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Hombres viejos dominan la política global. No es una buena noticia
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Ramón González Férriz

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Hombres viejos dominan la política global. No es una buena noticia

Los líderes mayores no son algo nuevo. Pero resulta sorprendente cómo no solo están volviendo a la política estadounidense, sino a la de otras grandes potencias

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (EFE/EPA/Shawn Thew)
El presidente de EEUU, Joe Biden. (EFE/EPA/Shawn Thew)
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En las elecciones estadounidenses de 1984 se enfrentaron Ronald Reagan, que era el presidente en ejercicio, y el demócrata Walter Mondale. Durante la campaña, en el debate televisado definitivo, un periodista preguntó a Reagan, de 73 años, si, a su edad, sería capaz de hacer frente a los extenuantes retos de la seguridad nacional, que requerían noches en vela y reuniones inacabables. Reagan respondió con un chiste que puede verse en YouTube: “No voy a convertir el tema de la edad en un asunto de campaña. No pienso aprovechar políticamente la juventud y la inexperiencia de mi oponente”. Mondale, que tenía 56 años y había sido militar, fiscal general de su estado, senador y vicepresidente, se rio a carcajadas, como todo el público. Reagan ya era el presidente más viejo de la historia del país. Pero ganó a Mondale por una ventaja apabullante y terminó su presidencia con 77 años.

De modo que los líderes mayores no son algo nuevo (Konstantin Chernenko, el de la Unión Soviética en 1984, tenía la misma edad que Reagan). Pero resulta sorprendente cómo no solo están volviendo a la política estadounidense, sino a la de otras grandes potencias. Previsiblemente, en Estados Unidos, los candidatos de las próximas elecciones serán Joe Biden, que ha batido el récord de Reagan como presidente más viejo del país ya en su primer mandato —tiene ahora 80 años—, y Donald Trump, de 76. Vladímir Putin, el presidente ruso, tiene 70 años, pero cambió la Constitución de su país para poder seguir en el poder hasta 2036. Xi Jinping, el líder chino, también es relativamente joven, tiene 69 años, pero hace unos meses el Partido Comunista le eligió para un tercer mandato, incumpliendo el tradicional límite de dos, y la Constitución del país ya no le impide ser presidente vitalicio. En un gesto que ha llamado la atención de muchos observadores, Xi también ha roto la costumbre de los líderes chinos de teñirse el pelo de negro para transmitir juventud y vigor: hace tiempo que se le ven algunas canas, en lo que se ha interpretado como una demostración de que se siente por encima de las convenciones políticas del país y de que quiere reivindicar su veteranía en lugar de ocultarla.

Veteranos para una nueva guerra fría

Por supuesto, el que los líderes de tres de las principales potencias mundiales sean mayores tiene muchos elementos coyunturales. En Estados Unidos se debe, en parte, a la ausencia de candidatos más jóvenes con talento. En Rusia y China, sus dictadores dedicaron los primeros años de mandato a concentrar el poder en sus manos, sus élites lo permitieron y ahora, simplemente, pueden mantenerse en el cargo tanto tiempo como quieran.

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (EFE/Shawn Thew)

Pero es posible que haya razones más profundas. Una de ellas podría ser la incertidumbre: en momentos de cambio, los humanos sentimos una preferencia instintiva por hombres mayores y experimentados que transmiten serenidad y no se dejan llevar por la testosterona y las ambiciones transformadoras de los más jóvenes (curiosamente, los líderes hombres suelen ser más viejos que las líderes mujeres; a escala global, de acuerdo con datos del Centro de Investigación Pew, los primeros tienen una edad mediana de 62 años; las segundas, de 57). Aunque visto el carácter de algunos de los dirigentes mencionados, esta hipótesis parece endeble.

