Es noticia
Conservadores (PP) y reaccionarios (Vox) no son lo mismo
  1. España
  2. Tribuna
Ramón González Férriz

Tribuna

Por

Conservadores (PP) y reaccionarios (Vox) no son lo mismo

Las diferencias ideológicas de PP y Vox son profundas y de largo alcance, responden a dos visiones del mundo contradictorias y acabarán estallando

Foto: El líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo (2i), conversa con el líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Rodrigo Jiménez)
El líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo (2i), conversa con el líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Rodrigo Jiménez)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Es muy probable que, después de las elecciones, el PP y Vox formen un Gobierno nacional de coalición. Para una parte de la izquierda, eso prueba que ambos partidos son, en esencia, lo mismo: dos tonalidades distintas de una misma radicalidad.

Pero sus ideologías son muy diferentes. El PP es, ante todo, un partido conservador. Y Vox, en gran medida, uno reaccionario. Ambas doctrinas pueden gobernar juntas, pero, como se ha visto en Castilla y León, la mezcla tiende a ser caótica y sus resultados, mediocres. Porque sus ideas no solo son dispares, sino, en muchos aspectos, contradictorias.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/J.M. García)

No se tomen lo que sigue como una fórmula inflexible y sin matices. Los dos partidos tienen un cierto grado de pluralismo interno y es posible que haya algún liberal en el PP y algún democristiano en Vox. Y tengan en cuenta que intento utilizar los términos de la manera más neutra posible. Pero estas son las diferencias entre ambas visiones del mundo.

Para qué sirve el poder

Los conservadores saben que las sociedades se transforman de manera natural. Mutan las costumbres, las creencias y los valores. Ahora bien, esos conservadores creen que la función del Estado no consiste en inducir los cambios ni acelerarlos. Si quieren mandar es, precisamente, para controlarlos y acomodarlos sin que hagan demasiado ruido. Y creen que es bueno que pase un tiempo prudente entre que la sociedad asume una novedad y que la ley la reconoce: véase la posición del PP con el matrimonio gay, del recurso al Constitucional a la plena aceptación en solo 18 años.

Foto: Feijóo y Abascal, en el Día de la Fiesta Nacional. (EFE/Rodrigo Jiménez)
TE PUEDE INTERESAR
El PP quita el aire a Vox: "Génova nos quiere matar"
Esteban Hernández

El reaccionario, en cambio, cree que las sociedades han cambiado demasiado. Cree que las transformaciones morales casi siempre son artificiales y han sido inducidas de manera engañosa. Y que el Estado tiene la función de evitar los cambios y, si ya se han producido, revertirlos. Para un reaccionario, la función de la política es colocarse ante el curso de la historia y decirle: “¡Párate!”. Véase la posición de Vox en cuestiones como el término machista para describir una clase de violencia o el Orgullo gay: son imposiciones antinaturales, creen sus líderes, impuestas, que no hay que aceptar jamás y que hay que revertir. Para eso quieren el poder.

A los conservadores les gusta el dinero. Les gusta ganarlo y si, como sucede entre muchos líderes del PP, no tienen talento para el sector privado, lo obtienen como altos funcionarios. Pero el dinero también les interesa como medida del valor de los individuos. Si alguien ha ganado dinero, tiende a pensar un conservador, es que algo ha hecho bien y tiene algún mérito. Por eso a los conservadores, en general, les gustan los ricos. A los reaccionarios también les gusta el dinero; ganarlo y, sobre todo, como se ve en el caso de los líderes de Vox, heredarlo. Pero recelan de él. Si alguien ha ganado mucho dinero recientemente, quizás es porque está demasiado bien integrado en un sistema político-económico que es corrupto, piensa el reaccionario. Por eso este tiende a idealizar al pueblo, al español común, a un agricultor imaginario, bueno e incorrupto, que encarna los valores nacionales.

Reformistas contra revolucionarios

El conservador es, como mucho, reformista. Pero en realidad no es ni siquiera eso: aunque le gustaría cambiar algunas cosas —la Administración del Estado, por ejemplo, o el sistema educativo— prefiere no hacerlo porque, como diría Rajoy, es un lío. El reaccionario es un revolucionario. Quiere destruir cosas —como la Unión Europea— porque cree que es una forma de hacer justicia. El conservador muestra un exceso de prudencia. El reaccionario no ha venido a traer la paz, sino la espada.

Foto: Colectivos LGTBI denuncian la lona de Vox en Madrid. (EFE)

El conservador recela de lo intelectual y de la cultura. Puede ser aficionado a los libros y al arte. Pero le parece que mezclar la política con las ideas elevadas suele salir mal. Cree que el Estado debe cuidar el Museo del Prado y la ópera, dar premios Cervantes y acudir a los Goya, pero luego no hay que hacer ni caso a quien se presenta como un pensador. El reaccionario, en cambio, cree que la cultura lo es todo y se guía por ideas elevadas. Cree que la esencia de la nación es su cultura y que el Estado debe guiarla y, si hace falta, imponerla. La izquierda suele definir al reaccionario como un inculto, pero probablemente no haya un partido más lleno de políticos con ambiciones intelectuales que Vox.

El conservador siente una emoción genuina ante el pasado de su país, su paisaje, el carácter de los paisanos y algunas tradiciones singulares. Ama la identidad y los símbolos nacionales, piensa que una de sus tareas políticas consiste en defender ambas cosas y cree que son un buen pegamento social. Pero sabe que España es un país mediano que está condenado a coordinarse y entenderse con los vecinos, aunque sean franceses, y como demuestran los centenares de diplomáticos afines al PP, quiere liderar ese proceso con eficacia. El reaccionario considera que la política es una batalla por la conservación de la identidad y que la competición entre países no solo es inevitable, sino que es buena. La lucha contra un enemigo interior o exterior, cree, es el verdadero pegamento social. Eso no significa que los reaccionarios no puedan tener aliados extranjeros: ahora mismo Vox tiene más socios foráneos que la vieja Internacional Socialista. Pero lo que le gusta es la dinámica amigo/enemigo, para la cual la figura del inmigrante es idónea.

Foto: El candidato del PP a la Moncloa, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira)

El conservador cree que el estado de bienestar y la redistribución de las rentas son un mal menor. El reaccionario quiere proteccionismo para los nacionales y libre mercado para los demás. El conservador cree que la religión importa, pero que, dado que todos somos pecadores, mejor no lucir demasiado las creencias en público. El reaccionario peca tanto como los demás, pero cree que eso es una razón añadida para convertir la religión en uno de los pilares de la sociedad.

Una mezcla explosiva

PP y Vox, probablemente, gobernarán juntos. Mi augurio es que de ello no saldrá casi nada bueno. Los periódicos contaremos que los choques entre ambos se deberán a las desavenencias entre ministros de uno y otro partido, a los matices que unos y otros quieran introducir en una ley o a los roces propios de todas las coaliciones. Todo eso será verdad. Pero recuerden: en contra de lo que cree buena parte de la izquierda, las diferencias ideológicas de PP y Vox son profundas y de largo alcance, responden a dos visiones del mundo contradictorias y acabarán estallando.

Es muy probable que, después de las elecciones, el PP y Vox formen un Gobierno nacional de coalición. Para una parte de la izquierda, eso prueba que ambos partidos son, en esencia, lo mismo: dos tonalidades distintas de una misma radicalidad.

Vox Partido Popular (PP)
El redactor recomienda