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Si esto es lo que hay, quizá no lo habrá durante mucho tiempo
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Josep Martí Blanch

Pesca de arrastre

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Si esto es lo que hay, quizá no lo habrá durante mucho tiempo

Las concesiones a Junts fruto de la urgente necesidad convirtieron en innegables las acusaciones de la oposición sobre la realidad que acompaña al Gobierno

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), tras la votación. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), tras la votación. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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Malas noticias para el Gobierno. Muy malas. “Es muy difícil gobernar así”, dijo Yolanda Díaz. Lo cierto es que “gobernar así es imposible” hubiese estado más cerca de la verdad. El pleno extraordinario del Congreso de esta semana ha hecho realidad las proyecciones más pesimistas sobre las condiciones en las que va a desarrollarse la legislatura y el tipo de desempeño que podrá brindarnos el Ejecutivo. Así se puede ser Gobierno, pero no gobernar. A tenor de lo visto, pintan realmente bastos.

El Gobierno entendió, aunque probablemente le convenía más retirarlos, que no podía permitirse que decayeran los tres textos que requerían convalidación. Y con tal fin se avino a un ejercicio de improvisación negociadora con Junts sobre al alambre del reloj que marcará tendencia de cara al futuro.

Lástima, para los intereses del PSOE, que el hecho de que finalmente se salvaran dos de los tres decretos no proyectase la imagen de un gabinete serio y capaz, sino más bien todo lo contrario.

Las concesiones a Junts fruto de la urgente necesidad —ya veremos a la hora de la verdad en qué quedan exactamente, porque todo aparenta más pan que embutido— convirtieron en innegables las acusaciones de la oposición sobre la realidad que acompaña al Gobierno. Un Ejecutivo obligado a vivir permanentemente con un cuchillo empuñado por alguno de sus socios de investidura amenazándole el cuello. Y así no es que no pueda o resulte imposible gobernar, es más bien que no se debe.

Los pactos exigen concesiones. Ese no es el problema. Y para un Gobierno que está en minoría en el Congreso, la negociación es inevitable e incluso, desde una perspectiva democrática, totalmente saludable. Y eso no tiene por qué dañar forzosamente sus prestaciones.

Pero para que eso sea así, han de cumplirse algunas condiciones. La principal es el mínimo cumplimiento del compromiso de lealtad entre los que pactan. Esta semana hemos visto claramente que esa condición no se dará durante esta legislatura. Sánchez ha conseguido ser investido, pero tras eso no hay más plan que el de resistir a lo que venga a través de la improvisación.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ofrece una declaración en el Senado tras avalar Junts los decretos de Sánchez. (EFE/Fernando Villar)

Quienes ven en el actual Gobierno la capacidad de desarrollar un plan maestro al servicio de una determinada idea de España —con independencia del juicio que a cada uno merezca ese teórico proyecto— son realmente optimistas. Porque lo que parece, en realidad, es que estamos ante un gigantesco ejercicio de improvisación. Y que si así fue para la investidura, ahora sabemos que también así será durante toda la legislatura.

La negociación a la carrera con Junts para salvar finalmente dos de los tres decretos reveló con total nitidez la debilidad en que está instalado el Gobierno y su poca consistencia. No por las cesiones a los junteros, pero sí por el modo en que estas se exigieron, concedieron y formalizaron. Sánchez ha enseñado en el espejo de Junts el camino que han de seguir el resto de los socios para hacer del Congreso un permanente mercado de pulgas. Mal asunto.

La anunciada cesión de las competencias en inmigración a Cataluña es la prueba de esa inconsistencia. Insistimos, no por el hecho en sí, sino por las formas. De hecho, ni el propio Gobierno sabe en realidad a lo que se ha comprometido. Se trataba únicamente de que Junts pudiera tener relato para justificar su abstención y grabase su primer spot electoral con base en un asunto que va ganando importancia en Cataluña como es la inmigración.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la VIII Conferencia de Embajadores hoy en Madrid. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez) Opinión
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Pero no es serio tratar cosas tan relevantes de este modo. Una cesión de competencias de tal calibre —gestión integral, dijeron— no puede negociarse a la carrera por los pasillos del Senado para asegurarse la victoria en una votación en el último minuto. Hacerlo así —con independencia de la bondad o perjuicio de la medida y de su encaje legal— solo abona la idea de que el único objetivo del Gobierno es sumar un día a otro día sin más objetivo que el de proyectarse en el tiempo. Solo que resistir, por muy meritorio que resulte, no puede ser el objetivo de un Gobierno y menos aún cuando acaba de iniciar su singladura. Hemos visto un Gobierno débil. No por la necesidad de sumar apoyos para hacer realidad sus iniciativas. No por la obligación de ofrecer contrapartidas a quienes están en condiciones de prestárselo. Negociar es política. Pero las formas, en política, son también el fondo.

La debilidad que ha transmitido el Ejecutivo nace más bien del propio reconocimiento explícito tras las votaciones, después del espectáculo que acompañó toda la jornada, de que esto "es lo que hay" y también lo que habrá, y más le vale a todo el mundo acostumbrarse. Es la debilidad de quien ante la dificultad solo ofrece resignación y la amenaza de que con otros sería todavía peor.

Pero si esto es realmente lo que hay y lo que habrá, la estrategia socialista de dar por hecho que para blindarse solo necesita repetir la idea de que un Gobierno de derecha y ultraderecha siempre será más perjudicial se amortizará rápidamente.

Foto: El vicepresidente y portavoz de JxCAT, Josep Rius. (EFE/Quique García) Opinión
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Si el espectáculo que se nos ha brindado en una sesión de lo más ordinaria, extraordinaria únicamente por el tipo de convocatoria, ha alcanzado tal vistosidad, no es difícil imaginar cómo van a desarrollarse las cosas cuando deban afrontarse carpetas de mayor enjundia y trascendencia.

Ha sido una semana aciaga para el Gobierno. Y peor aún cuando para convencernos de que no ha sido tan mala lo único que se nos ofrece como argumento es el consabido “es lo que hay”. Vigilen y mejoren con el argumentario. Porque si esto es lo que hay, quizá no lo habrá por mucho tiempo.

Malas noticias para el Gobierno. Muy malas. “Es muy difícil gobernar así”, dijo Yolanda Díaz. Lo cierto es que “gobernar así es imposible” hubiese estado más cerca de la verdad. El pleno extraordinario del Congreso de esta semana ha hecho realidad las proyecciones más pesimistas sobre las condiciones en las que va a desarrollarse la legislatura y el tipo de desempeño que podrá brindarnos el Ejecutivo. Así se puede ser Gobierno, pero no gobernar. A tenor de lo visto, pintan realmente bastos.

Pedro Sánchez Junts per Catalunya
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