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'Alias Grace', el cuento de la criada... criminal La nueva (y obligatoria) serie de Netflix
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Aloña Fernández Larrechi

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Aloña Fernández Larrechi

'Alias Grace', el cuento de la criada... criminal La nueva (y obligatoria) serie de Netflix

La plataforma de streaming estrena hoy una nueva adaptación de otra tremenda novela de la novela de la escritora canadiense Margaret Atwood

Foto: Fotograma del primer episodio de la miniserie canadiense 'Alias Grace'.
Fotograma del primer episodio de la miniserie canadiense 'Alias Grace'.

“Pienso en todas las cosas que se han escrito sobre mi. Que soy un demonio inhumano. Que soy la víctima inocente de un chantajista, forzada contra mi propia voluntad y en peligro de mi propia vida. Que yo era demasiado ignorante para saber cómo actuar y que colgarme sería un asesinato judicial. Que estoy bien y decentemente vestida, que robé a una mujer muerta para aparentarlo. Que tengo mal humor y mucho temperamento. Que tengo la apariencia de una persona por encima de mi origen humilde. Que soy una buena chica, manipulable, y nada malo sale de mí. Que soy astuta y desconfiada, solo un poquito mejor que una idiota. Y me pregunto, ¿cómo puedo ser todo esto a la vez?”

La torturada dueña de este monólogo es Grace Marks, una joven criada de origen irlandés que lleva quince años, desde 1843, encerrada en la Penitenciaría de Kingston, una de las ciudades más importantes del este de Canadá. Su delito: haber asesinado a Thomas Kinnear y a su ama de llaves, Nancy Montgomery. Según la sentencia del juicio por asesinato, Marks acabó con la vida de sus superiores con la ayuda de James McDermott, el mozo de cuadras de la hacienda de Kinnear. Él fue sentenciado a morir en la horca, pero antes tuvo tiempo de gritar: “Grace Marks me obligó a hacerlo. Es una puta, una asesina”. Ella fue condenada a cadena perpetua y encerrada en manicomios hasta su traslado a Kingston.

Foto: Joseph Fiennes en una secuencia de 'The Handmaid's Tale' (HBO España)

La historia de esta joven inspiró a Susanna Moodie, una de las escritoras más relevantes de la época, que incluyó la vida de Grace Marks en sus memorias, ‘ Life in the clearings versus the bush’. Que a su vez inspiraron a una de las escritoras canadienses más conocidas, Margaret Atwood. Tras adaptar la historia de la joven criada a la televisión en 1974 Atwood convirtió a Marks, veinte años después, en la protagonista de su novena novela, ‘ Alias Grace’. Un relato que la CBC canadiense y Netflix han convertido en miniserie y que desde hoy (a las 9 de la mañana) ya podemos ver en España.

Crimen, Historia y feminismo

Compuesta por seis episodios y adaptada a la televisión por la actriz, directora y guionista Sarah Polley, ‘Alias Grace’ es una producción en la que se combinan el thriller criminal psicológico, la ficción histórica y el drama feminista. Aunque para tranquilidad de la audiencia, es más digerible y menos aterradora que la última creación de Atwood llevada a la pequeña pantalla, ‘El cuento de la criada’. Lo cual no quiere decir que el último estreno de Netflix sea una serie ligera y la dramática historia de Marks no vaya a provocar en el espectador una gran variedad de sentimientos.

El proyecto conjunto entre la plataforma de streaming y la cadena pública norteamericana es eminentemente canadiense, y la actriz nacida en Toronto Sarah Gadon es la encargada de interpretar a Grace Marks. Sus compatriotas Paul Gross y Anna Paquin se ponen en la piel de las víctimas del asesinato, mientras que el británico Edward Holcroft hace lo propio con el rol del doctor Simon Jordan. El destinatario original de la narración, en primera persona, de la triste y desdichada de la sirvienta Grace Marks.

placeholder Grace Marks dentro de la penitenciaría.
Grace Marks dentro de la penitenciaría.

Confesiones con un alienista

La protagonista de ‘Alias Grace’ creció en el norte de Irlanda, y se encargó de ayudar a su madre en la crianza de sus ocho hermanos. Hasta que en 1840, cuando Grace solo tenía 12 años, murió en el barco que les llevaba a Canadá, y tuvo que encargarse por completo de ellos. Su padre, un cantero alcohólico y abusivo, no fue capaz de adaptarse a su nuevo hogar, y para hacer su existencia mucho más llevadera, obligó a la joven a trabajar como sirvienta “en una buena casa de Toronto”, la de la familia Parkinson. Tres años, y un traslado, después Marks fue condenada por la muerte de Kinnear y Montgomery.

