Es noticia
La misofonía política y el honor perdido
  1. España
  2. Tribuna
Carlos Tejera

Tribuna

Por

La misofonía política y el honor perdido

El recurso al honor atacado por parte de Sánchez es la mejor muestra de que se ha quedado sin argumentos

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Quique García)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Quique García)

La misofonía es un trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad caracterizado por una intolerancia extrema al sonido provocado por ruidos que provienen de otras personas. Da igual el tipo de sonido que sea. Quienes padecen de misofonía se sienten habitualmente furiosos por sonidos corrientes y cercanos, como comer, hablar o respirar.

La corta historia de nuestra democracia no ha permitido el desarrollo de mecanismos de control ético de los comportamientos de nuestros gobernantes, ni el desarrollo de ecosistemas efectivos de influencia por parte de la sociedad civil. Existe una sensación de impunidad, de arbitrariedad, de falta de control de los partidos políticos en el poder en España (de uno u otro signo), que ha provocado que la misofonía política sea una enfermedad extendida, donde todos los sonidos externos, vengan de cualquier organización, de la ciudadanía o de los medios de comunicación, provoquen irritación extrema.

En España lo habitual es que los organismos destinados a “vigilar al vigilante” estén ocupados por los partidos en el poder, con el nada velado propósito de tapar las vergüenzas propias y destacar las ajenas. La lista es interminable: comisiones parlamentarias, Fiscalía General del Estado, órganos superiores de Justicia, por no hablar de medios de comunicación (RTVE y resto de televisiones y radios públicas) todos en permanente sumisión al Gobierno de turno. Es más que evidente que este convoluto no responde a los deseos de los ciudadanos, que ven con frustración cuando las decisiones tomadas van en contra de las simpatías personales, y ocasionan un sentimiento de revancha cuando le favorecen.

Adicionalmente a esta sensación de impunidad por la falta de control, existe una tendencia a que los partidos políticos promuevan las iniciativas que más les diferencian del resto de los partidos, en vez de las propuestas más integradoras, aquellas que compartiríamos el 80 o el 90% de los ciudadanos. La mayoría de las decisiones se toman en apoyo de los intereses electorales y de las luchas de poder y no de las necesidades reales de la ciudadanía. Buscan el efectismo particular en lugar de la eficacia global, para hacerse notar en la siguiente tertulia.

Foto: Imagen: EC Diseño.

Este distanciamiento entre las necesidades de la ciudadanía y la agenda política recuerda un poco (salvando las distancias) a una famosa escena de la película 'Katyn', de Andrzej Wajda. Una de las escenas iniciales de la película, de tintes tragicómicos, muestra a un grupo de refugiados polacos, cruzando un puente hacia el Este, escapando de la Wehrmacht. En el puente, se encuentran otro grupo de exiliados yendo hacia el Oeste, escapando del Ejército Rojo. "¿A dónde vais? ¡Tenéis que dar la vuelta!", se comentan los dos grupos. Una escena posterior muestra a los oficiales militares alemanes y soviéticos charlando tranquilamente, como seguramente debió de ocurrir en el año 1939, año en el que ambos países decidieron repartirse la Europa Central.

Para dar pasos en la dirección adecuada, es necesario avanzar en dos direcciones.

Por una parte, hace falta la implementación de sistemas de controles y garantías que eviten situaciones como las que hemos vivido estas últimas semanas, donde se ha producido la supuesta dimisión de todo un presidente del Gobierno de España, a cuenta del honor herido por las acusaciones a su esposa sobre tráfico de influencias. A mí como español me ha producido un cierto sonrojo, ya que me gustaría poder presumir de la calidad política de nuestros gobernantes fuera de España, fueran del signo que fueran. ¿Se imaginan ustedes a Biden, o a Macron o a Rishi Sunak enviando una carta similar? Dejando de lado el posible recorrido jurídico de dichas acusaciones, es evidente es que los hechos ocurridos se hubieran evitado con un organismo independiente de control de conflictos de interés.

Un efecto adicional ha sido la misofonía contra los medios de comunicación, donde se les ha atacado por el relato de hechos que no dejan de ser hechos ciertos. Las cartas de recomendación de la señora están firmadas por la señora.

Foto:

En segundo lugar, es necesario volver a poner en manos de los ciudadanos, mecanismos para influir en la elaboración de las propuestas políticas que elaboran nuestros gobernantes. Con esto se lograría que las iniciativas parlamentarias estuvieran más cercanas de las necesidades reales de la sociedad y no de las conveniencias electorales. Se trataría de elevar medidas con las cuales una inmensa mayoría de la población coincide, como mejoras en educación, optimización de recursos, modernización del sistema político, industrialización para generar empleos de calidad.

Los que pertenecemos a la clase empresarial podemos jugar un papel importante en la promoción de organizaciones de carácter civil que promuevan la modernización del sistema político, ya que en general tenemos los medios, la oportunidad y la experiencia como gestores para crear estímulos de participación ciudadana. Pero para ello es también necesario que superemos nuestro temor a significarnos por miedo a ofender al Boletín Oficial del Estado.

*Carlos Tejera es presidente de Beka Finance y miembro del consejo asesor de la plataforma España Mejor

La misofonía es un trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad caracterizado por una intolerancia extrema al sonido provocado por ruidos que provienen de otras personas. Da igual el tipo de sonido que sea. Quienes padecen de misofonía se sienten habitualmente furiosos por sonidos corrientes y cercanos, como comer, hablar o respirar.

Política Pedro Sánchez
El redactor recomienda