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Para Begoña Villacís el Saturno de Goya es la mejor imagen del canibalismo político
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Peio H. Riaño

Un Prado al día

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Peio H. Riaño

Para Begoña Villacís el Saturno de Goya es la mejor imagen del canibalismo político

La portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid asegura que "el Picasso de Jaime Botín me recuerda al Ecce Homo de Borja"

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No es la primera vez que asoman las Pinturas Negras de Goya en esta visita veraniega al Museo Nacional del Prado, pero probablemente sí sea uno de los encuentros con menos ambages. Porque no es la pintura a la que nos vamos a referir una imagen que se ande con sutilezas o ambigüedades. No, el Saturno devorando a uno de sus hijos es un golpe de sinceridad, un puñetazo visual sangriento en el que un ser se come a otro que resulta ser su hijo. Mucho más gore Rubens, mucho más expresionista Goya. Temiendo la profecía que anunciaba que sus hijos le arrebatarían el trono de los dioses, Saturno los devoró uno a uno. Sólo sobrevivió Zeus, que cumplió, claro, con el vaticinio.

Y en esas aparece Begoña Villacís (Madrid, 1978), abogada y portavoz de Ciudadanos del Ayuntamiento de Madrid, aficionada a la pintura, y señala al desgarrador Saturno. “No es la que más me gusta de las Pinturas Negras, pero me produce tanta inquietud. Creo que es un lugar de encuentro con la parte más negra de uno mismo”, explica.

Y pasa a contar su relación con la política, en la que es una recién llegada y asegura haberse puesto “fecha de caducidad”. “Vengo de fuera de la política y todas las situaciones antropofágicas de la política actual las veo en este cuadro”. Más claro agua. Pero no sólo por el caso Carmona. Por la política en general, por el clientelismo que genera la perversión de la endogamia de los partidos. “Saturno es el padre y se los comió antes de que le sucedieran… eso es la política en sí misma. La política desorientada, la que se acaba convirtiendo en un juego de poder y de lealtades. Eso representa este cuadro”. Lo dicho, más claro el agua.

Desde pequeña mira y copia en las salas de la pinacoteca: “El Prado no es de mis museos favoritos y eso que he dibujado mucho”. Le atrae más el Museo Reina Sofía y el Thyssen-Bornemisza en estos momentos, porque reconoce que el arte “son momentos en la vida”. El Greco le ha gustado siempre porque fue un artista “terco” e “inspirador”. “No soy tanto del Picasso de Botín, que me recuerda al Ecce Homo de Borja”, añade sin rodeos. Por iniciativa propia ha dibujado en un papel (reciclado) su propia versión del Saturno, con carboncillo, y nos la ha mandado.

Es curioso como estas pinturas hechas en las paredes de la Quinta del sordo representen, aparentemente, el hartazgo de Goya consigo mismo y sus encargos. Una revelación de lo que nadie espera de él, una ruptura definitiva con la relación arte y política y sus servicios propagandísticos. Temas sombríos, “es una reacción contra lo que había hecho”, dice Villacís. “Todos tenemos esa parte de luz y de sombras”. “El problema de la política –vuelve a ello- es que se ha inmunizado a los problemas y es probable que si pasaran por aquí ni les tocase. Sé que me convertiré en uno de ellos. Por eso me he puesto fecha de caducidad, porque dejas de ver las manchas y se convierten en parte de tu tónica habitual”, explica.

También eligieron su favorito:

Fernando Trueba - Las meninas (Velázquez)

Manuela Carmena - Los duques de Osuna y sus hijos (Goya)

Luis de Guindos - El descendimiento (Roger van der Weyden)

Isabel Coixet - Duelo a garrotazos (Goya)

Julián Hernández - La extracción de la pieda de la locura (El Bosco)

Javier Pérez de Andújar - Santo Domingo y los albigenses (Berruguete)

José Ignacio Goirigolzarri - Las meninas (Velázquez)

Antonio Garrigues Walker - El jardín de las delicias (El Bosco)

Eduardo Mendoza - El caballero de la mano en el pecho (El Greco)

Sandra Barneda - El perro semihundido (Goya)

Javier Gomá - Autorretrato (Durero)

No es la primera vez que asoman las Pinturas Negras de Goya en esta visita veraniega al Museo Nacional del Prado, pero probablemente sí sea uno de los encuentros con menos ambages. Porque no es la pintura a la que nos vamos a referir una imagen que se ande con sutilezas o ambigüedades. No, el Saturno devorando a uno de sus hijos es un golpe de sinceridad, un puñetazo visual sangriento en el que un ser se come a otro que resulta ser su hijo. Mucho más gore Rubens, mucho más expresionista Goya. Temiendo la profecía que anunciaba que sus hijos le arrebatarían el trono de los dioses, Saturno los devoró uno a uno. Sólo sobrevivió Zeus, que cumplió, claro, con el vaticinio.

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