Podemos lanza un vídeo espantoso (que es un acierto estratégico)

Van fuerte los de Iglesias, en realidad no tienen otro remedio. Pero al menos son conscientes de lo mucho que se están jugando ahora. Han pasado las vacaciones y están aplicando el principio de iniciativa a pleno rendimiento. El lunes movieron ficha junto a ERC y Bildu con motivo de la ley del solo sí es sí, se ve que los morados también saben sumar. Y el martes han lanzado un vídeo que merece un análisis en profundidad porque tiene trascendencia estratégica.

Despejamos pronto la valoración de la factura de la pieza. El producto está muy lejos de la excelencia. Es tan largo que resulta eterno, más todavía porque falta ritmo por todos sitios. Trabajaron poco el copy —el texto— y por eso el resultado indigesta. Eran tantas las ganas de introducir cargas de profundidad hacia Yolanda que no priorizaron, no seleccionaron, no se quedaron en lo fundamental.

Destacan los elementos sectarios y paranoicos —el ataque a Ana Rosa y Ferreras—. Tics tan frecuentes en los dogmáticos como las purgas comunicativas, la desaparición de los protagonistas en el imaginario por no agradar al líder. Yolanda y Garzón, como Trotski en su día, han sido recortados, borrados de la historia.

Una historia que se quiere revestir de tono épico, de nuevo forzado, demasiado irreal y lejano, también tramposo, porque contiene la apropiación del espíritu del 15-M, que nunca tuvo dueño. Por ahí van los mimbres del patriotismo de partido que se quiere reivindicar para que no decaiga el ánimo a tan pocas fechas de las urnas y en un momento de adversidad cierta. Todo ello concentrado en el concepto central del vídeo: la rebeldía. La rebeldía íntima, cotidiana y precaria, convertida en instinto de supervivencia para evitar la muerte de la organización. Primero de populismo: manosear el sufrimiento del pueblo para que las élites descamisadas puedan vivir a todo trapo. Desde el chalé… agitar las tripas del extrarradio.

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La pieza se salva en los últimos 30 segundos porque es ahí donde palpita la carga estratégica: convocatoria a evento político de envergadura, en Zaragoza. Órdago a grande para levantar el orgullo de la organización, para emitir señales de vida ante el electorado y para apropiarse de la pureza. La izquierda pura, no la indistinguible con el PP, como quiere calificarse al PSOE, y no la muleta de Sánchez, como quiere enmarcarse a Yolanda.

El movimiento es bueno en clave electoral. Responde a una buena lectura de paisaje. Ningún partido ha sido lanzado con más apoyo del poder político y de los medios que Sumar. Si Podemos no aprieta ahora, corre el riesgo de verse llevado por la corriente hacia la irrelevancia; dentro de dos semanas, a solo un mes de las elecciones, puede ser demasiado tarde.

Si Podemos no aprieta ahora, corre el riesgo de verse llevado por la corriente hacia la irrelevancia

Puede que los militantes y los votantes se vean desmovilizados siguiendo la misma dinámica que se describe en el libro La espiral del silencio. Han acertado al darse cuenta de que toca bracear ahora, hacen bien en apostar fuerte. Podemos no puede permitirse el lujo de dosificarse ni de dejar nada para después, tiene que ir con todo y debe ir ya. Habrá quien piense que en el fondo lo que se está buscando es convertirse en lo que antes fue Izquierda Unida, tienen razón, ese y no otro es el objetivo.

La elección de Zaragoza, de Aragón, no es casual. Los morados forman parte de aquel Gobierno, la posibilidad de renovar mandato e incluso de obtener representación parlamentaria no está 100% garantizada, tienen una buena líder —dentro de la gravedad— y no hay peleas internas —el genocidio interno se culminó hace año y medio—.

El acto contiene además una virtud táctica. Sumar no está en condiciones de ofrecer una contraimagen comparable a lo que mostrará Podemos durante el próximo fin de semana. Y la charla que va a dar Pablo Iglesias permite emitir mensaje en estéreo. Así que atentos, atención, porque si algo se puede dar por hecho es que los de Podemos no están dispuestos a encaminarse mansamente al cadalso. Lucharán hasta el final en modo Waco, porque cada vez están más cerca de comportarse como una secta en lugar de como una organización política convencional. Pelearán a saco. Y lo harán hasta el final.