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Entre la 'locura' de Milei y la 'cordura' de Sánchez
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Marcos Eguiguren

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Entre la 'locura' de Milei y la 'cordura' de Sánchez

Cuando uno se fija en ambos personajes, la diferencia entre las primeras imágenes de uno y otro es demoledora. El primero parece sugerir la locura, mientras que el segundo es la viva imagen de la cordura

Foto: El candidato a la presidencia de Argentina, Javier Milei. (Reuters/Pool/Luis Robayo)
El candidato a la presidencia de Argentina, Javier Milei. (Reuters/Pool/Luis Robayo)
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Cuando lea usted estas líneas, Pedro Sánchez habrá conseguido de nuevo su investidura como presidente del Gobierno de España, mientras que, en Argentina, Javier Milei estará velando armas para enfrentarse el próximo domingo a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que bien podrían auparle al sillón de la Casa Rosada.

Cuando uno se fija en ambos personajes, la diferencia entre las primeras imágenes de uno y otro es demoledora. Por un lado, tienes a Milei, histriónico donde los haya, con esos cabellos imposibles y acompañado hasta hace no tanto en muchas de sus intervenciones por una simpática motosierra que simboliza su discurso rompedor, y, por otro lado, tienes a Sánchez, con su pinta de galán de cine, siempre perfecto e impoluto, sin pronunciar una palabra más alta que otra y atento a ponerse al servicio del buenismo imperante sin cuestionar ninguna de sus premisas. El primero parece sugerir la locura, mientras que el segundo es la viva imagen de la cordura.

No conozco al Sr. Milei y, por lo tanto, no puedo afirmar que esté loco. Sobre la supuesta cordura del Sr. Sánchez, prefiero no pronunciarme. No creo que la comparación de la imagen física de ambos políticos tenga más recorrido. Sin embargo, algo que sí podríamos hacer es echar un vistazo a algunas de las propuestas económicas que llevan en su jubón cada uno de ellos, no con la pretensión de compararlas, es casi imposible, sino de reflexionar sobre ellas. Mucho cuidado. Hay que tener en cuenta que a ambos países los separa un océano, 10.000 kilómetros e, institucionalmente hablando, toda una Unión Europea de distancia.

Argentina es un país objetivamente rico, en posesión de enormes recursos naturales y con baja densidad de población que, sin embargo, vive con altos niveles de pobreza, dada la ineptitud recurrente de su clase política y lo absurdo de muchas decisiones financieras y cambiarias tomadas en las últimas décadas que hacen que el país sea casi incapaz de financiarse en los mercados y presente una altísima inflación, del orden del 133% hoy en día. Tengo serias dudas de que algunas de las propuestas del candidato Milei, tales como la dolarización de la economía argentina o la supresión del Banco Central, contribuyan a mejorar esos temas o, si de mejorarlos, no provocarían otro tipo de estropicios. Dolarizar disminuiría la inflación, pero la pérdida de soberanía cambiaria es siempre preocupante. Argentina ya vivió esa situación en la década de los noventa del siglo pasado y el tema no acabó bien. Me temo que hablamos de una economía demasiado grande para prescindir de tener su propia divisa. Eliminar el Banco Central independiente no me parece una buena idea, aunque en teoría no tengas ninguna moneda propia cuya masa monetaria tengas que controlar. Un banco central tiene otras importantes misiones, como la de supervisar el sistema bancario o crear o autorizar sistemas y medios de pago. Propuestas, por tanto, demasiado arriesgadas, aunque puedo entender que muchos argentinos digan aquello de que, de perdidos al río.

Foto: El economista ultraliberal Javier Milei. (EFE/Gala Abramovich)

En otro orden de cosas, las propuestas del candidato sobre la disminución del papel del Estado en la economía y la disminución de la carga fiscal para eliminar la fuga de capitales y facilitar que estos vuelvan a Argentina parecen propuestas a considerar, aunque hay que verlas con detenimiento y, sobre todo, tienen que ejecutarse de forma algo menos abrupta de lo que verbaliza el candidato y de manera muy cautelosa a lo largo de un periodo de tiempo suficientemente largo para sortear problemas sociales y dar tiempo a que las medidas generen riqueza. No hay que olvidar que lo que Argentina necesita desesperadamente desde hace mucho es un clima que permita que los inversores, el capital, y los ahorradores en general vuelvan a confiar en el país, para así relativizar su volumen de deuda externa, unos 343.000 millones de USD, es decir, 7.569 dólares per cápita o un 71% de su PIB. En fin, dejando aparte la supuesta locura del candidato Milei, algunas medidas son discutibles, pero otras pueden tener sentido y es cuestión de que se lleven a cabo de una forma exquisitamente mesurada.

Al otro lado del océano, el presidente del Gobierno español se presenta con un plan —si es que verdaderamente hay algún plan— que estaría en las antípodas del caso argentino. Más intervención estatal, más gasto público, más fiscalidad. Es cierto que España es un país macroeconómicamente más rico que Argentina, su PIB per cápita es mucho mayor (45.825 contra 26.504 USD), aunque su stock de riqueza natural está a años luz del que presenta Argentina y eso, algún día, acabará poniéndose en valor. Pero hay algún que otro dato curioso en que ambos países están más cerca de lo que parece. Ya hemos visto los volúmenes de deuda externa argentinos. En el caso español, estamos ante unos 860.000 millones de USD, cerca de un 61% del PIB, un porcentaje todavía alto si nos atenemos a las recomendaciones de diferentes organismos multilaterales, a pesar de unos buenos años en la balanza de pagos, al crecimiento del PIB y, sobre todo, gracias al escudo que representan la pertenencia a la Unión Europea y la existencia del euro. Me pregunto si, con el cuadro macroeconómico que presenta España y el que previsiblemente presentará en los próximos años de llevarse a cabo el plan de incremento constante del gasto y de la presión fiscal, nuestro país sería capaz de financiarse de forma razonable en los mercados internacionales de no formar parte de la UE y de la eurozona. Tengo serias dudas, y ello me lleva a pensar que los gobernantes de los países de la UE, el Sr. Sánchez incluido, no deberían utilizar el paraguas de la Unión para realizar políticas que no podrían llevar a cabo si no fueran parte del club comunitario, porque ello, al final, acabará minando la solvencia del conjunto de la UE.

Foto: Tren de Cercanías de Renfe. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
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Las políticas del Sr. Sánchez, a la larga, perjudicarán la competitividad española y eso siempre se traduce en una mayor deuda externa. No podemos olvidarnos de la misma por el hecho de pertenecer al club europeo. Por tanto, dejando de lado la planta que presentan ambos personajes, está por ver quién es el cuerdo y quién el loco.

Cuando lea usted estas líneas, Pedro Sánchez habrá conseguido de nuevo su investidura como presidente del Gobierno de España, mientras que, en Argentina, Javier Milei estará velando armas para enfrentarse el próximo domingo a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que bien podrían auparle al sillón de la Casa Rosada.

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