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No eres escritor hasta que vives de ello (y no de tus padres)
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No eres escritor hasta que vives de ello (y no de tus padres)

Ignacio Martínez de Pisón nos cuenta su vida en 'Ropa de casa'

Foto: Ignacio Martínez de Pisón en 2003. (Alamy/Opale/Basso Cannarsa)
Ignacio Martínez de Pisón en 2003. (Alamy/Opale/Basso Cannarsa)
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Ignacio Martínez de Pisón ha publicado veinticuatro libros en los últimos cuarenta años, y sólo en el último ha decidido contarnos su vida. Esto arroja diversas lecturas, no siendo la menos simpática de todas la que dice que su vida nunca tuvo el menor interés. Realmente la vida de Ignacio es un rollo. No es como que saliera de un orfanato y escribiera sus primeros libros mientras operaba una grúa en el puerto de Alicante.

Otra lectura, más académica, nos habla de una inercia sentimental propia del autor asentado. Si miran las obras completas de Robert Graves, Agatha Christie o Gabriel García Márquez, la autobiografía siempre llega al final, con el prestigio muy fortificado, el nombre extensamente reconocido y, quizá, algún dinero en el banco. Es el momento en el que el mago revela su truco: esto era yo, no se crean ustedes que fui otra cosa. Es tierno que un autor que cuenta con un buen montón de lectores decida de pronto hablarles de tú a tú, desvelar algo que no necesariamente beneficia a su obra y permitirse su minuto de vanidad. Es como si, durante décadas, con grandes novelas y grandes sueños, hubieran estado acumulando el derecho a hablar de sí mismos.

Por eso, en ocasiones, resulta tan obsceno que un autor joven, lo primero que escriba de todo, sea su ridícula vida de sufrimiento imaginario. Llegados al material de una vida, yo creo que un autor puede tomar dos caminos, si con ella quiere hacer un nuevo libro. Uno es contar su vida en un murmullo, apenas molesto, con intención de dejar un rastro y, tal vez, algunas pistas curiosas para los historiadores de la literatura. La otra, claro, es hacer tu mejor libro con tu propia vida.

Con todo, no creo que uno decida una cosa o la otra de forma totalmente consciente. La autobiografía de García Márquez no desplazó ninguno de sus grandes títulos; pero la autobiografía de Anthony Burgess, Ya viviste lo tuyo, sí que está entre lo más impresionante de su legado.

Foto:  El hijo de Gabriel García Márquez, Gonzalo García, en la presentación en Barcelona de la novela inédita. (EFE/Marta Pérez) Opinión
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El caso es que Ignacio Martínez de Pisón no ha querido hacer una gran obra con su vida. Ha hecho un libro para sus lectores y para los interesados en el periodo literario del que formó parte. Es un libro sencillo, directo, un tanto catastral. Registra cosas.

En su primera parte, Ignacio cuenta lo esperable: la familia y su estatus. Su vida empezó en Logroño, con padre militar y cierto abolengo luminoso. Era una familia de dinero, o de más dinero que la mayoría. Tenían "clase", como le decía su madre al pequeño Pisón. El conflicto en su vida, el drama, lo puso la muerte prematura del padre, ya trasladados a Zaragoza, y el modo en que la madre pasó de la inopia a ser una emprendedora fabulosa. Llegó a tener cuatro tiendas de ropa infantil. Mientras, Pisón iba a colegios privados y, finalmente, a Barcelona, donde pudo vivir gracias a que siempre estaba heredando trozos de patrimonio familiar. Se morían abuelos, tíos. Se podía ser escritor.

No sé si ha habido un solo escritor en España desde 1990 que no haya podido serlo gracias a que su familia tenía dinero

Si me apuran, no sé si ha habido un solo escritor en España desde 1990 que no haya podido serlo gracias a que su familia tenía dinero, le mandaba dinero o le dejaba un piso en Madrid. Del propio Enrique Vila-Matas se dice aquí que disfrutaba de una renta familiar mensual. Cuando yo salía por Madrid, y veía escritores, y conocía sus tareas de escritor (básicamente, no hacer nada), siempre me preguntaba lo mismo: ¿de qué vive todo el mundo?

