Crónicas desde el frente viral
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Escenarios para la segunda vuelta francesa
El comportamiento electoral del macronismo es un misterio difícil de desvelar antes del domingo porque Mélenchon puede generar tantos anticuerpos como Le Pen
Empezó el recuento y mis amigos franceses cayeron en depresión. Gente de mediana edad, bien formada y bien pagada. Tipos informados, suscritos a todas las plataformas, cultos y cosmopolitas. No daban crédito al escrutinio, decían que sus compatriotas no entendían la grave situación del país.
En realidad, ha ocurrido y está ocurriendo lo contrario. Son mis amigos los que no entienden a Francia. Ellos son los ganadores y la mayoría no. Ellos viven sin incertidumbres y no miran demasiado el precio en los restaurantes. Pero el resto tiene miedo y hace muchos números para ver cómo llenar el carrito del supermercado.
Los círculos descuidadamente burgueses que seleccionan y adoptan las tendencias culturales, que dictan lo que es políticamente correcto y lo que no, lo que debe leerse o verse en el cine y lo que ha de desdeñarse, son hoy más pequeños que nunca y cada vez menos influyentes. En el mercado electoral, basta con ver estas urnas, se han quedado sin capacidad prescriptiva.
Siguen pagando cara la ropa para vestirse como progres. Pero votan al revés que los obreros franceses, ya volcados al lepenismo, igual que las clases más humildes y que las clases medias empobrecidas.
Siguen comiendo bio y exhibiendo conciencia eco. Pero votan lo contrario que los agricultores. Siguen teniendo querencia hacia lo vintage. Pero votan distinto a los mayores de sesenta, otros que también han perdido el temor hacia la extrema derecha sin perder el miedo a los migrantes, singularmente al auge del islamismo.
Algunos de mis amigos, muy abiertos a la cultura woke, muy concienciados con lo de Gaza –y menos con lo de Ucrania-, más amantes del mestizaje en los bares que en sus barrios, ni siquiera parpadearon viendo a Rima Hassan –reconocida antisemita- junto a Mélenchon en el discurso de la noche electoral.
Ellos votarán de nuevo al Frente Popular y continuarán sintiéndose moralmente superiores a todos los demás. Para ellos ser de izquierdas es tan adecuado como el resto de sus artículos de lujo. No necesitan la política. Pueden permitírselo.
Otros de mis amigos, más moderados, con tendencia a considerarse intelectualmente más dotados y a calificarse de liberales, procesaron como papilla el mensaje macronista de cara a la segunda vuelta. Ellos, que de verdad se creen lo del extremo centro, lo entendieron a la primera.
La consigna de enfrentarse a la extrema derecha fue mucho más tibia en el bloque central tras la dura victoria de la extrema derecha. Habrá pacto republicano pero light porque, al fin y al cabo, estamos hablando de dos extremos. Este martes por la tarde, veremos hasta dónde llega en el mapa ya con todas las retiradas despejadas en las diferentes circunscripciones. Otra cosa será lo que ocurra después, a la hora de votar.
El comportamiento electoral del macronismo es un misterio difícil de desvelar antes del domingo porque Mélenchon puede generar tantos anticuerpos como Le Pen. Anticipar un trasvase completo de todos los electores moderados hacia la izquierda es, en mi opinión, correr demasiado.
En cualquier caso, el hecho de que exista un pacto más o menos blando frente a la ultraderecha no será inocuo. Sin ese movimiento podría darse por segura una fuerte mayoría del lepenismo.
Lo anterior no significa que la absoluta esté fuera del alcance de Bardella. El escaño 289 está dentro de la horquilla que contempla Harman -250/300-. Por lo tanto, ese es un escenario que todavía no se puede descartar del todo.
Las proyecciones de IPSOS -230/280- y de IFOP -240/270- son algo menos halagüeñas para la ultraderecha. En estos momentos, ese es el paisaje más probable para los expertos y para los mercados. Por eso las bolsas europeas alumbraron el lunes en verde emitiendo señal de alivio.
Nada tiene mayor capacidad de adaptación que el dinero. Una adaptabilidad que, por cierto, es crudamente racional, la cincuentena de escaños de los Republicanos bien pueden servir para completar la mayoría –presupuestos— y para evitar que se desate una crisis de deuda.
El tercer escenario sería más complejo, requeriría la participación de más actores para la conformación de un Gobierno que, probablemente, tendría que ser “técnico”, para gestionar lo mínimo y aguantar al menos un año porque antes no puede haber moción de censura.
Finalmente, hemos de dejar abierta la opción de que el Frente Popular logre la victoria. En ese caso, el imprescindible apoyo de los macronistas exigiría el arrinconamiento de Mélenchon, un protagonismo inesperado de los socialistas y dejaría a la ultraderecha frotándose las manos hasta las elecciones presidenciales marcadas en el calendario de 2027.
Ante este panorama, la llamada de Macron a la sociedad francesa para “clarificar” el resultado de las recientes elecciones europeas solo puede calificarse en términos catastróficos: es suicida para el bloque central y es también lesiva para el interés del país, de Europa y de Occidente en su conjunto.
Dentro del conflicto que marca nuestro tiempo entre demócratas y autoritarios, lo mejor que puede ocurrir es que la segunda potencia continental caiga en un tiempo indefinido de bloqueo político, esto es, que la democracia francesa se adentre en un periodo de hibernación.
Los franceses han refrendado el malestar desesperado que expresaron el 9 de junio. El bloque central no ha colapsado del todo, pero queda en manos de uno de la extrema izquierda que viene denunciando desde hace años. Así que me temo que será muy, muy, muy difícil volver a poner en pie ese proyecto en tiempos tan polarizados como los nuestros.
Francia se está transformando y ya ha dejado atrás el punto de no retorno. Durante unos días, podrá evitar que el régimen entre en crisis. Lo que ya no está en manos de mis amigos, en realidad de nadie, es impedir una transformación del sistema de partidos que nos terminará afectando.
Empezó el recuento y mis amigos franceses cayeron en depresión. Gente de mediana edad, bien formada y bien pagada. Tipos informados, suscritos a todas las plataformas, cultos y cosmopolitas. No daban crédito al escrutinio, decían que sus compatriotas no entendían la grave situación del país.
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