Es noticia
"Rechacé un ascenso en el trabajo y desde entonces no dejo de arrepentirme"
  1. Alma, Corazón, Vida
  2. El consultorio psicológico del siglo XXI
Luis Muiño

El consultorio psicológico del siglo XXI

Por

"Rechacé un ascenso en el trabajo y desde entonces no dejo de arrepentirme"

Un lector pregunta a nuestro experto qué puede hacer para deshacerse de ese sentimiento que arrastra desde rechazó la oferta laboral de su vida

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

"He renunciado a un ascenso con su consiguiente incremento salarial. Renuncié a las 48 horas de tomar posesión. A las 72 horas me di cuenta de que había sido un auténtico error y por ello llevo cuatro noches sin dormir, depresivo, triste y pensando en la auténtica oportunidad perdida. No me perdono el no haber sabido afrontar la situación con más frialdad y distancia. Me mortifico continuamente, sobre todo por las noches y solo pienso en que no voy a prosperar nunca más en la vida. Lo veo todo negro...Tanto tiempo esperando y planificando el ascenso y en 48 horas, yo solo, tiro mi futuro laboral por la borda... No me perdono".

Ya he hablado en otro artículo del consultorio de lo limitante que puede resultar la culpa paralizadora. Allí contaba lo que, para mí, es una de las principales técnicas que aporta la psicoterapia: cambiar culpabilidad por responsabilidad. La primera lleva a esa parálisis vital en la que estás hundido. Es inútil para ti y para los que te rodean. La responsabilidad, sin embargo, es una buena forma de utilizar nuestros errores para acabar mejorando nuestra vida. Sustituir culpa por compromiso no eliminará ese desasosiego interior que sientes, pero servirá para convertirlo en una sensación útil para tu crecimiento vital.

Foto: Foto: iStock Opinión

Postureo social

Respondiendo a otros lectores he hablado de autores que nos alertan sobre la dificultad que tenemos en nuestra sociedad para asumir nuestros fracasos. El historiador Christopher Lasch ('La cultura del narcisismo') explicaba en este libro que en nuestra cultura es más importante el postureo social que la responsabilidad. Y por eso los personajes públicos tapan sus yerros.

Si escuchamos hablar a una persona que en este momento tiene éxito suele dar la impresión de que a lo largo de su vida ha subido continuamente peldaños hasta llegar a esta culminación. Todos tenemos la impresión de estar rodeados de personas que han encadenado éxitos continuos. En nuestro mundo resulta muy difícil encontrar referentes que nos hablen de sus errores.

El duro fondo de su abismo personal se convirtió en el sólido fundamento sobre el que reconstruyó su vida en otra dirección

Por eso, una de las primeras recomendaciones de los psicólogos que trabajan en estos temas es que abras los ojos a la omnipresencia de los fracasos. El noventa por ciento de nuestros actos son intentos fallidos. Por eso Oscar Wilde decía irónicamente que "experiencia es el nombre que damos a nuestros errores". Otra respuesta de este consultorio, en la que mencioné varios casos de "Grandes Personajes" que se equivocaron estrepitosamente antes de acertar vitalmente, te puede ayudar a ver que muchas personas a las que creemos conocer por una carrera jalonada de éxitos son, en realidad, buenos expertos en el fracaso.

Una de mis historias preferidas en ese sentido es la de Joanne, una mujer que a punto de cumplir los treinta años se consideraba absolutamente derrotada. Su breve carrera profesional en la enseñanza había terminado porque descubrió que había cometido un error vocacional y no tenía cualidades para su oficio. Su matrimonio, además, había durado poco más de un año: ella y su marido se habían separado meses después del nacimiento de la hija común. Sin trabajo (vivía de un subsidio estatal), tratando de sacar adelante sola a su hija y cargando con la culpa de haber decepcionado a sus padres —que habían hecho un gran esfuerzo por pagarle unos estudios de nivel para que nunca fuera pobre— Joanne acabó cayendo en una depresión clínica. Como contó años después en una conferencia —"Los inesperados beneficios del fracaso"— este sentimiento de descalabro vital le llevó a estar muy enfadada con el mundo.

