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La divorciada más moderna era tu abuela
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Alberto Olmos

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La divorciada más moderna era tu abuela

Ursula Parrott vuelve de entre las muertas para enseñarnos cómo se vive la vida después de una separación

Foto: Un grupo de 'flappers' en la playa, 1928. (Archive/Getty Images/Sasha/Hulton)
Un grupo de 'flappers' en la playa, 1928. (Archive/Getty Images/Sasha/Hulton)

No he querido saber, pero he sabido que hay una campaña importantísima para que la voz "divorciada" pierda toda connotación negativa y acabe significando "soltera, joven y feliz". Emily Ratajkowski, recién divorciada, se ha hecho fotos sensuales en esa dirección, muy diferentes a las fotos sensuales que se ha hecho otras veces en otras direcciones. Sólo podemos desearle suerte a esta nueva cruzada, como decimos, crucial para la civilización occidental.

La realidad es que divorciarse sin hijos no es divorciarse ni es nada, y claramente una puede considerarse soltera a todos los efectos y tratar de ser feliz, aunque ya no joven. La divorciada con hijos, como el padre divorciado, sin embargo, se enfrenta a situaciones suficientemente complicadas como para resultar por completo impermeable a esta "resignificación" puesta en marcha desde los altavoces más insidiosos de nuestra sociedad. Uno (una) puede dejar atrás un matrimonio o una relación decenal, pero no puede dejar atrás un divorcio. Los hijos te lo recuerdan constantemente, y hoy te has olvidado de ponerles el baby y mañana me debes el dinero del dentista. ¿"Desvergonzada y dicharachera. Sin culpabilidad, miserias ni gatos"? ¿"Una divorciada es disfrutona y se toma un dry martini en un club céntrico de la ciudad a las seis de la tarde sin ningún tipo de bochorno"? (El País) Esto es tomar lo bueno ya existente y reivindicarlo como si no existiera, y olvidar graciosamente todo lo malo también existente. Siempre me impresiona cuando alguien inventa el placer o el ocio o la risa, y luego te los recomienda. No sabe uno qué decirle al niño que te señala el Mediterráneo.

La divorciada

En estas estaba cuando me puse a leer precisamente La divorciada (Gatopardo), de Ursula Parrott. Es un libro de hace cien años que vuelve obsoletos los mediterráneos del divorcio con club céntrico al fondo de nuestros días. Para demoler hoy la noción de "divorciada" se construye la fábula de que divorciarse sigue siendo como en los años 40 en una dictadura, obviando el hecho de que hubo vida fuera de los años 40 y fuera de las dictaduras. Por ejemplo, existieron los años 20 en Estados Unidos. Existió la flapper.

La divorciada se nos presenta atravesada de líneas de interpretación, no todas cabales ni asumibles como si nada. La más delirante viene a compararla con El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald, dado que ambas salieron prácticamente a la vez y, de hecho, La divorciada vendió más. Sin embargo, está olvidada. Lógicamente aquí se juega la carta ganadora del machismo.

Pronto 'La divorciada' rinde su condición: no, amigos, no puedes comparar esto con 'El gran Gatsby' ni en un millón de años

Aunque sus primeras veinte o treinta páginas son muy estimulantes, pronto La divorciada rinde su condición: no, amigos, no puedes comparar esto con El gran Gatsby ni en un millón de años.

La comparación más precisa sería la que lo situaría en una balda similar al Diario de Bridget Jones (1996), de Helen Fielding. Quizá incluso podría entrar en la liga de Los caballeros las prefieren rubias, pero se casan con las morenas (1929), de Anita Loos. Es esa literatura fresca, femenina, desvergonzada, simpatiquísima y muy comercial que nunca pasa de moda. De hecho, no hay que preguntarse por qué La divorciada no es tan famosa o valorada como El gran Gatsby, sino por qué no es tan famosa ni tan reeditada como Los caballeros las prefieren rubias.

Y la respuesta es obvia: no cabemos todos en el arca de Noé de la posteridad.

Sin embargo, el agotador movimiento de márketing alrededor de este libro (que obviamente se publica en España porque alguien lo ha publicado antes en otro sitio), nos habla de que Parrott murió "pobre y olvidada", dándonos la ocasión perfecta para concluir: oh, puñetero patriarcado, cuanta crueldad.

placeholder El novelista Scott Fitzgerald. (Wikimedia)
El novelista Scott Fitzgerald. (Wikimedia)

Como el libro vendió 100.000 ejemplares y la autora ganó una cantidad impresionante de dinero, y luego el cine le dio aún más dinero, me preguntaba yo cómo había podido el patriarcado arrebatarle su fortuna a Ursula. Me gusta aprender a robar de los mejores.

