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La animadversión entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias: un nuevo capítulo
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Esteban Hernández

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La animadversión entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias: un nuevo capítulo

La vicepresidenta segunda viajó a Andalucía para respaldar a su candidata, Inmaculada Nieto. La batalla abierta en las izquierdas por el liderazgo puede anticipar tensiones mayores con Podemos

Foto: Pablo Iglesias, junto a Yolanda Díaz, en el acto de cierre de campaña de 2021. (EFE/David Fernández.)
Pablo Iglesias, junto a Yolanda Díaz, en el acto de cierre de campaña de 2021. (EFE/David Fernández.)
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La presencia mediática de Yolanda Díaz en los últimos días ha sido notable. En cierta medida, iba encaminada a hacer valer su papel como ministra de Trabajo, el aumento de afiliados a la Seguridad Social y el buen número de contratos indefinidos creados. Pero más allá de eso, también pretendía enviar algunos mensajes para los tiempos que vienen. En el 'podcast' ‘Generación Futuro’, comentó varios aspectos del proyecto que encabezará, los más vinculados a los jóvenes; en el desayuno con Europa Press, fue más precisa y comenzó a dibujar en parte lo que será el resultado del proceso de escucha; en la entrevista con Ana Pastor, dejó algunas afirmaciones significativas, como el hecho de que ella está para sumar, también con el PSOE, al hilo de la unión entre el partido de Mélenchon y el socialismo francés.

Más que a Pedro Sánchez, su mensaje ("la gente no quiere que pensemos igual, quiere que caminemos juntas, que sumemos") iba dirigido a los suyos, empezando por Pablo Iglesias. Mientras la ministra hacia el recorrido por los medios, en Andalucía se estaba librando una batalla por las candidaturas en el espacio de la izquierda. Y es significativa mucho más allá de las formaciones que se presenten y de quiénes las encabecen.

El remedio al mal de la izquierda parecía ser un frente amplio con Yolanda Díaz de rostro visible. Hoy, es un poco menos factible

Las encuestas ofrecen muy malos resultados, en Andalucía y el resto de España, a Podemos y al resto de las fuerzas de la izquierda. El remedio frente a ese mal parecía estar claro: un frente amplio que recogiera las distintas formaciones, con Yolanda Díaz de rostro visible. La ministra podría hacer valer su popularidad, el trabajo institucional realizado y la fuerza de la unión para revitalizar un espacio en declive.

Foto: Pablo Iglesias junto a Yolanda Díaz en una imagen de archivo. (EFE/Mariscal)

Sin embargo, Díaz está tardando en llegar. Ha anunciado, por enésima vez, que iniciará lo que llama proceso de escucha, pero todavía no ha dicho ni qué ni con quién. Y Andalucía tiene culpa de ello, porque no parece buena idea concurrir, ya con su espacio creado, a un territorio en el que previsiblemente la izquierda obtendrá malos resultados.

Delgado contra Nieto, Díaz contra Iglesias

El problema es mayor, no obstante, porque las tensiones entre los distintos proyectos parecen haberse agitado especialmente en el momento previo a las elecciones. Una vez que Teresa Rodríguez había afirmado que Adelante Andalucía concurriría en solitario, el resto de formaciones acordó una candidatura común. Pero Podemos tenía la intención de que fuera su cabeza de lista, Juan Antonio Delgado, el que liderase el minifrente amplio, mientras que el resto de los partidos, comenzando por Izquierda Unida, preferían a Inmaculada Nieto como candidata. Díaz había apoyado la unión de IU, Verdes Equo y Más País, con Nieto como número uno, mientras que Iglesias y Belarra apostaban decididamente por Delgado. La foto de ayer de la Feria de Abril mostraba juntos a Garzón, Díaz y Nieto como prueba del respaldo de la vicepresidenta. A la hora de redactar estas líneas, continúan las negociaciones. Las cada vez mayores diferencias entre Iglesias y Díaz, con el hartazgo de la vicepresidenta con el exvicepresidente y los suyos (y viceversa), también tienen estas consecuencias.

Una ruptura en Andalucía le vendría bien a Díaz, que podría culpar del fracaso al cainismo y después proponerse como solución definitiva

Esta pelea, sin embargo, tiene una lectura más amplia. Lo llamativo en esta ocasión es que Podemos ha jugado seriamente con la opción de abandonar ese frente amplio. Ha intentado tender puentes con Teresa Rodríguez, por si una alianza con ellos era posible, y ha amenazado con ir en solitario. Sería un gran error, porque Podemos está muy débil en Andalucía, donde hay otras fuerzas, como Izquierda Unida, que tienen una implantación mayor. Además, le vendría bien a Díaz, que podría no implicarse en la campaña andaluza, culpar a la desunión del fracaso y proponerse como solución definitiva a la siempre cainita división de la izquierda. También por eso estaba en ‘El Objetivo’ señalando que hay que sumar.

Foto: Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, durante el acto de cierre de campaña el 2 de mayo de 2021. (EFE/David Fernández)

Sin embargo, que no ocurra en Andalucía no quiere decir que no vaya a ocurrir en otros lugares. Esta es una más de las confrontaciones entre Díaz e Iglesias, entre la sucesora y el fundador, y la tensión va en aumento. Hasta ahora, las tesis que se han manejado señalaban que ambos terminarían encontrándose, con los equilibrios pertinentes, pero es una opción que también puede no suceder. La coyuntura va a marcar el futuro.