Pues todo el mundo vive del dinero de papá, del piso de papá y de la herencia de la Tía Eloísa.

Y escriben los libros que cuentan la España verdadera y real, ojo ahí.

Si usted se ha preguntado alguna vez por qué comparecen tan pocos oficios en las novelas españolas (yo qué sé: camareros, abogados, taxistas, fontaneros, veterinarios, médicos… nunca se cuenta una vida laboral con detalle), se debe a esto tan simple: nadie ha trabajado nunca.

La segunda parte de Ropa de casa retrata ya, y bien pronto, una vida literaria. Pisón es escritor desde los veintipocos años, y enseguida hizo buenas migas con unos y otros y entró en Anagrama, con Jorge Herralde, que era como entrar en palacio. Pisón no se debe ni acordar de cuando no era escritor.

placeholder Portada de 'Ropa de Casa', la autobiografía de Ignacio Martínez de Pisón.
Portada de 'Ropa de Casa', la autobiografía de Ignacio Martínez de Pisón.

En estas páginas, en efecto, hay ciertos episodios, anécdotas y chismorreos que los historiadores de la literatura podrán compendiar e inflamar para dar salseo a sus manuales insufribles. "El gran santón entonces era Rafael Conte", leemos (de la crítica literaria). Aparece Muñoz Molina, Juan Cueto, Pedro Zarraluki, Claudio López de Lamadrid… No hay ni un gramo de maldad en el recuerdo de ninguno de ellos.

El pasaje más interesante, sin embargo, tiene que ver con Javier Marías, cuando se cumplen por estas fechas dos años de su fallecimiento. No diría yo que la obra de Pisón y la de Marías vayan por sendas similares, ni que el autor de una fuera a respetar al autor de la otra, dado que casi siempre se valora lo que comparte poética o intención, siendo que en un lado (Pisón) tenemos la prosa exacta y en el otro (Marías) la digresión desmandada.

Pero ambos fueron amigos, o coleguillas, durante diez años. "Marías me tenía por discípulo suyo a la manera en la que él se consideraba discípulo de Juan Benet". Don Javier le mandaba cartas comentando sus novelas, y dándole consejos muy atinados, como el que tiene que ver con la ambición literaria. Un autor ha de aspirar siempre a una obra mejor; si no, se pudre.

Martínez de Pisón no se debe ni acordar de cuando no era escritor

Acabó su relación cuando Marías dejó Anagrama, agriamente y echando cuentas de los libros que, según él, le robaban. Marías creía que vendía mucho más de lo que la editorial asentaba en las liquidaciones. (Ay, y las ganas que tengo yo de hablar de este asunto...).

Pisón, con todo, defiende a Herralde y a su equipo. "Siempre me pareció inverosímil. En una época de anticipos modestos, el que él había cobrado por esa novela [ Mañana en la batalla piensa en mí], que multiplicaba por cincuenta (y hasta por cien) el de la mayoría de compañeros de colección, era fabuloso (…), muy difícil de amortizar". ¿25 millones de pesetas, a lo mejor (en 1994)?

Pisón dejó de ver a Marías durante quince años, pero, de alguna manera, hizo caso al consejo de la ambición: ha escrito sus mejores novelas (y las más extensas) en su etapa en Seix Barral (desde 2005).

Ropa de casa (que hubiera tenido más sentido titulada El aprendiz) se despide de sus lectores con un "gracias".

La clase media no se busca problemas.

Ignacio Martínez de Pisón ha publicado veinticuatro libros en los últimos cuarenta años, y sólo en el último ha decidido contarnos su vida. Esto arroja diversas lecturas, no siendo la menos simpática de todas la que dice que su vida nunca tuvo el menor interés. Realmente la vida de Ignacio es un rollo. No es como que saliera de un orfanato y escribiera sus primeros libros mientras operaba una grúa en el puerto de Alicante.

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