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La línea Maginot de Pedro Sánchez
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La línea Maginot de Pedro Sánchez

El secretario general del PSOE ha culminado su blindaje en el poder tras desplegar con éxito varias operaciones defensivas: nombramientos de lealtad acreditada, sometimiento de los gestores del IBEX y un partido-plataforma a su disposición

Foto: Pedro Sánchez, durante su intervención en el Foro de Davos. (Reuters)
Pedro Sánchez, durante su intervención en el Foro de Davos. (Reuters)
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El presidente del Gobierno es un político implacable. Y previsor. Por eso está fortificando su posición dentro y fuera de su partido. Sabe que esta legislatura será distinta y más difícil que la anterior y que, con tres procesos electorales inmediatos (Galicia, País Vasco y europeas) en los que las perspectivas del PSOE no son alentadoras, necesita un blindaje completo y sin fisuras.

El PSOE, desde la aprobación de los nuevos Estatutos en su 40 Congreso de octubre de 2021, ha perdido su tradicional organicidad y se ha transformado en una plataforma para el liderazgo de su secretario general. En 2022 y 2023, se aprobaron también dos reglamentos internos importantes, el de Funcionamiento de la Comisión Federal y el Federal de los Estatutos. De tal manera que la organización responde normativamente al modelo que él ha implantado: personalista y absorbente.

Hoy, Pedro Sánchez da un paso más e incorpora a varios ministros a la Ejecutiva del PSOE, que suma ya diez titulares de departamentos: María Jesús Montero, Teresa Ribera, Félix Bolaños, Óscar Puente, Jordi Hereu, Pilar Alegría, Isabel Rodríguez, Ana Redondo, Diana Morant y Elma Saiz. Cuenta con la lealtad completa de Santos Cerdán, secretario de organización y negociador de los pactos con Puigdemont. Salen de la ejecutiva, entre otros, Mayte Pérez, estrecha colaboradora del crítico Javier Lamban, que no ha acudido a la Conferencia de La Coruña por motivos de salud (desgraciadamente ciertos). La ausencia de García Page en el evento, en abierta disidencia, se ha motivado en un oportuno viaje a China del presidente de Castilla-La Mancha.

Exministros colocados

Complementariamente, el presidente ha colocado en posiciones de control a varios ministros de sus anteriores gabinetes. Por citar algunos: Héctor Gómez, exministro de Industria, ocupa la embajada de España ante las Naciones Unidas; Miquel Iceta, exministro de Cultura y Deporte, asume la representación del Estado ante la UNESCO; Juan Carlos Campo, exministro de Justicia, ha accedido a propuesta del PSOE, a la plaza de magistrado en el Tribunal Constitucional, situación idéntica a la ex directora general de la Moncloa, Laura Díez. José Manuel Rodríguez Uribes, exministro de Cultura y Deporte, asume la presidencia del Consejo Superior de Deportes. Pedro Duque, exministro de Ciencia e Innovación, preside Hispasat, la exministra de Transportes y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, hace lo mismo en Paradores Nacionales y el ex secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, preside la estratégica agencia EFE. Pedro Saura, militante disciplinado del partido, ha sido nombrado presidente de Correos y no se descartan cambios en otras presidencias de empresas públicas. Por fin, Fernando Galindo, antes subsecretario del ministerio de Política Territorial, ha sido nombrado letrado mayor y secretario general del Congreso.

El listado anterior es enunciativo porque debe añadírsele el recién nombrado grupo de secretarios de Estado y las varias direcciones generales que han sido desprofesionalizadas para que las desempeñen cargos de confianza no funcionarios. Sin olvidar el batallón de asesores de libre designación. En el reparto para la fortificación de Sánchez hay que incluir la distribución en el grupo parlamentario entre sus más fieles de las presidencias y portavocías de las comisiones del Congreso.

Entre junio de este año y finales de 2026, además, vencen los mandatos del Gobernador del Banco de España, de la presidenta de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, las presidencias de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia y de la Comisión Nacional de Valores y la de la Comisión Nacional de Transparencia y Buen Gobierno que el Ejecutivo se ha encargado de neutralizar sin que sus responsables hayan movido un dedo para reprobar la opacidad del Ejecutivo en aspectos importante de su gestión: los pactos de investidura y los posteriores con los partidos independentistas. Faltan las provisiones de la presidencia del Consejo de Estado después de que la Sala III del Supremo anulase el nombramiento de la exministra Magdalena Valerio y de la Agencia de Protección de Datos, que se debe producir después de un duro reproche del alto tribunal anulando un acuerdo del Consejo de ministros al respecto.

