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La (posible) trampa de Sánchez a Feijóo
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La (posible) trampa de Sánchez a Feijóo

Contener, o al menos moderar, el impulso a la crítica, esperar el error del contrario y no dar nada por sentado. Esa sería la manera de esquivar la (posible) trampa de Sánchez a Feijóo

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (d), y el presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE/Mariscal)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (d), y el presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE/Mariscal)

Aunque parezca paradójico, el mayor riesgo que corre ahora mismo el Partido Popular es que se repitan las elecciones generales. También es su mayor oportunidad y, probablemente, la única para alcanzar el Gobierno, pero hay un riesgo que, en mi opinión, se podría empezar a controlar en este mismo instante.

En los últimos días, estamos viviendo una escalada en la crítica de la derecha ante una posible amnistía a los políticos declarados culpables por sedición y malversación. El PSOE estaría dispuesto a admitir esta condición como contraprestación al apoyo de Junts para investir a Sánchez como presidente. Día a día vemos como se eleva la indignación en las declaraciones de los miembros del Partido Popular, extremo que cristaliza en una protesta convocada tres días antes del debate de investidura del candidato Núñez Feijóo, ganador de las últimas elecciones generales.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a la secretaria general, Cuca Gamarra. (EFE/Zipi Aragón)

Elevar mucho la tensión tiene, a mi juicio, dos riesgos: uno inmediato y otro a medio plazo. El inmediato tendría que ver con la propia investidura de Sánchez. Si el Partido Popular da por sentada la amnistía y, antes de que se produzca, protesta por ella, genera un marco por el cual todo lo que no sea amnistía podría resultar aceptable. Es decir, si mañana Sánchez llegara a una componenda con los nacionalistas, pero esta no incluyera la amnistía, podría parecer aceptable después “del riesgo que hemos corrido”. Aunque el acuerdo fuera lesivo para el interés general y en contra de los intereses del país, eso pasaría a otro plano. Es, una vez más, una cuestión de gestionar expectativas. Por poner un ejemplo meteorológico. Si una y otra vez nos avisan de que llegará un tornado y finalmente tenemos unas inundaciones moderadas, todos asumiremos esas inundaciones (nada menos) como un alivio, aunque el agua llegue al salón de nuestra casa.

Pero el riesgo más importante y que podría resultar más peligroso para el relato del Partido Popular es que se subiera mucho el tono de la crítica y, en el último momento, cuando parezca que Sánchez va a hipotecar toda nuestra convivencia para ocupar la Moncloa, salga y haga lo contrario. Imaginemos por un momento que después de muchos días de silencio (nada habitual en él), comparezca para decir que se va a unos nuevos comicios y que prefiere repetir elecciones antes de admitir el chantaje de los secesionistas.

Foto:  El presidente del Gobierno en funciones y líder socialista, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo) Opinión
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Este marco colocaría a Sánchez en un terreno de juego sorprendentemente favorable para sus intereses de cara a las siguientes elecciones. En primer lugar, porque volvería a ser atractivo para los votantes más centrados, el lugar donde una y otra vez se juegan las elecciones. Los socialistas molestos tendrían la excusa perfecta para volver a casa. Incluso podría darse la paradoja de que Sánchez se presentara ante los ciudadanos como aquel que frena a uno y otro extremo (Vox y secesionistas). Pero lo que todavía resultaría más dañino para el PP es que lo arrinconaría en la esquina del profeta del apocalipsis, como pasó el año pasado con la crisis económica que nunca llegó.

Además, esta jugada daría a Sánchez una dosis de anticuerpos extraordinaria ahí donde más le duele: su credibilidad. Porque podría argumentar que todos le juzgaron mal; que, en el fondo, la derecha lo que quería es que la amnistía se aprobara, pero que él es un hombre de Estado que no está dispuesto a cualquier cosa para ser presidente. Es más, volveríamos a escuchar aquel soniquete que afirmaba que el secesionismo y el Partido Popular se retroalimentan.

Afrontar unas elecciones con este marco sería de gran dificultad para el Partido Popular y solo puede ser mitigado con acciones ahora. Porque si fuera el caso, cuando todo esto ya esté pasando, será tarde.

Foto: Pedro Sánchez, en la fiesta de la rosa de Sigüeiro. (EFE/Lavandeira jr)

La propuesta de los pactos de Estado supuso un punto de inflexión muy bien recibido por la ciudadanía, pero se podría considerar bajar los decibelios de la queja por la amnistía. Denunciar solo según vayan certificándose los acontecimientos. Asegurarse de que el error está cometido para señalarlo.

Por otro lado, el Partido Popular debería urgir a Sánchez a pronunciarse sobre la amnistía. Una vez Sánchez lo haga, se cierra la puerta a que pueda tomar uno u otro camino. El Partido Popular podría argumentar que todas las razones que explican la barbaridad jurídica y política de una amnistía ya están sobre la mesa y Sánchez no puede alegar desconocimiento.

Foto: El 'expresident' de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE/Pablo Garrigos)

Al mismo tiempo, el Partido Popular, debería ofrecer con todavía más insistencia y todavía mayor credibilidad los pactos al PSOE. Colocar al PSOE en el no es no será una muy buena forma de recordar a los ciudadanos que sí existe una opción de gobernabilidad y que esta pasa por un pacto entre el PP y el PSOE. Que es Sánchez quien lo rechazó y que si los españoles están votando otra vez es solo por la voluntad de alguien que antepone sus intereses a España.

Porque el PP debe defender que la repetición electoral es una pésima salida. No se puede aceptar que los españoles votan mal. El sistema permite Gobierno y alternancia.

En definitiva, contener, o al menos moderar, el impulso a la crítica, esperar el error del contrario y no dar nada por sentado. Esa sería la manera de esquivar la (posible) trampa de Sánchez a Feijóo.

*Abelardo Bethencourt, licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y cofundador y director general de Ernest.

Aunque parezca paradójico, el mayor riesgo que corre ahora mismo el Partido Popular es que se repitan las elecciones generales. También es su mayor oportunidad y, probablemente, la única para alcanzar el Gobierno, pero hay un riesgo que, en mi opinión, se podría empezar a controlar en este mismo instante.

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