Es noticia
Pactos para la amnistía y el capital
  1. España
  2. Tribuna
Fernando Primo de Rivera

Tribuna

Por

Pactos para la amnistía y el capital

Cuando desde el poder político la responsabilidad fiduciaria se vandaliza de tal forma, irradia como un cáncer ejemplar al resto de la sociedad

Foto: Varias personas asisten a la manifestación convocada por la derecha contra la amnistía en la Puerta del Sol en Madrid. (EFE/Mariscal)
Varias personas asisten a la manifestación convocada por la derecha contra la amnistía en la Puerta del Sol en Madrid. (EFE/Mariscal)

Delirante el estado de ensoñación del capital patrio ante los acontecimientos históricos que estamos viviendo estos días. Ya se apuntaban maneras desde verano, y la publicitación del acuerdo entre PSOE-Junts la semana pasada para enfilar la investidura confirmó las peores sospechas. Rendición a todo el relato independentista: quiebra del Estado de derecho, el marco constitucional y la seguridad jurídica. “El Ibex catalán tampoco ve condiciones para volver a trasladar las sedes pese a lo señalado en el acuerdo”, reportaba este periódico sobre una de las cláusulas del acuerdo por la cual se conmina a esa vuelta. La pregunta no es si las empresas van a volver a Cataluña, la pregunta es si el dinero va a entrar en este país con este panorama de caos institucional y voladura del principio de seguridad jurídica. O si directamente no va a salir por patas.

Investable es un término anglosajón muy utilizado en el mundo de la inversión y los mercados de capital que básicamente alude a si un activo o una circunscripción soberana en particular es confiable para la inversión. El dinero, cauto, receloso y con legítimos miramientos, busca siempre la seguridad, la predictibilidad, el rigor de ley. Que haya una correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace. ¿Es España ahora investable?

Decía Varela la semana pasada sobre el acuerdo del PSOE con Puigdemont que “no solo es políticamente disparatado y constitucionalmente rupturista. Además, su aplicación desataría una oleada incontenible de conflictos. Conflictos generalizados con las comunidades autónomas, agraviadas por el aguinaldo gigantesco del cupo fiscal para Cataluña, además de la deuda condonada que pagaremos entre todos los españoles (todo muy solidario y progresista, como se ve). Conflicto asegurado con el Poder Judicial, descalificado ante el mundo entero como prevaricador. Y enconamiento insoportable del enfrentamiento con la oposición. A navaja y sin reglas, como a Pedro le gusta”.

Especial flagelación masoquista al principio de seguridad jurídica comporta la fórmula del lawfare, un constructo de gobiernos de corte populista para arrogarse la legitimidad para la intromisión en el poder judicial. Finalmente, se cayó el vocablo del acuerdo, pero su espíritu inocula todo el redactado de la ley de amnistía, que rescinde el poder judicial en la capacidad del Tribunal Supremo para cuestionarla. A partir de ahí, Sodoma y Gomorra.

Foto: El presidente del Tribunal Supremo, Francisco Marín Castán, en una imagen de archivo. (EFE/Mariscal/Pool)

Con la explicitación del acuerdo quedó retratada la ensoñación del Cercle d'Economia hace un par de semanas sobre la “oportunidad de la amnistía para iniciar un acuerdo territorial”, que debiera incorporar al PP (sic). Que la cuestión no debiera ser “si amnistía sí o amnistía no, sino cómo y para qué”… Ya tienen la respuesta. Retratadas también quedan la osadía y pusilanimidad del artículo editorial del FT del otro día concluyendo que el acuerdo de amnistía era “un riesgo que valía la pena tomar”. No será con su dinero, ni probablemente el de sus lectores.

Que un periódico de la reputación del FT, al cual tengo en mucha estima y por costumbre cribo a diario desde hace décadas, se avenga a comprar el “riesgo de la amnistía”, es el resultado de endosar algún miembro sénior de su consejo editorial, por ejemplo el Sr. Wolf, la falacia de “Sánchez o la derecha extrema”. Ya saben, la España franquista. Ha dado varias muestras de ello. Además de una arrogancia condescendiente —típicamente inglesa, arropada por el desconocimiento supino de nuestro marco constitucional y, en última instancia, el rigor de ley—, y esto es imperdonable. Está muy mayor este señor, Mr. Wolf Lawfare en adelante.