La solución al enigma (por lo demás, no tan enigmático) nos la da Marc Parrot (hijo de Ursula) en el epílogo de La divorciada. "De 1930 a 1945 calculo que mi madre ganó unos setecientos mil dólares", escribe. Según una web que hace estas magias, 700.000 dólares de 1930 equivalen de 13 millones de dólares de hoy.

Y aclara su hijo: "Gastó hasta el último centavo, y más. Mi madre era una derrochadora."

Yo, lo siento mucho, no despacho la menor indulgencia con aquellos adultos que no saben administrarse, sobre todo si ganan 13 millones de dólares en quince años. Su pobreza me parece de tonto a las tres, y sólo faltaría que fuera culpa nuestra.

1924 vs. 2024

Lo más interesante de La divorciada es comprobar cómo degenera la raza. Igual que sucede con los hombres, ahora con treinta años eres más infantil de lo que era tu abuela con veinte. Así, la narradora de Ursula Parrott (como más o menos ella misma cuando lo escribió) tiene 24 años, y todo lo que dice lo firmaría hoy una chica de 34. Es muy impresionante.

Igual que sucede con los hombres, ahora con treinta años eres más infantil de lo que era tu abuela con veinte

Díganme a qué época pertenecen estas palabras, si a 1924 o a 2024: "Criadas bajo los maltrechos estandartes de "amor eterno" y "la pureza ante todo", ahora tenemos que adaptarnos a la vida en la era de las aventuras de una noche". Son de La divorciada.

También se nota que antes (hace un siglo) el dinero daba más de sí. La pareja, antes de divorciarse, es pobre, pero finalmente él encuentra un trabajo, y miren todo lo que pueden permitirse con un sueldo: "Teníamos dinero para una criada, y para que Pete se parara a tomar unas copas de camino a casa, y para que los dos saliéramos a cenar todas las noches, y dinero para la ginebra de las fiestas".

placeholder 'La divorciada', editada por Gatopardo. (EC Diseño)
'La divorciada', editada por Gatopardo. (EC Diseño)

En la relación hay abortos, infidelidades, amigos y amigas que traicionan, copas y tabaco y palabrotas. "El uso de la lengua vernácula, de la obscenidad, en el habla común no es más que otro vicio ceremonial estrictamente masculino (…), que, de un tiempo a esta parte se ha vuelto propio de ambos sexos". Y poco después leemos: "¡No soy más zorra que Judith!"

La autora inventa un personaje plano, llamado Lucia, con la sola intención de transmitir en forma de diálogo algunas ideas contrarias a la vida moderna. Así, Patricia, nuestra protagonista, como si de una redactora de El País se tratara, le pregunta a Lucia: "¿Qué piensas de verdad de las divorciadas y separadas?"

Más sorpresas de 1924: “Iba al gimnasio cada tarde”. Y: “Todos quieren acostarse con nosotras”

Y Lucia afirma: "Se supone que somos libres. ¡Menuda sandez! Libres para pagar nuestro propio alquiler, y comprar nuestra propia ropa, y soportar las excentricidades de media docena de hombres con autoridad sobre nosotras". Y también: "Si la próxima generación de mujeres tiene algún sentido común (…) emprenderá una cruzada por el renacimiento de la caballerosidad".

Dense cuenta de que en 1924 la gente ya leía libros donde se decía: "La idea de salir y conseguir cincuenta amantes no me seduce mucho".

Más sorpresas de 1924: "Iba al gimnasio cada tarde". Y: "Todos quieren acostarse con nosotras".

En inglés la novela se titula Ex wife.

No he querido saber, pero he sabido que hay una campaña importantísima para que la voz "divorciada" pierda toda connotación negativa y acabe significando "soltera, joven y feliz". Emily Ratajkowski, recién divorciada, se ha hecho fotos sensuales en esa dirección, muy diferentes a las fotos sensuales que se ha hecho otras veces en otras direcciones. Sólo podemos desearle suerte a esta nueva cruzada, como decimos, crucial para la civilización occidental.

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