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María José Canel

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Las razones de Sánchez

Sánchez no es de derrotas, aunque sean mínimas. Realmente resulta difícil explicar por qué Sánchez anticipa las elecciones generales​… salvo que él no quiera presentarse

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Mariscal)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Mariscal)

Nadie fue capaz de prever que Pedro Sánchez adelantaría las elecciones generales al 23 de julio. Ni se esperaba una victoria tan grande del PP ni una derrota tan clara del PSOE. Nadie, salvo Sánchez, contaba con estar calentando motores electorales de nuevo en menos de 12 horas.

¿Qué ventajas y desventajas valora Pedro Sánchez para preferir esta opción?

Vayan primero unos datos de contexto. En las pasadas municipales del 28-M, el Partido Popular gana con dos millones más de votos, que no son solo los que pierde Cs (millón y medio), sino también los que arrebata al PSOE (400.000) y los que recupera de la abstención.

El PSOE se descalabra no tanto por sí mismo (cae punto y medio y uno de sus candidatos clave, Ximo Puig, mejora su marca), sino por la debilidad de sus socios. Pierde hasta seis gobiernos autonómicos y plazas tan relevantes como las capitales de Andalucía o sus bastiones del sur de Madrid. El PP pasa a ser primera fuerza en siete comunidades donde no lo era, y como segunda fuerza podría gobernar en Extremadura y en Canarias. Si así fuera, obtendría 11 de los 17 gobiernos autonómicos.

En definitiva, si en las semanas previas se decía que un puñado de votos decidiría la elección, el 28-M ha orientado a muchos puñados en la misma dirección hasta hacer del resultado una auténtica marea.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Pool/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa) Opinión
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Tus desventajas son las ventajas de tu rival. Quizá Sánchez, por este motivo, adelanta las elecciones generales contra la resaca electoral a favor del PP. Pero resulta complicado encontrar aquí pistas para vislumbrar las razones del adelanto, pues con resultados así se activa la motivación del voto al carro vencedor, que estimula a quienes no lo han hecho el 28-M a ponerse al lado del triunfador el 23-J. Sin duda, la marea azul del 28-M es puente para el triunfo azul del 23-J.

Para el PSOE, además, convocar contra la corriente también tiene la desventaja de encarar el furor de unos votantes ansiosos de ejecutar el castigo final al Gobierno nacional. Fue Sánchez quien primero se expuso al nacionalizar la campaña, implicando a su Gobierno, a su Consejo de Ministros y al BOE. Él mismo puso las bases para que los españoles prefiguren las municipales del 28-M como una primera vuelta de las generales del 23-J. Los datos de trasvase de votos muestran no solo que algunos de sus votantes le castigan pasándose al PP (por encima del 9% que se esperaba) o a la abstención, sino que puede activarse entre los electores de Vox el voto útil al PP para relevar al actual Gobierno de coalición. Los análisis ya muestran voto útil en cantidades superiores al 30% en lugares como La Rioja o Extremadura.

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Quizás en la mente de Sánchez esté la consideración de desmovilizar a la derecha con la fecha, cuasi vacacional. Pero este es un factor tan o menos irrelevante que la desmovilización del votante de izquierdas, por primera vez menos activado.

Sería posible que Sánchez pretendiera pillar a Feijóo acortándole el tiempo de consolidación de su liderazgo. También aquí yerra. Cuando alguien gana con tanta contundencia, solo puede proyectar serenidad y aplomo ante lo que se avecina, y así lo ha parecido en la primera respuesta del presidente del PP al adelanto electoral: “Hemos recuperado la mejor versión del PP”, la que está preparada “para consolidar la derogación del sanchismo”.

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Además, Sánchez también ignoraría que quien necesita tiempo es él para reagrupar a la izquierda. Podemos, que sale de los gobiernos de siete comunidades y de capitales como Valencia, Burgos, Zaragoza o A Coruña, se apresuró este lunes a mostrar su disposición a borrar diferencias con Sumar. Pero la esperanza generada por Yolanda Díaz se debilita, pues las candidaturas que han recibido su apoyo (Colau en Barcelona y Ribó en Valencia capital) han perdido votos y sus ayuntamientos.

Todo parece indicar que la baza que juega Sánchez es que la campaña sorprenda al PP en medio de las negociaciones con Vox, con quien necesita pactar en cinco comunidades y en muchas capitales. Con ese enemigo común, sería más fácil reagrupar a la izquierda. Pero esta es una baza de alcance limitado. Vox sabe que tendría un importante coste electoral dejar que siga gobernando la izquierda allí donde sus votos son decisivos. Más aún cuando en la mayor parte de los casos solo se necesitan unos pocos de sus escaños. Además —y es fundamental—, hay sobradas evidencias de que la estrategia del miedo a la derechona tiene efecto bumerán: perjudica al partido que la lanza. Las encuestas muestran que más votantes de los que se preveía y de procedencia inverosímil han sopesado la opción de Vox. La gestión del Gobierno de coalición de Sánchez ha podido abrir en muchos el afán de probar los dislates de la ultraderecha mejor que seguir con los de la ultraizquierda.

Foto: Pedro Sánchez en la comparecencia. (EFE/Borja Puig de la Bellacasa)

Quedaría la posibilidad de que Sánchez crea que puede asustar al votante dejar la presidencia de la Unión Europea a un recién llegado. Es otro bumerán, pues podría interpretarse, como dice el mismo Feijóo, que Sánchez tiene “tendencia a despojar de institucionalidad” todo lo que toca. Es posible que a los españoles les preocupe menos el perjuicio institucional de la Unión Europea que el propinado por su presidente a las instituciones de su país durante la legislatura que ha tocado a su fin.

Probablemente, la razón principal sea la de ahorrarse siete meses agónicos y tratar de reducir la derrota al mínimo. Pero Sánchez no es de derrotas, aunque sean mínimas. Realmente resulta difícil explicar por qué Sánchez anticipa las elecciones generales… salvo que él no quiera presentarse. O que, efectivamente, cuente con la OTAN.

*María José Canel. Catedrática de Comunicación Política y del Sector Público. Universidad Complutense de Madrid.

Nadie fue capaz de prever que Pedro Sánchez adelantaría las elecciones generales al 23 de julio. Ni se esperaba una victoria tan grande del PP ni una derrota tan clara del PSOE. Nadie, salvo Sánchez, contaba con estar calentando motores electorales de nuevo en menos de 12 horas.

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