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Al Grano
Por
Un criminal en la Casa Blanca y eso no es lo peor
Maquiavelo en su peor versión: el control de la riqueza justifica los medios para conseguirlo, incluida la cancelación de un orden mundial basado en urnas, leyes y derechos humanos
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No me juzguen apresuradamente. Tan solo traslado el dictamen institucional de Jack Smith. En el desempeño de su función como fiscal especial de los Estados Unidos, sostiene que Donald Trump participó en "un esfuerzo criminal sin precedentes para anular los resultados legítimos de las elecciones a fin de conservar el poder" (referencia a los hechos del 6 de enero de 2021).
También puedo remitirme a la reciente confirmación judicial de las condenas por 34 delitos en la consabida compra del silencio de una actriz porno con la que tuvo sexo recreativo. En este caso, el juez, Juan Merchán, presenta a Trump como delincuente convicto, aunque técnicamente sea intocable en su condición presidencial. Lo mismo ocurre en el caso de su comportamiento golpista tras caer derrotado en las elecciones de 2020.
Son reproches de menor cuantía frente a la que se avecina con la toma de posesión del nuevo presidente de los EE. UU. Hablamos de "ola reaccionaria", pero los vaticinios van más allá de un simple golpe de timón a la derecha.
La peor versión de Maquiavelo entra en la Casa Blanca: el control de la riqueza (es el fin del tecno capitalismo) justifica los medios para conseguirlo, incluida la cancelación de un orden mundial basado en la democracia, el derecho y el humanismo. Bajo la línea de flotación de su bien aireada hoja de ruta hay un siniestro plan para reventar la trilogía política y moral reinante en esta parte del mundo: urnas, leyes y derechos humanos.
Los pensadores de la "Ilustración oscura" (Nick Land, Curtis Yarvin) fabrican coartadas para reinstaurar la ley del más fuerte
Las piezas desordenadas de esa arquitectura saltarán por los aires con la normalización oficial del despropósito en EE.UU. Y con su potencial de contagio a los países adscritos al régimen de la democracia liberal. Volvemos a la ley de la selva. Marcha atrás hacia los tiempos oscuros que los hombres fueron superando a medida que el "logos" iba arrinconando al "mito".
De ahí la creciente sensación de estar entrando en una nueva época que ya tiene sus teólogos, sus agitadores y, por supuesto, sus beneficiarios. Profetas subversivos al desembarco en la Casa Blanca que, de uno u otro modo, vienen a justificar el retorno a la ley del más fuerte y la capitulación de los ideales frente a los intereses. Tecnócratas descreídos de la ONU, el derecho internacional, la justicia, los parlamentos, la separación de poderes y, por supuesto, totalmente exentos de inhibiciones morales en la gobernanza de lo público.
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No vienen solos. Cuentan con los pensadores de la "Ilustración oscura" (Nick Land, Curtis Yarvin, Peter Thiel). Profetas del despotismo de la inteligencia, no de la razón, al servicio de los tiburones de Silicon Valley (Elon Musk, Steve Bannon, Mark Zuckerberg) y fabricantes de coartadas para reinstaurar la ley del más fuerte en las relaciones humanas.
Las coartadas forman parte del relato destinado al arropamiento y consolidación de dirigentes políticos subidos a la ola reaccionaria en América y Europa y se posicionan contra la democracia liberal. A ver cómo evolucionan las etiquetadas de "tecnocapitalismo", "paleo libertarismo", "derecha libertaria", etc. Pero miedo da la que se hace llamar "tecnocracia militarizada" mientras el presidente norteamericano no descarta el uso de las fuerzas para anexionarse total o parcialmente los territorios de Panamá, Groenlandia o Canadá "por razones de seguridad". Uff
No me juzguen apresuradamente. Tan solo traslado el dictamen institucional de Jack Smith. En el desempeño de su función como fiscal especial de los Estados Unidos, sostiene que Donald Trump participó en "un esfuerzo criminal sin precedentes para anular los resultados legítimos de las elecciones a fin de conservar el poder" (referencia a los hechos del 6 de enero de 2021).