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¿Por qué se envenena la cita Sánchez-Feijóo?
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¿Por qué se envenena la cita Sánchez-Feijóo?

El presidente no pretende acercarse, sino profundizar en las diferencias que lo separan del bloque PP-Vox

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Chema Moya)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Chema Moya)
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"Seguimos a la espera", dicen en la Moncloa sobre la respuesta del PP a un eventual encuentro de Feijóo con Sánchez. Fue la reacción enlatada a las preguntas formuladas en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros y en el tradicional compadreo con periodistas en la copa de Navidad.

A los corrillos les importó más el futuro encuentro de Sánchez con el prófugo de Waterloo que con el jefe de la oposición. “Por supuesto que me reuniré con Puigdemont, aunque mejor cuando la amnistía sea un hecho”, nos dijo Sánchez. Lo considera un hito más en el “proceso de normalización” de la vida política. Y en ese proceso encajará la anómala bronca permanente entre el que gobierna y el que puede gobernar.

El eficiente método de trato con fuerzas subversivas (“Discreción en las negociaciones y publicidad en los acuerdos”) no se aplica a la presunta intención de pactar con el PP asuntos de interés general. Debería hacerse también con el PP si de verdad se buscan resultados. No es el caso. El presidente no pretende acercarse, sino profundizar en las diferencias que lo separan del bloque PP-Vox. Por eso plantea un imposible: forjar un pedestal totalizante donde todos arrimen el hombro, desde Junts hasta el PP. Los de Puigdemont, a cambio de vía libre hacia la república catalana, y los de Feijóo, por razón de Estado.

Véase el despropósito, una vez que Sánchez ha decidido no jugar por el centro (Weber se lo afeó en el contexto de su particular pulso familiar con Von der Leyen por la presidencia de la Comisión Europea). Su plan consiste en abrirse al ala subversiva del arco parlamentario. Y ese vector del análisis revienta el lugar común de que la gobernabilidad del Estado es —o debería ser— un reto transversal.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), saluda al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press/Pool/E. Parra) Opinión

Sánchez espera resolver los problemas de España con el apoyo de todo lo que hay a su izquierda hasta los confines del sistema, donde acampan sus objetores (republicanos e independentistas, básicamente). Esa apuesta, por legítima que parezca, es incompatible con una eventual incorporación del centroderecha al reto de la gobernabilidad. Si esta se pone en manos de los legítimos enemigos del Estado (que sean legítimos no los hace aconsejables como aliados) sobran las invocaciones a la razón de Estado o el interés general para recabar la cooperación del PP en asuntos como financiación autonómica, renovación del CGPJ o una inocua reforma de la Constitución.

Por tanto, huelga el rasgado de vestiduras por la indolente respuesta del PP a la celebración de un encuentro Sánchez-Feijóo. “Es inaudito”, “no tiene precedentes”, “cuando el presidente llama, se va” (Calviño dixit)… y en ese plan.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press/Jesús Hellín) Opinión

Dicen en la Moncloa que nunca había ocurrido en democracia. Es verdad. Pero tampoco había ocurrido en democracia que el futuro de España estuviese en manos de quienes no quieren ser españoles. Esa es exactamente la apuesta política de Sánchez para los próximos años, si no se desmorona antes el castillo de naipes, como sugiere Berna González Harbour en lúcida observación: “Los factores de implosión que aporta el propio Gobierno y sus aliados son tantos, que solo cabe sentarse a mirar”.

El PP se enreda dando largas o esgrimiendo fatuas razones para negarse a la cita de Feijóo con Sánchez: orden del día concertado, posibilidad de ampliar los asuntos a tratar, bote de humo para tapar el escándalo de Pamplona, la amnistía a los empapelados del independentismo, etc.

Entiendo que el PP dé largas o rehúya la cita. Pero no porque se haya enterado por la prensa o porque no le den el orden del día por escrito, sino porque está fuera de la ecuación de poder que se ha formado para garantizar la gobernabilidad de España. Si Sánchez cree en eso, como fuente de todos los bienes sin mezcla de mal alguno (concordia, freno a la ola antifascista, progreso social y democrático, paz territorial en la España diversa, etc.), ¿qué necesidad tiene de apoyarse en el PP?

"Seguimos a la espera", dicen en la Moncloa sobre la respuesta del PP a un eventual encuentro de Feijóo con Sánchez. Fue la reacción enlatada a las preguntas formuladas en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros y en el tradicional compadreo con periodistas en la copa de Navidad.

Pedro Sánchez Alberto Núñez Feijóo
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