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Esteban Hernández

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El papel real de Steve Bannon en todo esto

El exasesor de Trump es percibido o como el hombre del mal o como un falsario que trata de atribuirse méritos de los que carece. Pero su tarea es importante, más de lo que parece

Foto: Steve Bannon, en su visita a Roma. (EFE)
Steve Bannon, en su visita a Roma. (EFE)

Puede decirse que Steve Bannon es un gran ejemplo, pero de la insensibilidad que atenaza al 'establishment' occidental: es el mejor reflejo de cómo el liberalismo económico dominante pretende continuar haciendo lo mismo en un mundo que ya no existe.

Tras la entrevista concedida por Bannon a 'El País', en la que apenas cuenta novedades salvo su reacción al acuerdo de Italia con China o su deseo expreso de retirar a Francisco del Papado, las reacciones han sido las habituales. La más frecuente consiste en menospreciar la figura de Bannon, a quien se señala como una suerte de fracasado, alguien que tras ser despedido por Trump intenta hacerse un hueco en Europa, una suerte de vendemotos que se atribuye un liderazgo inexistente. El mismo 'The Guardian' cayó en esa visión, y le dedicó un documental destinado a hacer ver que el peso de Bannon en Europa era ínfimo, porque su iniciativa estaba hundiéndose.

Magia negra

La otra versión retrata a Bannon como un mago en la sombra, un hombre del mal que tiene la fórmula para convencer a los desencantados con el sistema para que voten a la extrema derecha, un diablo que manipula a los occidentales para que respalden los partidos que él apoya. A estos pertenecería Vox, parte de esa magia negra que necesita ser combatida radicalmente por los demócratas para evitar que llegue el fascismo.

Una llamada de Robert Mercer a Trump fue decisiva para que Bannon entrase a trabajar como ideólogo del presidente estadounidense

Lo cierto es que Bannon no es una cosa ni otra, y es más fruto de la típica tendencia de expertos y medios de reducir los fenómenos sociales a personajes. Más allá de su talento (dudoso o no) para leer los tiempos, la creación de la 'Internacional de la derecha' no es algo que dependa del bueno de Steve. Cabe recordar que su valedor en 'Breibart', el medio de comunicación de la 'alt-right' que le dio a conocer, fue el dueño del diario, Robert Mercer. El multimillonario estadounidense se hizo rico con Renaissance Technologies, un 'hedge fund' especializado en la creación de algoritmos a través de los cuales operaba con éxito en el mercado financiero, y llevó ese conocimiento a la política.

La gente que encumbró a Bannon

Mercer, también propietario de parte de Cambridge Analytica, prestó apoyo con sus análisis de datos a Farage durante el Brexit y ayudó financiera y tecnológicamente en la campaña de Trump. Una llamada de Mercer a Trump fue decisiva para que Bannon entrase a trabajar como ideólogo del presidente estadounidense. Esta es la clase de gente que ha encumbrado a Bannon, la misma que conoce el tipo de instrumentos tecnológicos que han hecho crecer a la extrema derecha, la que ha apostado por Bolsonaro, la que ha sacado al Reino Unido de la UE y la que ha apoyado el liderazgo mediático de Salvini.

El papel real de Bannon es el de poner cara a un movimiento electoral y geopolítico que está cambiando el mundo y debilitando la UE

De manera que reducir todo este fenómeno a Bannon es simplificar en exceso las cosas. No olvidemos que las opciones ideológicas detrás de Bannon son aquellas que han apostado por forzar un cambio geopolítico, por acabar con el balance de fuerzas establecido durante la globalización y por generar un nuevo reparto del poder mundial. La aparición de una gran potencia emergente, China, ha provocado el repliegue de EEUU, que ha dado un paso atrás dentro de sus fronteras para dar dos adelante en el contexto global. En ese escenario, la UE es un actor más frágil, porque su socio principal ha avisado de que la sociedad se rompe y de que, a partir de ahora, la Unión será considerada como un enemigo comercial.

El gran cambio

Aquí es donde juega el papel real Steve Bannon, como punta de lanza de un movimiento geopolítico que trata de debilitar la UE, de romper un eje Francia-Alemania más integrador, haciendo de cortafuegos de las tentaciones de acercarse a Rusia, por ejemplo con el Nordstream 2, tensionando la Unión desde los países perdedores, como Italia, y empujando desde algunos países del Este hacia la debilidad europea.

Las presiones de Trump y los suyos en favor de un Brexit duro están jugando un papel importante

Pero, mientras tanto, seguimos anclados en el eje del desprecio y nuestro 'establishment', nacional y europeo, describe a Bannon como un parado que alardea de algo que no puede hacer, a Salvini como un fascista, a sus votantes como unos paletos retrógrados y así sucesivamente. El Brexit es una buena muestra de esto, y no solo porque se haya utilizado con insistencia esta retórica para calificar a los 'brexiters', sino porque continúa empleándose para describir la situación en el Reino Unido. Se habla de improvisación, de locura, de dirigentes que no saben qué hacer, así como del caos y la catástrofe que supondría para los británicos un Brexit duro, como si las actuales dudas proviniesen de un país desorientado que no sabe cómo actuar después del referéndum. Pero haríamos bien en olvidarnos de estas nimiedades, y señalar que las presiones de Trump y los suyos en favor de un Brexit duro están jugando un papel importante. No hay más que leer lo que le dijo Trump a May, en el sentido de que si no le hacía caso y se olvidaba de cualquier relación con la UE, no habría acuerdo de comercio alguno con EEUU, así como el reciente artículo de Eric Trump, “May debería haber hecho caso del consejo de mi padre sobre el Brexit”, en el que asegura que las élites controlan Londres desde Bruselas y que May está tratando de sabotear el Brexit.

Las derechas, contra el 'establishment'

Cuando nos fijamos en los personajes en lugar de en las fuerzas y en las estructuras que configuran una época, se acaba dibujando un mapa ficticio y, en consecuencia, perdiendo todas las batallas. Bannon no es un genio del mal o un mero tejedor de ilusiones que está tratando de impulsar la extrema derecha en Europa, sino parte de un movimiento organizado, con actores tecnológicos y geopolíticos que están poniendo en marcha un nuevo reparto de poder global. Los cambios en Oriente Medio son consecuencia de estas transformaciones, como lo es el giro en Sudamérica, un socio importante de China que con Macri, Bolsonaro y la presión a Maduro EEUU está empezando a recuperar.

En todo este movimiento, las nuevas derechas son parte esencial, hasta el punto de que el nuevo eje electoral en Occidente no es derecha/izquierda sino las extremas derechas contra el 'establishment'. Esto fue la lucha por el voto entre Trump y Clinton, entre Le Pen y Macron, entre Sánchez y Abascal, entre Haddad y Bolsonaro, y así será con cada vez más frecuencia. En ese escenario, la sensación de superioridad que exhibe nuestro 'establishment' liberal alimenta las nuevas fuerzas políticas. Por más que el mensaje alarmista pueda servir coyunturalmente, mientras no se cambie nada y no se tomen las medidas apropiadas para solucionar los problemas reales, esta marea seguirá creciendo de un modo u otro. De momento, ya ha conseguido llevar los debates a su terreno, y alcanzarán un buen resultado en las elecciones de la UE. Y la cosa no acaba aquí.

Puede decirse que Steve Bannon es un gran ejemplo, pero de la insensibilidad que atenaza al 'establishment' occidental: es el mejor reflejo de cómo el liberalismo económico dominante pretende continuar haciendo lo mismo en un mundo que ya no existe.

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