Crónicas desde el frente viral
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Los socios de la corrupción
Llama la atención el comportamiento del entramado de la mayoría parlamentaria ante el caudal de pestilentes informaciones sobre la trama corrupta que se publican cada día
Suele lamentarse que el Parlamento se haya convertido en un zoco. En realidad, no debería ser un problema. Tenemos el sistema de partidos que tenemos y la lógica democrática funciona con la mecánica de la negociación. Es lógico que los representantes de los ciudadanos busquen en la aritmética del Congreso la manera de conseguir sus objetivos políticos.
Otra cuestión, esta sí preocupante, es que las fuerzas minoritarias puedan someter a las mayoritarias imponiendo un programa destituyente. E incluso que trabajen la demolición del sistema mientras amparan la corrupción.
En el Parlamento español, esta es la semana de oro de los delincuentes. El Gobierno expenderá a los nacionalistas catalanes que delinquieron un pasaporte de impunidad. Y, simultáneamente, recibirá de manos de sus socios un certificado equivalente ante un escándalo que en cualquier otro lugar civilizado ya habría provocado una catarata de ceses y dimisiones.
Llama la atención el comportamiento del entramado de la mayoría parlamentaria ante el caudal de pestilentes informaciones sobre la trama corrupta que se publican cada día. El silencio es cósmico.
Nadie parece ver, en toda la basura que sigue amontonándose, ningún motivo para la ruptura o para replantearse la relación con Sánchez. Y nadie ha levantado su voz, aunque sea para expresar algo parecido a la inquietud.
El partido de Yolanda Díaz, quizá el más feminista del planeta tierra, por supuesto el más abolicionista de la prostitución en el sistema solar, premiará con su silencio los pagos por Bizum de la trama tras su paso por los lupanares. Hermano, yo sí te creo.
El partido de Pablo Iglesias, historia viva de la humanidad en su revolución popular contra las élites, premiará con su mutismo a la casta que se repartía en las marisquerías los contratos y las comisiones mientras el pueblo aplaudía a los sanitarios caídos en los balcones.
Los nacionalistas vascos, máxima expresión de la pureza, premiarán con su quietismo en Madrid - a pocas semanas de las urnas vascas-a quien podría continuar siendo socio del PNV en Euskadi y ya lo es de Bildu en Navarra.
Y los nacionalistas catalanes, víctimas perennes, héroes sistemáticamente perseguidos por las fuerzas de la represión, premiarán con su silencio ante el inédito hecho de que los sospechosos supiesen desde hace meses que estaban siendo investigados. No parecen demasiado interesados en que se sepa quién avisó a los malhechores.
Y no lo están porque su interés principal consiste en aprovechar la debilidad que la sombra de la corrupción arroja sobre el gobierno justo en el tramo final de la negociación de la amnistía. Así que Sánchez irá detrás a darles todo lo que pidan.
En esas estamos. Está todo tan podrido que una ley redactada a la medida de los delincuentes, habiendo terrorismo y traición de por medio, se nos contará en términos de éxito y conquista para la convivencia.
Escucharemos que es el salvavidas imprescindible para Sánchez según veamos la rendición completa de un Gobierno sin principios y sin autonomía política.
Muy mal tienen que ver las cosas en Moncloa para que la pesadilla se haya convertido en un sueño deseable de repente. Hace un mes, la amnistía era la primera preocupación, la primera causa del abandono de las capas electorales socialistas. Hoy es la salvación. ¿Por qué?
Porque allí son conscientes de que el caudal informativo sobre la corrupción no va a secarse. Seguirá constante durante las próximas semanas, y podrá desaparecer y aparecer como el Guadiana durante los próximos meses. Pero persistirá en el primer plano de la actualidad durante los próximos años.
Y porque también saben que el cuerpo social tiene un lento proceso de digestión, que las encuestas publicadas estos días recogen las primeras consecuencias del desastre gallego, y que hasta dentro de una quincena no podrá empezar a verse el perímetro inicial del boquete propiciado por la corrupción.
El gobierno tiene que emitir la impresión de que la legislatura no colapsará antes de que se haga visible el cataclismo demoscópico inminente. Es decir, antes de que el rechazo se transforme en malestar, y luego en descrédito social. Por eso ven en la amnistía y en los presupuestos la tabla de salvación de su naufragio.
Y, para eso, requiere Sánchez que sus socios miren calladitos hacia otro lado aunque lo tenga casi todo infestado por la corrupción. Necesita la complicidad que le está prestando tanto la extrema izquierda como el nacionalismo, y que después se cobrarán con más cesiones en cómodos plazos.
Así que, a día de hoy, no hay quien pueda predecir cuántas derivadas más contiene el escándalo ni cuántos terminarán imputados, tampoco cuánto dinero nos han robado ni cuántos cargos del sanchismo serán sacrificados para mantener con vida al jefe.
Y, al mismo tiempo, no hay quien pueda dudar de que la debilidad de Sánchez aumentará. Y de que los socios no dejarán de serlo, porque cuanto más débil esté él, menor será su capacidad de negociación.
Sucede, sin embargo, que asociarse a la corrupción podría no resultar inocuo. El silencio cómplice de Coalición Canaria, Podemos, Junts, ERC, Bildu y PNV puede no ser del todo comprendido por los votantes.
Estamos, a fin de cuentas, frente a un caso que impacta de lleno en un trauma colectivo. Y dejar ese flanco desprotegido podría acabar siendo una idea regulera, por ejemplo de cara a la campaña electoral vasca.
Por otro lado, el simple paso del tiempo puede variar la distribución de incentivos. Habiendo lo que hay en juego en las próximas elecciones catalanas, cuesta imaginarse a los competidores de Salvador Illa permitiéndole que salga de rositas, incluso que llegue a ser candidato. Cobrarse esa pieza es un caramelo al alcance de la mano.
Sánchez, que ya traicionó al PSC para obtener su investidura, puede traicionar a Illa para que Puigdemont tenga el gobierno de Cataluña. El de Waterloo piensa que cuanto peor esté todo, mejor le irá a él y a la independencia. Ahora su capacidad de chantaje es todavía mayor. Cero miedo a estar asociado con la corrupción porque ya lo estaba. Apreteu, le ha venido Koldo a ver.
Suele lamentarse que el Parlamento se haya convertido en un zoco. En realidad, no debería ser un problema. Tenemos el sistema de partidos que tenemos y la lógica democrática funciona con la mecánica de la negociación. Es lógico que los representantes de los ciudadanos busquen en la aritmética del Congreso la manera de conseguir sus objetivos políticos.
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