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¿Inflación o recesión?
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Juan Ramón Rallo

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¿Inflación o recesión?

Ya sea por inflación o por recesión, en efecto, vienen trimestres complicados

Foto: Foto: Pixabay/Gerd Altmann.
Foto: Pixabay/Gerd Altmann.
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Si hace una semana los principales banqueros centrales del planeta nos decían que habíamos entrado en una nueva era de alta inflación y altos tipos de interés, que las fuerzas desinflacionarias que durante los últimos 15 años habían moderado la evolución de los precios y los tipos de interés ya habían comenzado a declinar, durante los últimos días hemos presenciado cómo las expectativas de inflación para los próximos años han empezado a caer con fuerza. Por ejemplo, la tasa de inflación promedio que los inversores esperan ahora mismo para el periodo 2027-2032 es del 2,1% (coherente con el objetivo de inflación a medio plazo de la Fed) frente al pico del 2,67% que llegó a alcanzar a finales de abril. La razón, en parte, cabe buscarla en el hundimiento de los precios de las materias primas que estamos presenciando durante las últimas jornadas (con la excepción de este jueves en la que se produjo un cierto rebote): el petróleo ha llegado a cotizar por debajo de 100 dólares, el gas natural se ha abaratado un 35% desde comienzos de junio y el trigo ya se halla más barato que antes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Y si las expectativas de inflación se están viniendo abajo, entonces, las expectativas de subidas de tipos de interés también lo están haciendo: el bono estadounidense a 10 años, que llegó a acercarse al 3,5%, se ubica ahora en el 3% y ha llegado a caer hasta el 2,8%. También en este lado del Atlántico, el euríbor ha moderado su ascenso desde superar el 1,1% hasta el 0,83% actual. Si los precios no suben tanto como se creía, entonces los bancos centrales también tendrán que endurecer tanto su política monetaria.

Foto: Los presidentes de la Fed, Jerome Powell, y del BCE, Christine Lagarde. (Reuters)

Pero ¿a qué se debe este súbito cambio de expectativas en el rumbo que van a seguir los precios a medio plazo? Obviamente, no a que el suministro de petróleo, de gas o de trigo se haya multiplicado de repente; no, en suma, a que se hayan resuelto esos problemas de oferta que presuntamente eran la causa última de la históricamente alta inflación que estamos padeciendo. No, la caída de los precios de las materias primas se debe a que en el mercado se ha instalado la sensación de que la recesión en la economía estadounidense es altamente probable y que, en consecuencia, presenciaremos una contracción del gasto agregado en los próximos trimestres.

En su momento, ya expusimos que sería muy complicado que esta elevada inflación se solventara sin empujar a la principal economía del planeta a una recesión. Acaso la novedad desde entonces haya sido la nueva actitud adoptada al respecto por Jerome Powell: a saber, que la Reserva Federal priorizará la lucha contra la inflación a la búsqueda del crecimiento económico y que, por tanto, no le temblará el pulso a la hora de subir los tipos de interés aun en medio de una recesión si ello resulta indispensable para contrarrestar la inflación. Parece que los inversores se han creído en parte sus palabras y por eso están alterando desde ahora mismo sus planes de acción. De ahí que, al mismo tiempo que la expectativa de tipos de interés futuros baje (no porque se priorice el crecimiento a la inflación, sino porque se confía en que la inflación comenzará a revertirse mediante la recesión), el dólar se siga fortaleciendo frente al resto de divisas: porque, ante una contracción económica, los mercados buscarán refugio en la moneda de reserva global.

Foto: Foto: iStock. Opinión
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Por supuesto, las expectativas actuales son expectativas forjadas con la información disponible hasta este momento y, por tanto, son susceptibles de modificarse tan pronto como aparezcan nuevos datos. Si comprobamos que la economía estadounidense se mantiene fuerte pese a las subidas de tipos de interés y que, en consecuencia, estas no están haciendo mella en el gasto agregado, entonces las expectativas de inflación y de tipos volverán a revisarse al alza. Pero, si llegáramos a una recesión donde la inflación no estuviese plenamente baje control, el riesgo cierto que correríamos es que volvamos precipitadamente a las andadas estimulantes y, como resultado, realimentemos la inflación minando la credibilidad futura del banco central (pues se habría comprobado que no es del todo cierto que prioriza la lucha contra la inflación frente al crecimiento económico).

De momento, parece que los mercados empiezan a tomarse más en serio el riesgo de recesión. Ya sea por inflación o por recesión, en efecto, vienen trimestres complicados.

Si hace una semana los principales banqueros centrales del planeta nos decían que habíamos entrado en una nueva era de alta inflación y altos tipos de interés, que las fuerzas desinflacionarias que durante los últimos 15 años habían moderado la evolución de los precios y los tipos de interés ya habían comenzado a declinar, durante los últimos días hemos presenciado cómo las expectativas de inflación para los próximos años han empezado a caer con fuerza. Por ejemplo, la tasa de inflación promedio que los inversores esperan ahora mismo para el periodo 2027-2032 es del 2,1% (coherente con el objetivo de inflación a medio plazo de la Fed) frente al pico del 2,67% que llegó a alcanzar a finales de abril. La razón, en parte, cabe buscarla en el hundimiento de los precios de las materias primas que estamos presenciando durante las últimas jornadas (con la excepción de este jueves en la que se produjo un cierto rebote): el petróleo ha llegado a cotizar por debajo de 100 dólares, el gas natural se ha abaratado un 35% desde comienzos de junio y el trigo ya se halla más barato que antes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

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