El plan de la izquierda

La izquierda tenía un plan, bien dibujado, al que fiaba la suerte electoral. Después de la pandemia, llegaría una época de vitalidad económica, que se vería reforzada con la llegada de los fondos, lo cual permitiría ofrecer un buen cuadro macro, mejoras en el empleo y alivio para las pymes que habían sufrido con la pandemia. Con ese capital, el aval de la gestión de una época complicada y de la recuperación, y el elemento simbólico de la presidencia europea, las elecciones estarían bien enfocadas para el PSOE.

Foto: El exvicepresidente del Gobierno y exsecretario general de Podemos Pablo Iglesias. (EFE/Martín)

En el caso de Yolanda Díaz, el mapa era el mismo: trataría de hacer valer su gestión al frente de Ministerio de Trabajo, aprovecharía la imagen de persona conciliadora y la aceptación de la que goza, sumaría a su proyecto a distintas fuerzas de izquierda y, separándose del lado más hostil y combativo de Podemos, asentaría su bloque. Enfrente estaba un PP que tendría que gobernar con Vox, de modo que la alerta antifascista también jugaría su papel. El PP, además, estaba solo, únicamente tenía a su lado a los de Abascal, de modo que necesitaría sumar muchos escaños para tener alguna opción de gobierno.

El plan previsto por las izquierdas se ha desvanecido con la invasión de Ucrania. Y, además, las derechas están cada vez más fuertes

Sin embargo, ese plan ha desaparecido con la invasión de Ucrania. La incertidumbre domina estos instantes, con la inflación de fondo, los problemas de la energía, el anuncio de cambios en Europa de los que se desconoce aún la dirección que tomarán, con giros sustanciales en el proceso de globalización y con repercusiones geopolíticas, y con una era diferente que asoma por el horizonte.

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/EPA/Caroline Blumberg)

Y con una política interior que mes tras mes señala que la posibilidad de que PP y Vox sumen es muy real. El éxito de las derechas asoma por el horizonte de forma clara. O, por decirlo de otra manera, ya que la suma de PSOE y Podemos queda lejos de la que necesitarían para repetir Gobierno, el plan parece estar desvaneciéndose. Queda mucho para las elecciones generales, pero la sensación que se transmite es muy mala.

Mejor solos que sumar para el fracaso

Esto es especialmente relevante para la izquierda del PSOE, porque lo que les unió en los buenos momentos fue la posibilidad del éxito más que el hecho de compartir ideas. Dado que Díaz no ha lanzado todavía su candidatura, se desconoce cuál será su fuerza real. Tampoco es descartable que, una vez cercanos los comicios, su empuje no sea todo lo ilusionante que necesitaría.

Jugar la baza de las tres candidaturas, si las tensiones van en aumento, no es descartable

Si el gobierno se ve lejos, y la opción Díaz tampoco tiene un gran recorrido, los incentivos para la unión de las izquierdas tenderán a diluirse. Dado que los enfrentamientos personales son el telón de fondo, Podemos podría pensar que negociar con Díaz no sería conveniente, ya que va a ser poco generosa con ellos; o que les resultaría más útil ir en solitario, ya que, para lo poco que iban a obtener yendo en común, conseguirían más, en términos personales, yendo en solitario. Dado que Yolanda Díaz y Más País carecen de diferencias ideológicas, y cada vez son más parecidos, dejarían un espacio político para que Podemos pudiera ir por su cuenta.

Todo esto podría ser mal visto por los electores, pero tampoco está claro que perjudicase a todas las formaciones por igual. Un ejemplo lo tuvimos en Madrid: la presentación de tres candidaturas (PSOE, Más Madrid, Podemos) fue muy negativa para la izquierda, porque Ayuso arrasó, pero resultó catastrófica para el PSOE, bastante buena para Más Madrid y buena a secas para Podemos, que consiguió mejores resultados de los esperados. Jugar esa baza, si las tensiones van en aumento, no es descartable. Y Andalucía es un ejemplo de que los problemas van a más, no a menos. Es cierto que una candidatura a las generales en solitario sería difícilmente defendible sin Iglesias como cabeza de lista, pero esa es otra historia.

La presencia mediática de Yolanda Díaz en los últimos días ha sido notable. En cierta medida, iba encaminada a hacer valer su papel como ministra de Trabajo, el aumento de afiliados a la Seguridad Social y el buen número de contratos indefinidos creados. Pero más allá de eso, también pretendía enviar algunos mensajes para los tiempos que vienen. En el 'podcast' ‘Generación Futuro’, comentó varios aspectos del proyecto que encabezará, los más vinculados a los jóvenes; en el desayuno con Europa Press, fue más precisa y comenzó a dibujar en parte lo que será el resultado del proceso de escucha; en la entrevista con Ana Pastor, dejó algunas afirmaciones significativas, como el hecho de que ella está para sumar, también con el PSOE, al hilo de la unión entre el partido de Mélenchon y el socialismo francés.

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