Hundimiento del ego

Los psicólogos Carol Dweck y Elliot Aronson, autores del libro 'Mistakes Were Made (But Not by Me)', explican en sus páginas por qué esa es la primera reacción habitual en nuestro cerebro. Admitir nuestra responsabilidad en un error supone un bajón de nuestra autoestima. Y por eso intentamos auto-justicar nuestros deslices atribuyéndolos a las circunstancias o a la maldad de ciertas personas. Sabemos que, si falla esa táctica, el hundimiento del ego será inevitable. Al igual que Joanne, durante un tiempo caeremos en la idea irracional de que toda nuestra vida ha fallado.

El psicólogo Jonathan Haidt, en su libro 'La hipótesis de la felicidad', postula que ese descalabro puntual del ego es algo necesario para el desarrollo del ser humano porque lleva al crecimiento. No nos equivoquemos: este autor no cree en esa hipótesis tan arraigada en el imaginario colectivo de que los golpes nos hagan más fuertes. Lo que según él nos hace crecer son los sucesivos intentos de adaptación que hacemos.

Tranquilo. Todo pasa. El crecimiento después de un gran desacierto es lo habitual

En los momentos posteriores a asumir un fracaso nos convertimos en personas más flexibles. Y nos planteamos posibilidades que, de otra manera, no hubieran entrado en nuestro repertorio mental. Es lo que le ocurrió a la protagonista de la historia que te cuento. Joanne remontó poco a poco asumiendo que solo había fracasado en determinadas facetas de su vida. Y empezó a canalizar su energía dedicándose al único quehacer que en realidad le importaba: escribir. Si hubiera tenido éxito en cualquier otra cosa jamás habría encontrado en sí misma la determinación para triunfar con su verdadero don. El duro fondo de su abismo personal se convirtió en el sólido fundamento sobre el que reconstruyó su vida en otra dirección.

Afrontar cuándo te equivocaste

Créeme: la de esta mujer no es una historia única. El crecimiento después de un gran desacierto es lo habitual. Las investigaciones de Richard Tedeschi y Lawrence G. Calhoun, profesores en la Universidad de Carolina del Norte, nos recuerdan que las descripciones de bienestar psíquico meses después de los malos momentos superan ampliamente a los diagnósticos de depresión crónica. Y que las personas que han superado ese momento negativo no solo se sienten bien: se encuentran mejor en muchos aspectos de lo que estaban antes de afrontar el momento en el que se equivocaron.

Los cambios positivos que han vivido esas personas abarcan, según Tedeschi y Calhoun, muchas facetas de la psicología: ampliación de posibilidades vitales, mayor empatía y entendimiento del sufrimiento ajeno, mejora en las relaciones interpersonales, aumento del hedonismo y la capacidad de disfrute, mayor fortaleza y autoestima…

A pesar de lo que recomienda la 'Felicidad Naif' que parecen vender muchos libros de auto-ayuda, sentirse mal es necesario para enmendar nuestros errores. Cinco años después de aquel periodo fatídico, Joanne se había convertido en J. K. Rowling, la multimillonaria autora de la serie de 'Harry Potter'. Joanne Rowling describió con emotividad esta época de su vida en la conferencia que ofreció en junio del 2008 con motivo de la graduación de los alumnos de Harvard. En su 'apología de la necesidad del fracaso' les recordó que ellos, jóvenes triunfadores, estaban probablemente poco preparados para asumir sus yerros. Y que, de hecho, probablemente los temían. Algo que, según Rowling, constituye una mala estrategia en el mundo contemporáneo, en el que la única forma de aprender a vivir con éxito nuestra propia vida es aprender a fracasar una y otra vez aprendiendo de nuestros errores.

"He renunciado a un ascenso con su consiguiente incremento salarial. Renuncié a las 48 horas de tomar posesión. A las 72 horas me di cuenta de que había sido un auténtico error y por ello llevo cuatro noches sin dormir, depresivo, triste y pensando en la auténtica oportunidad perdida. No me perdono el no haber sabido afrontar la situación con más frialdad y distancia. Me mortifico continuamente, sobre todo por las noches y solo pienso en que no voy a prosperar nunca más en la vida. Lo veo todo negro...Tanto tiempo esperando y planificando el ascenso y en 48 horas, yo solo, tiro mi futuro laboral por la borda... No me perdono".

Social Psicología social Trabajo
El redactor recomienda