Desde Melmac
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'The Walking Dead': el fenómeno televisivo zombi que cavó su propia tumba
Consiguió ponerse a la altura de 'Juego de Tronos' en fandom y expectación, pero el desastre narrativo y las ganas de seguir explotando el éxito han acabado con la paciencia de la audiencia
Octubre ha llegado con un buen puñado de series bajo el brazo, y entre niños pijos y familias criminales, también han regresado unos viejos conocidos de la pequeña pantalla, los muertos vivientes. Sí, han vuelto, aunque usted querido lector no haya sufrido otra campaña promocional abrumadora en la que los muertos vivientes aparecen hasta en la sopa. Qué tiempos aquellos en los que ‘The Walking Dead’ acaparaba marquesinas, portadas y anuncios de televisión, había tortas por asistir a la premiere y las redes sociales eran un campo de minas para los espectadores que no podían seguir el ritmo de emisión.
Esas cosas que pasan con los fenómenos televisivos, y que dejan de pasar cuando la producción en cuestión se convierte en otra serie que, simplemente, ya no ves. La avalancha de estrenos y regresos seriéfilos obliga a cualquiera a establecer prioridades, y la adaptación de los comics de Robert Kirman ha perdido posiciones en los últimos años. Una deserción de la que es difícil arrepentirse, por que, al contrario de lo que puede pasar con otras series, es complicado encontrar a alguien con fuerzas suficientes como para discutir el abandono.
El discreto estreno de la novena entrega de la serie tuvo lugar el pasado domingo en Estados Unidos, el lunes en España, y llegó cargado de buenas intenciones y novedades. Con el poco sutil título de “Un nuevo comienzo”, ‘The Walking Dead’ vivió un salto en el tiempo que regaló a los espectadores nuevos créditos iniciales, nuevos peinados, nuevos sombreros y nuevos romances. El propósito de enmienda parece claro, los viejos enemigos se aparcan convenientemente y se dibujan en el futuro nuevos objetivos con los que dar sentido a la necesidad de subsistir. Por muy peregrinos que parezcan.
La producción ya había recurrido con anterioridad a la elipsis temporal, pero en esta ocasión se asemeja más a una elegante forma de distanciarse de lo previo que a una necesidad narrativa. Sin embargo, la buena voluntad de los creadores, y de su nueva showrunner Angela Kang, puede no ser suficiente a la hora de recuperar los seguidores que han dejado la serie. Porque ellos también saben que Andrew Lincoln y Lauren Cohan abandonarán próximamente la producción. Novedades previsibles pero sorprendentes que además de ser un drama en sí mismo, anticipan giros propios de viejas costumbres.
Tal vez sea tarde para hacer borrón y cuenta nueva, a pesar de que Josh Sapan, consejero delegado de AMC, dijo recientemente que la producción puede durar diez años más. A diferencia de ‘Juego de Tronos’, que volverá a romper récords con su última entrega, los años gloriosos de ‘The Walking Dead’ han pasado ya. Y además de ser una sensación generalizada, los datos lo corroboran.
En un primer vistazo, el gráfico de las audiencias de 'The Walking Dead' es una montaña con muchos picos y base ancha que, sin embargo, lleva un par de temporadas dibujando su ladera posterior. Y parece que la caída está cerca de alcanzar su suelo, más que de formar un valle. El domingo el estreno de la novena temporada reunió 6,1 millones de espectadores, un 47% menos que hace un año con la llegada de la octava entrega. Y un 64,2 por ciento menos que en la séptima. Porque solo la primera temporada de la producción de AMC reunió menos espectadores, 5,35 millones.
En las oficinas de AMC seguro que recuerdan con cariño aquellos años en los que los lunes eran una fiesta, gracias al ruido generado en las redes sociales, y los martes un carnaval, por la publicación de las cifras de audiencia. El ascenso meteórico de una producción que quería ser algo más que “la serie de los zombis”. Porque hubo un tiempo en el que los diversos showrunners que se relevaron al frente de la serie quisieron ofrecer un descarnado relato sobre los caminos de la supervivencia humana. A veces lo conseguían, otras simplemente olvidaban la premisa inicial, o cualquier otra, y de tanto centrarse en el peligro de los vivos nos acabaron matando del aburrimiento. Y de ahí el salto de audiencia entre la quinta y la sexta entrega.
Especialmente afectados por la imparable pérdida de espectadores estarán en el departamento de publicidad, ese que fue la envidia de cualquier canal de televisión durante la tercera y la sexta temporada, entre 2012 y 2016. Cuando la serie cosechaba una y otra vez la mayor audiencia de todos los programas de televisión de Estados Unidos en la franja de espectadores entre 18 y 49 años. La más codiciada por los grandes anunciantes.
