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El Papa votaría a Vox
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El Papa votaría a Vox

El rechazo de monseñor Munilla al 'traidor' de Feijóo y la carta del arzobispo de Oviedo muestran que Vox es en quien mejor se reconoce la doctrina de la Iglesia en la familia, la confesionalidad y el rechazo al aborto, la eutanasia o el matrimonio gay

Foto: El papa Francisco, recibiendo a jugadores españoles en el Vaticano. (EFE/Vaticano)
El papa Francisco, recibiendo a jugadores españoles en el Vaticano. (EFE/Vaticano)
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La noticia es falsa, pero bien podría ser cierta. Que Vox hubiera fichado a monseñor Munilla como recurso electoral. Y que la eventual entrada de la ultraderecha en el Gobierno conllevaría la reapertura de la Oficina Nacional Clasificadora de Espectáculos, precisamente para responsabilizar al polémico obispo de Orihuela-Alicante del departamento de censura. No es verdad que se haya producido un acuerdo entre su excelencia y Abascal, pero sí es del todo cierto que José Ignacio Munilla exterioriza sus afinidades hacia Vox igual que ha abjurado de Núñez Feijóo, acusándole de haber traicionado a la grey católica por sus cálculos electorales.

Y no le faltan razones al monseñor. El programa de Vox rima en consonante con las posiciones de la Iglesia. Y no me refiero a las excentricidades incendiarias de Munilla —"la homosexualidad es una enfermedad"—, sino al rechazo explícito del papa Francisco al aborto, la eutanasia, el matrimonio gay y la ley trans, entre otras restricciones programáticas. Conviene recordarlo cuando la progresía tanto exagera su devoción al pontífice porteño. Y cuando se regala al santo padre la etiqueta de revolucionario. Bergoglio piensa igual que Munilla en las posiciones nucleares. Mejor dicho, es Munilla quien piensa como el Papa. Cuestión de jerarquía y de obediencia. Y de convicciones bien asentadas.

Foto: El papa Francisco saluda a la gente en la plaza de San Pedro. (Reuters/Yara Nardi) Opinión
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Lo confirma la carta pastoral que ha remitido a sus fieles este fin de semana el arzobispo de Oviedo. Y no solo porque monseñor Sanz Montes enfatice con orgullo el catolicismo de Vox, sino porque se carcajea del cambio climático y se adhiere a la noción de la vida en todos sus estadios, "naciente, creciente y menguante", precisamente para recordar a la feligresía el rechazo doctrinal al aborto y a la eutanasia. La homilía rebosa de moralina y de sentimentalismo. Y alude incluso a una pintoresca España de coros y danzas, de tal manera que la fuerza saliente del 23-J "ha de tener cuidado del bien moral de la unidad de un pueblo rico en historia, paisaje, lenguas y riquezas complementarias".

Parecidas conclusiones podrían leerse en un artículo que monseñor Cañizares publicaba en La Razón a propósito de los comicios del 28-M, aunque tanto valen las conclusiones de su levantina eminencia para alumbrar a las ovejas del rebaño en las elecciones del 23-J, asumiendo la trinidad de Dios, patria y familia. "No podemos dar nuestro voto a quien no defienda el derecho a la vida, en todas las fases de su existencia, desde su concepción hasta su muerte natural: deberían quedar excluidas las formaciones que promuevan o favorezcan el aborto como un derecho, o la eutanasia, disfrazada a veces como muerte digna, que es otra cosa muy distinta".

Foto: Mel Gibson en un fotograma de la película 'Braveheart'.

Interviene, desde el púlpito, monseñor Cañizares, igual que hacía el párroco de San Firmino en la escena más desternillante de Divorcio a la italiana. Coincide la homilía con las elecciones en la película de Pietro Germi. Estamos en la época hegemónica de la Democracia Cristiana. Y entiende el sacerdote que debe matizarse la libertad de los vecinos: "Votad lo que queráis, siempre que sea un partido democrático y cristiano". Cañizares y la Iglesia no indican a quién no votar de manera explícita, pero de manera implícita exponen un procedimiento de descarte que acordona las opciones de Sumar y el Partido Socialista. Ni siquiera es una opción la papeleta del PP. Porque Génova 13 aprueba el matrimonio gay. Y porque su líder no piensa revocar en modo alguno la reforma del aborto.

"También deben excluirse [del voto] aquellos grupos que no salvaguarden ni promuevan el debido respeto a la familia, a su verdad, a sus derechos, ni garanticen políticas familiares adecuadas y prioritarias (…) habrá que evitar dar el voto a aquellas formaciones políticas que, en estos momentos, están promoviendo o tolerando un acoso sordo y sutil, pero real y sistemático, a lo religioso en personas e instituciones". Las reflexiones del cardenal valenciano alojan mayor sutileza que las declaraciones altisonantes de Munilla, pero implican la misma actitud electoral y el mismo sesgo discriminatorio. Le gusta a Munilla el modelo de Orbán. Y el de Meloni. Y considera que Feijóo es un presidente taimado cuyo oportunismo electoral aleja al PP de sus raíces democristianas.

Foto: Silvio Berlusconi. (Reuters/Remo Casilli) Opinión

¿A quién votaría Francisco si pudiera? ¿Qué partido de cuantos se presentan el 23-J es el más próximo a un modelo de sociedad confesional? ¿Quién defiende acaso mejor que Vox la familia tradicional, la educación religiosa, la cultura de la vida? ¿Quién rechaza de manera categórica el aborto, la eutanasia, las leyes trans y LGTBI, el relativismo moral? No comparte Bergoglio el sesgo xenófobo de Vox, ni sus posturas negacionistas del cambio climático, pero las discrepancias entre Santi Matamoros y su santidad pesan menos que las convergencias y las afinidades doctrinales, más todavía cuando Abascal se erige en condotiero del catolicismo contra los peligros del islam y se atribuye los clichés más extravagantes de la Reconquista.

Votad lo que queráis, diría el papa Francisco, siempre y cuando sea un partido que se enuncie en latín y que gobierne con el catecismo, aunque el aspecto más interesante del catolicismo de Vox es que la influencia de los grupos ultracatólicos —del Opus al Yunque— contradice la razón de ser del cristianismo —o sea, la tolerancia— y demuestra que la religión nada tiene que ver con la fe ni con la metafísica, sino con una concepción de la identidad cultural, fanática y excluyente.

La noticia es falsa, pero bien podría ser cierta. Que Vox hubiera fichado a monseñor Munilla como recurso electoral. Y que la eventual entrada de la ultraderecha en el Gobierno conllevaría la reapertura de la Oficina Nacional Clasificadora de Espectáculos, precisamente para responsabilizar al polémico obispo de Orihuela-Alicante del departamento de censura. No es verdad que se haya producido un acuerdo entre su excelencia y Abascal, pero sí es del todo cierto que José Ignacio Munilla exterioriza sus afinidades hacia Vox igual que ha abjurado de Núñez Feijóo, acusándole de haber traicionado a la grey católica por sus cálculos electorales.

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