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Dividendos maquillados de-liberadamente
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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Dividendos maquillados de-liberadamente

Las ampliaciones para entregar acciones liberadas no suponen una retribución al accionista ni aumentan la liquidez. Los directivos lo saben, pero buscan simular un mayor valor

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Érase una vez, en un país muy lejano y hace mucho, mucho tiempo. Había una empresa cotizada que iba muy bien. Todos los años repartía dividendos a sus accionistas e incluso compraba algunas acciones propias para amortizar. De esta manera, al año siguiente se repartían el beneficio entre menos accionistas y tocaban a más.

Un día apareció un competidor que ofrecía lo mismo más barato y poco a poco se fue haciendo con gran parte de sus clientes. A final del año siguiente el director financiero le dijo alarmado al director general que no habían tenido beneficios y que no iban a poder repartir dividendos. El director general le contestó que si no se repartían dividendos los accionistas les echarían en la próxima junta general. Tenemos que buscar una solución, concluyó.

Al día siguiente el director general volvió con una idea. En lugar de entregar dividendos a los accionistas, les entregarían más acciones. Acciones liberadas, por las que no tendrían que pagar. De esta manera la empresa no tendría que pagar ni un euro y los accionistas tendrían más acciones que valdrían menos cada una. El director financiero frunció el ceño y le dijo: los accionistas no son tontos, no va a colar.

En la siguiente junta de accionistas el director general se levantó y dijo a los propietarios de la empresa: tenemos una compañía maravillosa y por eso a partir de ahora en lugar de daros el dividendo en dinero, os lo vamos a dar en más acciones. Cada año seréis más ricos porque tendréis cada vez más acciones. Un empleado infiltrado empezó a aplaudir y poco a poco se animaron los demás asistentes. El júbilo se apoderó de todos y los directores general y financiero salieron a hombros de los accionistas.

Desde entonces los accionistas cada año tienen mayor número acciones pero el valor de su inversión no para de descender. No entienden por qué. Unos le echan la culpa a los bancos centrales y otros al gobierno. Fin del cuento.

España, octubre de 2018. Una empresa del mercado continuo realiza una ampliación de capital liberada. Entrega 1 acción por cada X antiguas. Pregunto a la empresa por email: “¿Qué sentido tiene que entreguéis una acción liberada por cada X?” La empresa contesta: “Buenos días Juan, entendemos que es una retribución al accionista, e intentar añadir un poco de liquidez al valor” Respondo al email: “¿Por qué aumenta la retribución al accionista la entrega de una acción liberada por cada X? Si entregaseis 100 acciones liberadas por cada X, ¿multiplicaríais por 100 la retribución al accionista? Para ejecutar esta operación, ¿Cuánto dinero de los accionistas está gastando la empresa en horas de trabajo de empleados, notarios, abogados, registros, tasas, etc?” A este último email no hay respuesta.

Las ampliaciones para entregar acciones liberadas no suponen una retribución al accionista (salvo que se recompren acciones por el mismo importe) ni aumentan la liquidez porque no se incrementa el número de accionistas ni cambia la composición del accionariado. Los directivos lo tienen clarísimo, pero si hacen estas operaciones es con el objetivo de simular un pago de valor a los accionistas.

Muy similar es el caso de los conocidos scrip dividends. Cuando la empresa da a elegir a los accionistas entre recibir dinero o acciones liberadas dejando como opción por defecto la entrega de acciones, la retribución al accionista se reduce a una pequeña fracción de lo que parece. Muy pocos inversores piden la entrega de dinero y solamente el efectivo que sale de la caja empresa supone una retribución real al capital. Quienes eligen dinero deben saber que gran parte del importe que reciben corresponde a su dilución (venta) en el capital. Quienes eligen acciones liberadas deben saber que la retribución es solamente por la parte en la que incrementan su porcentaje en el capital de la empresa. Es decir, por una pequeña parte de las nuevas acciones que reciben.

Ante este tipo de operaciones que realizan las empresas con el objetivo de fingir una mayor retribución al accionista, los inversores podemos decir basta o seguir aplaudiendo.

Érase una vez, en un país muy lejano y hace mucho, mucho tiempo. Había una empresa cotizada que iba muy bien. Todos los años repartía dividendos a sus accionistas e incluso compraba algunas acciones propias para amortizar. De esta manera, al año siguiente se repartían el beneficio entre menos accionistas y tocaban a más.

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