Tabula rasa del PSOE anterior

Sánchez desea, además, disponer de un think tank diferente al tradicional del PSOE, la Fundación Pablo Iglesias, ahora presidida por la exministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, una entidad fundada en 1977 pero con raíces históricas en la década de los años veinte del siglo pasado. El secretario general del PSOE ha apostado por Avanza, un laboratorio de ideas que conducirá Manuel Escudero, miembro de la ejecutiva del partido y, en la actualidad, embajador ante la OCDE en París. Esta iniciativa es expresiva de un proceso de decisiones que tratan de enterrar las evocaciones del PSOE anteriores a su mandato. Tabula rasa.

Esta operación de blindaje del presidente se completa con otras que se califican de "sometimiento", siendo la más expresiva de todas ellas la que ha conseguido con éxito la docilidad de los gestores más importantes de las empresas del IBEX. A todos ellos (como aquí informó Agustín Marco el pasado día 12) los convocó Manuel de la Rocha, secretario de Estado al frente de la oficina económica de la presidencia, para que acudiesen a un encuentro con Sánchez en Davos el pasado día 17. Con manifiesta desgana, acogidos en un recinto con ambiente de tanatorio, en torno a una mesa desnuda, el líder socialista logró una imagen con los empresarios a los que ha vapuleado (tarea ahora al cargo de las vicepresidentas Ribera y Díaz). El dinero es cobarde.

Esa foto, sin embargo, no ha transmitido buena sintonía sino aquietamiento. Solo tres empresarios (Francisco Reynés, de Naturgy; Luis Gallego, de IAG y José Bogas, de Endesa) asistieron en vivo y en directo al discurso de Sánchez en la localidad suiza en el que lanzó otra operación: su pretendido liderazgo de la socialdemocracia europea ante la previsión de que los populares de la UE y las fuerzas de extrema derecha logren una mayoría más cualificada en el Parlamento de Bruselas de la que disponen ahora. Portavoces oficiosos de esta táctica internacional de Sánchez reconocen que se trataría de reforzarle en la política interior. La Moncloa parece haber asumido que el presidente no puede contar con la previsibilidad del partido de Carles Puigdemont ni con la solvencia de Yolanda Díaz, cuyo enfrentamiento con Podemos es incapaz de resolver por sí misma o con la mediación de otros dirigentes de Sumar, un proyecto que no termina de cuajar.

Los jueces y fiscales se resisten

Esta particular línea Maginot de Sánchez (así denominada la defensa amurallada de Francia en las fronteras con Alemania e Italia, construida tras la I Guerra Mundial y que cayó a las primeras de cambio por el empuje del ejército del III Reich) dispone de algunos contrafuertes muy sólidos: el triple ministerio de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes que maneja Félix Bolaños en el recinto de la Moncloa y una estructura orgánica en la presidencia del Gobierno, bajo su directa dependencia, que es de una dimensión hipertrofiada y que, de hecho, cortocircuita la relevancia de cualesquiera otros ministerios.

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Con un sistema de medios postrado financieramente, Pedro Sánchez se ha quedado sin adversarios en la ejecución de sus propósitos. La mochila de Vox que tan pesadamente recae sobre las espaldas del PP le permite al socialista un discurso, que, aunque cínico, es efectivo. Pincha en hueso, sin embargo, con jueces, magistrados y fiscales que mantienen con entereza su función jurisdiccional y emiten señales inequívocas como la asistencia de varios de ellos al acto protagonizado por Felipe González y Eduardo Madina el pasado martes en CaixaForum.

Estuvieron también en el evento los magistrados del Constitucional, Concepción Espejel y Enrique Arnaldo. Fue invitado verbalmente Cándido Conde Pumpido, presidente del TC, que rehusó. Lógico: él y los seis magistrados progresistas y constructivistas son el último búnker de la línea Maginot de Pedro Sánchez y el mecanismo de intrusión más efectivo para desactivar resoluciones de las Salas de lo Penal y de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo.

Cuadra en esta descripción sobre los síntomas de autocracia en España la acertada reflexión de Ramón González Férriz en su último ensayo (Los años peligrosos. Por qué la política se ha vuelto radical. Editorial Debate): "Es probable que en los próximos años se agudice la tendencia actual a reducir la separación de poderes para atenuar la autonomía de los jueces y asegurar que el poder real lo ejercen los cargos electos […] Es probable que la polarización se convierta en una nueva normalidad." Y añade: "¿Será el nuevo mundo que está surgiendo necesariamente más autoritario, menos libre, más controlado y menos plural? Mi respuesta tentativa es que sí. Se lo debemos a los años peligrosos". Cierto. Siendo este 2024 para nuestro país y para su democracia el año que alberga los peores y mayores riesgos desde 1978.

El presidente del Gobierno es un político implacable. Y previsor. Por eso está fortificando su posición dentro y fuera de su partido. Sabe que esta legislatura será distinta y más difícil que la anterior y que, con tres procesos electorales inmediatos (Galicia, País Vasco y europeas) en los que las perspectivas del PSOE no son alentadoras, necesita un blindaje completo y sin fisuras.

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