Es noticia
Independencia vasca, vuelve Ibarretxe
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

Independencia vasca, vuelve Ibarretxe

El vaticinio del regreso de Ibarretxe se desprende de la deriva del nacionalismo vasco, nuevamente jaleado por la izquierda española

Foto: El exlendakari Juan José Ibarretxe. (EFE/Javier Etxezarreta)
El exlendakari Juan José Ibarretxe. (EFE/Javier Etxezarreta)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Pronto aparecerá otra vez en nuestras vidas un tal Ibarretxe. Como este hombre desapareció de la vida pública española y, sobre todo, como la desmemoria política es un fenómeno que va unido a la velocidad con la que se consume la actualidad, esa mezcla extraña de sobreinformación y desconocimiento, es muy posible que a una buena parte de la sociedad ya ni siquiera le suene su nombre. La política española es siempre lampedusiana y, en los 15 años transcurridos desde el plan Ibarretxe, han cambiado tantas cosas en la política española que todo sigue exactamente igual. Con decir que Ibarretxe, Juan José Ibarretxe, es el precedente histórico de Puigdemont, ya puede hacerse una idea quien no lo conozca. También Ibarretxe fue presidente de Gobierno, lendakari vasco, y fue el precursor de la deriva soberanista que se da en España.

Ocurrió en la legislatura del presidente Rodríguez Zapatero, cuando decidió, como líder socialista, que el ideal de progreso y de modernidad en España consistía en contentar a los nacionalistas vascos y catalanes en su desmedido afán de privilegios y desafectos. Gracias a Zapatero, el modelo autonómico empezó a desquiciarse fatalmente, que es algo que seguimos padeciendo hoy. El primero en dar el paso de la secesión y la declaración unilateral de independencia fue Ibarretxe, aunque fue más sutil que lo serían, años después, sus correligionarios catalanes. Ibarretxe era lendakari, estaba decidido a llevar adelante sus planes, pero el Tribunal Constitucional lo frenó en seco, por unanimidad. En una sentencia del 11 de septiembre de 2008, dijo, por unanimidad, algo que todavía se sigue discutiendo estúpidamente en España, que el titular del derecho a decidir es el pueblo español y no una parte del mismo, con lo que se trata de un asunto que “afecta al fundamento mismo del orden constitucional y eso sólo puede plantearse mediante una propuesta de reforma de la Constitución”. Es decir, lo mismo en lo que seguimos, en esta ocasión multiplicado por la amnistía de los procesados de la revuelta catalana.

Foto: EH Bildu celebra el 'Aberri Eguna' en una imagen de archivo. (EFE/Villar López) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
El día de la patria obsesionada
José Antonio Zarzalejos

El vaticinio del regreso de Ibarretxe se desprende de la deriva del nacionalismo vasco, nuevamente jaleado por la izquierda española. De cómo el internacionalismo proletario se volvió defensor del nacionalismo burgués es un misterio sin resolver, como ya hemos dicho otras veces. El mencionado Ibarretxe, de hecho, dice cosas tan de izquierdas, tan de futuro, como que "hace 2.000 años no existían estados-nación, como Francia o España, pero ya existíamos el pueblo catalán y el pueblo vasco". Y lo mismo para el futuro: “No sé si dentro de 2.000 años Francia seguirá siendo como es, o si el Estado español seguirá siendo como es, pero estoy convencido de que existirán el pueblo vasco y el catalán”. Pues, bien, cuando el Tribunal Constitucional frenó su plan y el PNV, a continuación, perdió el Gobierno Vasco, porque el PP hizo lendakari al socialista Patxi López, aunque no había ganado las elecciones, Ibarretxe desapareció, pero nos dejó una predicción: “Euskadi será independiente en 2030”. También Cataluña, claro.