En contra de la asociación de la vejez con la sabiduría, es posible que los dirigentes mayores tiendan a ser más belicosos e imprudentes

Otra, más verosímil, es que las grandes potencias, de manera consciente o inconsciente, quieren que los líderes que guíen la próxima guerra fría hayan conocido la anterior. Las lecciones aprendidas del enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética, y todos sus países satélite, pueden ser muy útiles en un mundo en el que esa bipolaridad se repetirá, aunque ahora sea China quien ocupe el lugar de la URSS. Quizás a las élites les resulte relativamente más cómodo que, en este tipo de conflicto, en el que hay que mezclar con mucho tino las provocaciones y la contención, quien mande en su bando tenga mucha experiencia y se encuentre al final de su carrera. Además, hay un dato que podría ir en esa dirección. Con la excepción de Reino Unido (que ocupa el cuarto lugar), los países con mayor presupuesto militar —Estados Unidos (el primero), China (el segundo), India (el tercero, cuyo primer ministro, Narendra Modi, tiene 72 años) y Rusia (el quinto)— están gobernados por hombres mayores. En contra de la tradicional asociación de la vejez con la sabiduría, es muy posible que los dirigentes mayores tiendan a ser más belicosos e imprudentes que los jóvenes.

Sin líderes viejos en la UE

La excepción más llamativa en esta tendencia de las grandes potencias a buscar líderes mayores es, sin embargo, Europa. En la Unión Europea actual, son muy pocos los jefes de Gobierno —como António Costa, de Portugal, u Olaf Scholz, de Alemania— que pasan de los 60. Sin duda, eso también se debe a razones coyunturales de las políticas nacionales. Pero esta tendencia podría tener dos interpretaciones más profundas. Una de ellas la explican, de nuevo, los datos del Centro de Investigación Pew: los líderes de los países más libres tienden a ser, de mediana, más jóvenes (62 años), mientras en los más autoritarios la edad mediana del líder se dispara hasta los 69 años. La otra explicación es un poco más funesta, pero igualmente intuitiva: la Unión Europea no es exactamente una gran potencia. Dentro de Europa, España es una excepción aún mayor, incluso en términos históricos: nuestros presidentes suelen ser muy jóvenes, aunque luego, durante una larga carrera como expresidentes, no se resisten a seguir interviniendo en la política hasta la vejez.

Foto: Íñigo de la Serna y Borja Sémper en la reunión del equipo de campaña del PP para las elecciones del 28-M. (Cedida)

No es una buena noticia

Mucho de lo expuesto aquí son meras curiosidades que constatan lo obvio: la mejora de las condiciones de vida y los avances de la medicina permiten que los líderes estén en plena forma hasta edades muy avanzadas. Pero también dice algo del mundo. Al mismo tiempo que intentamos comprender a los jóvenes, saber qué piensan, cómo consumen y la manera en que están transformando los valores y la cultura, la política, en el caso de las grandes potencias militares que se hallan siempre al borde del conflicto, sigue siendo casi siempre un asunto de hombres mayores. Lo cual no es tranquilizador, porque los líderes mayores parecen más preocupados por pasar a la historia que por dejar un legado de estabilidad, y probablemente anuncie que entramos en una época de conflictos. Esperemos que a los europeos nos salgan relativamente bien, como en la era de Reagan.

En las elecciones estadounidenses de 1984 se enfrentaron Ronald Reagan, que era el presidente en ejercicio, y el demócrata Walter Mondale. Durante la campaña, en el debate televisado definitivo, un periodista preguntó a Reagan, de 73 años, si, a su edad, sería capaz de hacer frente a los extenuantes retos de la seguridad nacional, que requerían noches en vela y reuniones inacabables. Reagan respondió con un chiste que puede verse en YouTube: “No voy a convertir el tema de la edad en un asunto de campaña. No pienso aprovechar políticamente la juventud y la inexperiencia de mi oponente”. Mondale, que tenía 56 años y había sido militar, fiscal general de su estado, senador y vicepresidente, se rio a carcajadas, como todo el público. Reagan ya era el presidente más viejo de la historia del país. Pero ganó a Mondale por una ventaja apabullante y terminó su presidencia con 77 años.

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