del Tevere que no se veían desde hacía generaciones. Hay días en los que la basura arde a la hora de la cena y la gente cierra las ventanas para que no entre el humo, lo cual eleva todavía más la temperatura. Entonces, se produce un apagón y te quedas a oscuras en la cocina con una sartén en la mano. “En ese momento, te dan ganas de romperlo todo, de votar a 'la Meloni'. Cualquier cosa con tal de cabrear a los imbéciles que nos han llevado de vuelta al tercer mundo”, cuentan desde Roma.
Como saben, 'la Meloni' es Giorgia Meloni, exministra de Juventud de Berlusconi y líder de Fratelli d'Italia, el partido que lidera las encuestas a lomos de un populismo tan destilado, tan puro, que en España todavía no estamos preparados para consumirlo. Lo comprobamos en las elecciones andaluzas, donde Vox la invitó a un mitin y hay quien opina que ha sido el mayor error cometido por Macarena Olona (o quien la asesoró) en toda la campaña. Pronto nos acostumbraremos también a esto. Si en Italia pasa antes es porque siempre pasa antes en Italia. En el “laboratorio de Europa”, que decía Umberto Eco, hay ahora mismo tubos de ensayo rotos por el suelo, expulsando humos letales y sustancias viscosas.
Veremos cuánta gente acude a votar en otoño, pero las previsiones son descorazonadoras. En el último referéndum (hace apenas un mes y medio), la tasa de participación apenas superó el 20 por ciento. El hastío con la política está en máximos y deja el campo abierto a los ultras. Otro dato notable de la situación en la que se encuentra la política italiana es que la Liga Norte es ya el partido más antiguo del Parlamento. Hace no tanto se consideraba algo nuevo, un “partido emergente”, diferente al resto, con una manera transgresora y salvaje de hacer política. Al lado de casi todos los demás, hoy es un partido de Estado, un caballero con monóculo, la opción responsable si quieres votar a la derecha. La política italiana lleva muchos años siendo un disparate, pero entramos en una dimensión distinta. Esa frase de Ennio Flaiano que se ha puesto tan de moda en España ("La situación es grave, pero no seria") ha dejado de funcionar para explicarlo. Ahora, la situación es grave y, además, es extremadamente seria.
La última reflexión, quizás el mayor drama, tiene que ver con el candidato del Partido Demócrata, con Enrico Letta, segundo en las encuestas. Una persona con una carrera intachable y, al mismo tiempo, parte del problema. Encarna a la Italia cultísima, preparadísima y conectadísima. Su tío, Gianni Letta, fue uno de los hombres más cercanos a Berlusconi. Su padre, matemático, emérito en Pisa. Él estudió en Estrasburgo, fue democristiano primero, luego entró en gobiernos de centro-izquierda y, cuando cayó en desacuerdo con Matteo Renzi, se fue a dar clases un tiempo al Instituto de Estudios Políticos de París (Science-Po), el mismo donde trabaja ahora Arancha González Laya.
Forma parte de una élite intelectual, conectada con Europa y con el mundo y, al mismo tiempo, incapaz de entender lo que sientes cuando tienes que cerrar la ventana de casa en plena ola de calor porque se está quemando basura en la calle, se va la luz de tu edificio y te quedas blasfemando a oscuras con una sartén en la mano.
¿Qué se puede esperar de un sistema que no es capaz de organizar la recogida de basuras? Es una pregunta que lleva años vigente en algunas ciudades italianas y que ahora se podría convertir en el himno de la 'Vergogna', como encabezaba ‘La Stampa’ su portada del jueves, tras la caída de Mario Draghi.
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