La cuestión es que nadie le prestó demasiada atención hasta que ahora, de pronto, llega esta legislatura, con esta composición del Congreso de los Diputados, esta mayoría parlamentaria manejada por los independentistas, y los cálculos comienzan a cuadrar. Pensemos, por ejemplo, que en esta legislatura el presidente Pedro Sánchez saca adelante su Gobierno con nuevas cesiones, mesas bilaterales de diálogo, promesas y hasta leyes que contentan a los independentistas vascos y catalanes. Y que, transcurridos los cuatro años, volvemos a ir a elecciones generales, a mediados ya de 2027, con el mismo panorama, pero ya elevado a la exigencia última: una fecha concreta para el referéndum de autodeterminación. Lo que ocurriría si, en esas elecciones, gana el Partido Popular es fácil de adivinar: recrudecimiento de las protestas independentistas, con otro desafío al Estado en las dos comunidades, que esta vez estaría avalado, legal y políticamente, por las reformas de las dos legislaturas precedentes. Ya lo ha advertido en la tribuna del Congreso de los Diputados la portavoz de Bildu, en el debate de investidura de Núñez Feijóo: “Este es el camino que esperamos emprender lo antes posible”.

Foto: Arnaldo Otegui, líder de EH Bildu. (EFE/David Aguilar)

En esta legislatura, los independentistas han encontrado lo que denominan “una ventana de oportunidad”, y piensan aprovecharla con ese objetivo, sentar ahora las bases que permitan dentro de cuatro años declarar la independencia, aprovechando nuevamente que en España gobierna la derecha, que sirve de excusa para casi todo. Lo más preocupante, además, es la involución del PNV, arrastrado por el empuje de Bildu. Los nacionalistas parecían haber aprendido tras el fiasco del plan Ibarretxe y proclamaban, como tiene dicho el lendakari, Urkullu, y el presidente del PNV, Ortuzar, que en Europa no cabe una declaración de independencia y que, en definitiva, “la independencia es un estado mental”. Gran frase, que podía parecer definitiva, si no fuera porque en esta legislatura se vuelve a remover todo. Pero es lo que dijo Ortuzar en 2014: “Al menos en nuestra cabeza ya somos independientes. Tenemos un idioma milenario y una cultura rica, gestionamos nuestras instituciones, contamos con un sistema fiscal y financiero ejemplar, hemos construido un sistema social avanzado y solidario… Es verdad que nos faltan cosas como el reconocimiento oficial de nuestra soberanía, pero del resto lo tenemos casi todo”.

Todo eso ya se ha desbaratado. Ahora el PNV compite con Bildu, lo cual puede llevarle a cometer un error histórico. Por dos cosas. En primer lugar, no caen en la cuenta de que intentar frenar el deterioro electoral con más radicalización solo conduce a acelerar el declive porque, para radicales, los ciudadanos siempre optarán por los originales. Eso sin olvidar que el PNV es un partido con una amplia base conservadora que difícilmente compartirá esa deriva. Y, en segundo lugar, porque todo lo que está ocurriendo forma parte del diseño estratégico de Pedro Sánchez para conformar una nueva mayoría política en España con el eje PSOE, Esquerra y Bildu. Si el portavoz del PNV, Aitor Esteban, ya se quedó con la impresión de que el presidente Sánchez los había utilizado “como un clínex”, que piense que el paquete de pañuelos no se ha acabado.

Pronto aparecerá otra vez en nuestras vidas un tal Ibarretxe. Como este hombre desapareció de la vida pública española y, sobre todo, como la desmemoria política es un fenómeno que va unido a la velocidad con la que se consume la actualidad, esa mezcla extraña de sobreinformación y desconocimiento, es muy posible que a una buena parte de la sociedad ya ni siquiera le suene su nombre. La política española es siempre lampedusiana y, en los 15 años transcurridos desde el plan Ibarretxe, han cambiado tantas cosas en la política española que todo sigue exactamente igual. Con decir que Ibarretxe, Juan José Ibarretxe, es el precedente histórico de Puigdemont, ya puede hacerse una idea quien no lo conozca. También Ibarretxe fue presidente de Gobierno, lendakari vasco, y fue el precursor de la deriva soberanista que se da en España.

Noticias de País Vasco
El redactor recomienda