Foto: El ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños. (Europa Press/Gustavo Valiente)

Ni le tienen cogido el pulso a la gravedad de los acontecimientos. Ni parecen ser conscientes de lo imprescindible que resulta un marco institucional estable y solvente, un Estado orgánicamente funcional, para el ambiente de confianza (trust) en el que se desarrollan los negocios. Por lo demás, ese dar por hecho, esa falta de reconocimiento en su justa medida al marco legal, anclado en posturas ideológicas, ha sido un pecado capital —valga la redundancia— de toda una época.

La denuncia transversal de asociaciones de jueces, progres y conservadores, las fiscalías, la asociación de inspectores de Hacienda y otras asociaciones civiles y profesionales ha puesto el grito en el cielo con el caos que se avecina. El capital siempre cauto con el poder está con la boca muy pequeñita. Ayer, en semana ya de autos, la CEOE se unió musitando: “Están creando un clima de negocios cada vez más complicado”. No lo saben bien. Ya están pidiendo explicaciones desde los despachos internacionales. El Ibex grandote todavía no ha dicho esta boca es mía.

La integridad de un marco institucional firme e inclusivo es el criterio clave a la hora de establecer qué naciones funcionan y cuáles no, como nos cuentan los profesores del MIT Acemouglu y Robinson en ¿Por qué caen las naciones? Del otro lado están los marcos institucional extractivos de unas élites que parasitan el Estado en su propio provecho, de lo cual tenemos un paradigma para los libros de historia en este acuerdo de Sánchez para la investidura. Otra efeméride de la literatura académica: Cómo mueren las democracias (Ziblatt & Levitsky), y se transforman en regímenes iliberales y populistas: mediante la colonización del poder judicial y las instituciones. El capital siempre, siempre, atiende a razones y estos clásicos tienen encriptadas unas cuantas sobre lo que funciona y lo que no.

Foto: (Pexels)

No esperen caídas inmediatas de la bolsa o ampliaciones de primas de riesgo en los mercados de deuda soberana. Todo ese ecosistema es desde hace tiempo parte del euro y del BCE, del marco de la UE. Ese tipo de inversor lo fía todo ahí ya, por si no nos hemos dado cuenta. Es el mismo marco que suspendió las reglas fiscales y que Sánchez vampiriza a la perfección.

Esperen, eso sí, un goteo constante e in crescendo a la baja de inversores institucionales en los mercados privados, los proyectos de inversión directa, private equity, deuda, inversión alternativa y demás, según vaya cociéndose el ambiente. Un proyecto que se cae allí, otro acá, y de repente ya son muchos. Ahórrense las lagrimitas esta vez. Cuando desde el poder político la responsabilidad fiduciaria se vandaliza de tal forma, irradia como un cáncer ejemplar al resto de la sociedad. Si el experimento al casos aguanta —que lo dudo—, a uno, dos años vista, se verá.

A la UE todo lo fiamos para que nos asista en su labor de tutelaje. La UE en su actual configuración es una arquitectura de Estados de derecho que no puede permitir la voladura de una de sus partes. ¿En qué cabeza cabe ver a la UE protegiendo nacionalismos carpetovetónicos sedicentes y corruptos? Otra cosa es que lleguen con los tiempos y procedimientos al BOE de investidura. Sánchez se ha montado el texto de amnistía al que hincar el diente en la misma semana de autos. Pero cierto también que esa ley se queda en el Senado un par de meses antes de ser aprobada. Ahí es probable que se presente la UE y tumbe la ley de la ignominia. No podrá permanecer incólume ante este latrocinio. Tome nota el dinero de dónde, y sobre todo por qué, puede que le salven las castañas. O no.

Delirante el estado de ensoñación del capital patrio ante los acontecimientos históricos que estamos viviendo estos días. Ya se apuntaban maneras desde verano, y la publicitación del acuerdo entre PSOE-Junts la semana pasada para enfilar la investidura confirmó las peores sospechas. Rendición a todo el relato independentista: quiebra del Estado de derecho, el marco constitucional y la seguridad jurídica. “El Ibex catalán tampoco ve condiciones para volver a trasladar las sedes pese a lo señalado en el acuerdo”, reportaba este periódico sobre una de las cláusulas del acuerdo por la cual se conmina a esa vuelta. La pregunta no es si las empresas van a volver a Cataluña, la pregunta es si el dinero va a entrar en este país con este panorama de caos institucional y voladura del principio de seguridad jurídica. O si directamente no va a salir por patas.

Amnistía
El redactor recomienda