Para descubrir qué sucedió durante ese tiempo, Atwood primero, y posteriormente Poley, utilizan a un alienista, el doctor Jordan. Un hombre paciente y apuesto que se ocupaba de la salud mental cuando la psicología y la psiquiatría eran una utopía y las enfermedades mentales se solucionaban encerrando a los pacientes en un manicomio. El mismo lugar en el que Grace Marks tuvo que padecer todo tipo de sufrimientos, infligidos por especialistas convencidos de poder tratar su (supuesta) maldad y su carácter. Experiencias que provocarán que la joven sea, inicialmente, reticente a conversar y compartir con el médico la historia que durante años alimentó los cotilleos de la provincia de Ontario.

placeholder Mary Whitney y Grace Marks, criadas de la casa de Alderman Parkinson.
Mary Whitney y Grace Marks, criadas de la casa de Alderman Parkinson.

Quince años de histeria

La aparición del alienista en la vida de Marks, después de quince largos y penosos años confinada en una soleada celda, no es fortuita. Un comité de caballeros y damas de la iglesia metodista trabajan para que sea perdonada y liberada. Según los informes, Grace no puede recordar lo que sucedió el día de los asesinatos y “exhibe síntomas de histeria”. Un diagnóstico controvertido que lleva al ministro eclesial a contratar a Jordan, con la esperanza de que descarte su perfil criminal, y simplemente confirme su estado de intensa excitación nerviosa provocado por alguna circunstancia de su pasado.

El carácter violento de su padre, su estancia en la casa de la familia Parkinson, o sus primeros meses en el hogar del señor Kinnear pueden ser responsables de los actos que llevaron a Grace a la cárcel. Unos asesinatos crueles que la joven se resiste a recordar, o compartir, y que son en realidad, la verdadera motivación del espectador. ¿Pudo la joven criada de mirada angelical matar brutalmente a dos personas? ¿O simplemente ejecutó un maléfico plan que llevó a su “compañero de trabajo” a llevar a cabo sus deseos? ¿Tal vez no tuvo nada que ver en el trágico suceso?

placeholder Zachary Levi interpreta al vendedor ambulante Jeremiah.
Zachary Levi interpreta al vendedor ambulante Jeremiah.

Puntos de vista y mujeres amnésicas

Como hemos podido ver recientemente en la producción británica ‘Liar’, ‘Alias Grace’ desarrolla un universo en el que el centro de atención es un acontecimiento del pasado que, poco a poco, es revelado a los espectadores. En esta intriga los protagonistas son los únicos narradores, con versiones a menudo subjetivas, producidas por un hecho traumático. Otra tendencia de la ficción televisiva internacional, que en los últimos tiempos ha puesto el foco de atención en mujeres que por culpa de diversas amnesias y trastornos, no son capaces de recordar el trágico suceso en el que se ven envueltas.

Desde ‘Blindspot’ hasta la recientemente estrenada ‘Absentia’, pasando por la belga 'Tabula Rasa' o la veraniega ‘The Sinner’, este tipo de protagonistas son una parte importante de la oferta de ficción serializada. El sello de distinción de ‘Alias Grace’ se lo da su interés histórico, su formato y, por supuesto, su autora. Una mujer experimentada en el arte de construir historias femeninas y feministas que han conseguido atrapar a los lectores primero y a los espectadores después. Y, tras los últimos Emmy, parece que también a los miembros de la Academia de televisión. Una pena que la Academia Sueca siga resistiéndose a los encantos de la autora canadiense. Afortunadamente, la ficción televisiva está dispuesta a acercar a todo el mundo su valioso y necesario mensaje.

“Pienso en todas las cosas que se han escrito sobre mi. Que soy un demonio inhumano. Que soy la víctima inocente de un chantajista, forzada contra mi propia voluntad y en peligro de mi propia vida. Que yo era demasiado ignorante para saber cómo actuar y que colgarme sería un asesinato judicial. Que estoy bien y decentemente vestida, que robé a una mujer muerta para aparentarlo. Que tengo mal humor y mucho temperamento. Que tengo la apariencia de una persona por encima de mi origen humilde. Que soy una buena chica, manipulable, y nada malo sale de mí. Que soy astuta y desconfiada, solo un poquito mejor que una idiota. Y me pregunto, ¿cómo puedo ser todo esto a la vez?”

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