Aquellos también fueron buenos tiempos para los aficionados a los fenómenos televisivos, el merchandising y las convenciones de cultura pop y entretenimiento. ‘The Walking Dead’ y ‘Juego de Tronos’ parecían destinadas a darse el relevo en el calendario, y mientras la primera ocupaba el otoño y el invierno, la segunda llegaba en primavera o, como en la última entrega, en verano.
En siete años de “convivencia” los primeros fenómenos televisivos del siglo XXI, porque entonces lo eran, solo coincidieron una vez en antena. Fue el 31 de marzo de 2013, con el desenlace de la tercera entrega de los zombis y el inicio de la misma temporada de los dragones. Y a pesar de que no son comparables, porque son modalidades distintas de cable, aquel día la audiencia de la serie de AMC triplicó a la de HBO, 12 millones frente a 4. Hoy, con la audiencia del último episodio emitido de ‘Juego de Tronos’, ésta duplica la de ‘The Walking Dead’.
Y la audiencia dictó sentencia
El punto de inflexión de una trayectoria que hasta hace dos años parecía imparable fue el estreno de la séptima temporada, en octubre de 2016. Los aficionados a la serie habían pasado el verano, y parte de la primavera, especulando con el nombre de las próximas víctimas de la última amenaza de los protagonistas, Negan. La respuesta llegó en una de las escenas más desagradables que se han visto últimamente en televisión, que terminaba con la muerte de dos personajes, Abraham y Glenn.
Especialmente irritante para la comunidad de fans resultó el desenlace del último, con cuya muerte ya habían jugado en capítulos anteriores. Y de 17 millones de espectadores que congregó en el estreno de la séptima temporada en EEUU, la serie pasó a 12 en el siguiente episodio. Y perdió un millón más a lo largo de la temporada. La cifra se mantuvo en el estreno de la octava entrega pero fue descendiendo hasta terminar con una media de 7,9 millones. Porque lejos de tratar de detener la sangría en las audiencias, los creadores creyeron oportuno llevarse por delante el personaje de Carl. Un desenlace sensacionalista para un rol que los aficionados a la serie habían visto crecer durante 7 años.
La fuga del 64% de la audiencia en dos temporadas no es responsabilidad única de un par de desafortunadas muertes, y en el debe de la producción también está su comodidad a la hora de afrontar las últimas entregas. El parón navideño y el diseño de las temporadas hace que, año tras año, la serie haya apostado por poner toda la carne en el asador en los episodios de regreso o cierre, ya sea por parón o por final de temporada. La fórmula del éxito durante años, que sin embargo hace del resto de los episodios un mero relleno con el que alargar las tramas. Algo que termina cansando a un espectador que quiere tener claras las razones por las que dedica su (escaso) tiempo de ocio a una serie que no lleva a ninguna parte.
Mismos zombis, otra industria
El 31 de octubre de 2010, cinco meses después del adiós de ‘Perdidos’, ‘The Walking Dead’ llegó a la televisión para delicia de los amantes del cómic en el que se basa y para aquellos que buscaban una producción con acción y supervivencia. Con el paso de los episodios la serie siguió captando adeptos hasta que, lejos de mantenerlos, comenzó a perderlos. En todo ese tiempo, la serie solo despertó el interés de los grandes galardones con su primera temporada. Y el devenir del apocalipsis de los muertos vivientes ha ido llevándose a sus personajes por delante, hasta el punto de que el principal protagonista sea uno de los próximos en firmar su salida.
Lejos quedan ya aquellos meses de expectación veraniega, en los que los drones que les espiaban por los campos de Georgia eran la máxima preocupación de la serie. Y mientras han seguido repitiendo fórmulas y jugando a ver “quién crea una tensión más grande en el último episodio de la temporada”, la industria audiovisual ha seguido arrojando al mercado nuevas series. Con nuevos enemigos a combatir que van más allá de un bateador deslenguado, y nuevas propuestas narrativas que sorprenden antes de comenzar a repetirse. Es cuestión de gustos encontrar la serie que merece más la pena que ‘The Walking Dead’. Lo que es seguro es que el espectador no tiene la sensación de que le toman el pelo. Algo que, como es evidente, es importante a la hora de mantener con vida un fenómeno televisivo.
Octubre ha llegado con un buen puñado de series bajo el brazo, y entre niños pijos y familias criminales, también han regresado unos viejos conocidos de la pequeña pantalla, los muertos vivientes. Sí, han vuelto, aunque usted querido lector no haya sufrido otra campaña promocional abrumadora en la que los muertos vivientes aparecen hasta en la sopa. Qué tiempos aquellos en los que ‘The Walking Dead’ acaparaba marquesinas, portadas y anuncios de televisión, había tortas por asistir a la premiere y las redes sociales eran un campo de minas para los espectadores que no podían seguir el ritmo de emisión.