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Juan Soto Ivars

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Prensa crítica es la que no critica a Pablo Iglesias

Para conocer de primera mano la tolerancia a la prensa crítica de Pablo Iglesias, a cualquier crítica, basta con recordar el destino de los que hicieron crítica interna en su partido.

Foto: El exvicepresidente del Gobierno y ex secretario general de Podemos Pablo Iglesias. (EFE/Juanjo Martín)
El exvicepresidente del Gobierno y ex secretario general de Podemos Pablo Iglesias. (EFE/Juanjo Martín)
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Lucía Méndez escribe una columna en 'El Mundo', “Examen de conciencia”, donde critica a Pablo Iglesias. Dice que en la profesión del periodismo hay gente con miedo a criticarlo porque ahora, desde 'La Base', su 'podcast', lanza a sus hordas de capillitas contra el que le apetezca. Esta aseveración de Méndez, fruto de sus impresiones personales, tiene una parte de acierto y una parte de error, como toda aseveración fruto de las impresiones personales. Empezando por las mías. Vamos allá.

A Pablo Iglesias se le ha dado caña cuando era político y también ahora que está en los medios. A Podemos se lo ha sometido a un escrutinio mediático que ha rozado, a veces, el linchamiento. Escribí un artículo, “La policía confirma que Podemos celebra ritos satánicos en sus sedes”, en uno de los momentos álgidos de este proceso, sin tener la más mínima simpatía por el partido. Elegí un titular engañoso que se desmentía en una reflexión sobre el exceso, pero mucha gente picó.

De Podemos se podía decir cualquier cosa, y había un buen montón de adversarios dispuestos a compartir una calumnia. Por mi parte, he criticado a Podemos y sigo haciéndolo con una absoluta sensación de libertad. Les voté algunas veces y luego me desagradó el alud de doble moral, egocentrismo victimista y mensajes eucarísticos en que naufragaban. He dedicado a Iglesias y demás dirigentes tantos artículos sarcásticos que no puedo apoyar las palabras de Méndez.

Foto: El exlíder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE/Nacho Gallego)

Pero, como decía, algo de acierto hay también. Vivimos en un país polarizado donde las cosas afectan mucho o poco según el ámbito en el que nos desenvolvamos. En general, la prensa y Podemos no se han llevado bien casi nunca. Tras un momento de curiosidad y cierta admiración, bajo los efectos del colocón del 15-M, la cosa se torció definitivamente en una guerra doble. La prensa conservadora y liberal era implacable con Podemos, pero Podemos rompió el tabú y empezó a señalar con nombres y apellidos a los periodistas molestos.

Mientras este proceso se acentuaba, empezó a ser común que Iglesias diera lecciones sobre lo que él considera buen periodismo crítico, y en estos discursos había, como en las palabras de Méndez, una parte de acierto y una de error. Lo que Iglesias ha dicho sobre la financiación de los medios y el pavor a criticar las operaciones del poder económico, se llame Florentino, Roures o Villar Mir, es cierto a grandes rasgos. Sin embargo, su discurso se desbarata cuando Iglesias hace periodismo.

Para este señor, el periodismo crítico es el que hace él mismo en 'La Base', donde hay dos colaboradores que loan su ingenio, o el del panfleto que le dieron a Dina Bousselham, que más bien parece una hoja parroquial del partido que un medio de comunicación. Periodismo crítico es, también, el que hacía Ferreras cuando lo trataba bien y se emplazaban a cenar en directo, pugnando por ver quién invitaba. Pero Ferreras pasó a ser periodismo de ultraderecha en cuanto la relación se torció.

Foto: Imagen: Learte

En pocas palabras: para Iglesias el periodismo crítico es el que ataca a sus enemigos, siempre que no le ataque también a él o sus amigos. Entonces, la justicia popular perfectamente dirigida por comandos de activistas en Twitter debe cernirse sobre el periodista molesto, cubrirlo de infamias y hacer piña.

Cada vez que un miembro de Podemos ha señalado a un periodista, las hordas se han lanzado contra él. Y la prueba es que hoy, día de la publicación del artículo de Méndez, cuando escribo esto, ella misma es 'trending topic' con más de 10.000 tuits coordinados para difamarla. Se han lanzado también contra Ana Pastor porque ha osado manifestar su apoyo a la periodista, prueba de que lo que dice Méndez es cierto. Señalan al enemigo y tratan de meter miedo a quien haya pensado en defenderlo.

¿Ha evitado esto que se critique a Pablo Iglesias? En mi opinión, sí y no. A los que escribimos en ciertos periódicos el ruido de Twitter no puede preocuparnos mucho. Pero eso no quita para que, como dice Méndez, sí que haya otros profesionales con pavor a criticarlo, tanto antes como ahora. Claro, esos periodistas no trabajan para el diario donde lo hace Méndez, sino en otros donde la influencia de Iglesias puede causarte un problema si le aprietas las tuercas.

A Iglesias le gusta que le adulen, como a cualquiera, pero casualmente llama periodistas críticos a quienes lo hacen con él

Yo conozco a periodistas y escritores de medios de izquierdas a los que se les terminó la colaboración después de una columna crítica (como Xabel Vegas, Reig). También a otros que me felicitaban en privado por un artículo sarcástico contra Podemos y se disculpaban por no hacer la más mínima mención pública, que “ya sabes cómo están las cosas”. Sí: hay miedo a meterse con Iglesias en ciertos ámbitos. Y lo sigue habiendo ahora, cuando puede dedicarte un dardo en el 'podcast' que te llene el Twitter de vomitajos en las horas siguientes.

A Iglesias le gusta que le adulen, como a cualquiera, pero casualmente llama periodistas críticos a quienes lo hacen con él. Pienso en la 'exclusiva' de Pedro Vallín sobre el corte de coleta con una foto en la que el líder tiene el libro del periodista en la mano; o en el perreo que protagonizó, entre loas, en La SER; o en la actitud de Àngels Barceló cuando Iglesias decidió que era una buena estrategia electoral abandonar un debate porque la de Vox no condenaba un envío de balas convenientemente hiperventilado por Iglesias y su prensa amiga. Envío de balas del que no hemos vuelto a oír hablar después de las elecciones. Periodismo crítico, lo llama.

Foto: Pablo Iglesias, durante su intervención en un curso de la UCM. (Twitter @jorgeresina)

Ahora Pablo Iglesias hace un programa que vende como 'podcast' colaborativo porque la gente puede echar monedas por 'crowdfunding', pero que es el resultado de un acuerdo con Jaume Roures, el único magnate de los medios de comunicación al que Iglesias no critica, porque es el único que no lo critica a él.

Para mí, este es el ejemplo más sangrante de lo que Iglesias considera periodismo crítico. Más sangrante que el bochornoso contenido de 'La Última Hora!' o el de 'La Base', ese 'Aló presidente' sin presidente. Para conocer de primera mano la tolerancia a la crítica de esta gente, no hay más que recordar el destino de los que hicieron crítica interna en su partido.

Lucía Méndez escribe una columna en 'El Mundo', “Examen de conciencia”, donde critica a Pablo Iglesias. Dice que en la profesión del periodismo hay gente con miedo a criticarlo porque ahora, desde 'La Base', su 'podcast', lanza a sus hordas de capillitas contra el que le apetezca. Esta aseveración de Méndez, fruto de sus impresiones personales, tiene una parte de acierto y una parte de error, como toda aseveración fruto de las impresiones personales. Empezando por las mías. Vamos allá.

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