Pesca de arrastre
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Recadito de Junts a Sánchez: prepárate para lo que viene
Los junteros insisten en hacerle saber a Pedro Sánchez que sus advertencias son serias y que si Carles Puigdemont no se convierte en presidente de la Generalitat, la vida parlamentaria del Ejecutivo español va a convertirse en un vía crucis
Recaditos. Y más recaditos. Insiste Junts en hacer creíbles las amenazas a Pedro Sánchez sobre lo amarga que se le puede tornar la legislatura española si Salvador Illa se convierte en presidente de la Generalitat.
Los avisos se acentúan a medida que nos acercamos al domingo y se ponga fin con las elecciones europeas al último de los paréntesis que por motivos electorales han puesto en barbecho, amnistía al margen, la actividad legislativa en el Congreso.
Ayer los junteros lanzaron una nueva bengala. Fernando H. Valls publicaba en La Vanguardia una información muy relevante: Junts busca la supresión del impuesto de patrimonio con el concurso favorable del PP y Vox.
El mensaje que encierra la información publicada es doble. Por un lado, los junteros insisten en hacerle saber a Pedro Sánchez que sus advertencias son serias y que si Carles Puigdemont no se convierte en presidente de la Generalitat, la vida parlamentaria del Ejecutivo español va a convertirse en un vía crucis.
Por el otro, el partido de Carles Puigdemont le dice a su electorado más tradicional, con la certeza de que este lo entenderá -y así sería, llegado el caso- que en el eje social y económico no tiene ningún problema en coincidir en una votación con el PP y con Vox si eso sirve para sacar adelante propuestas de su programa electoral. La eliminación propuesta por Junts sería, de momento, temporal y mientras esté en vigor el impuesto a las grandes fortunas, por entender que se trata de un doble gravamen sobre lo mismo.
De paso, Junts también se congracia definitivamente con actores como la patronal catalana Foment, muy activa en la eliminación del impuesto de patrimonio, tras muchos años en los que los herederos de Convergència han flirteado en sus programas, declaraciones e iniciativas parlamentarias con las propuestas tradicionalmente atribuibles a las formaciones izquierdistas.
Explicando abiertamente que no les importa hacer de correa de transmisión de la patronal en algunos asuntos, aun necesitando al PP y Vox en la ecuación, lo que le estás diciendo al mercado electoral es que la derecha nacionalista está definitivamente de vuelta. Al menos en políticas sectoriales. No se trata en ningún modo de resucitar el cadáver de Convergencia, pero sí de empezar a dar alguna satisfacción a la bolsa de votantes más fiel, y probablemente más numerosa, del proyecto Juntero.
Pero lo fundamental, sabiendo que Míriam Nogueras, la líder del grupo parlamentario de Junts en Madrid, no haría un movimiento político de este calibre sin el visto bueno de su líder, es confirmar que Carles Puigdemont tiene las fichas del día a día de la política del Congreso en la cabeza y está dispuesto a utilizarlas en contra de Pedro Sánchez si le conviene.
Y esta presión solo puede desactivarse con una operación que de momento sigue siendo imposible: que ERC se avenga a firmar las paces con Junts y que el PSC se rinda ante las exigencias de estos, una vez convertidos de nuevo en un matrimonio de conveniencia, para facilitar la investidura de Puigdemont como presidente de la Generalitat.
Como presidente, Puigdemont podría contemporizar con el resto de las exigencias que el PSOE concedió a Junts para investir a Sánchez además de la amnistía: la negociación de un referéndum y la financiación especial para Cataluña. Pero estando en la oposición, esa contemporización se torna imposible.
Este tipo de amenazas resultan además mucho más creíbles que el runrún sobre una hipotética moción de censura planteada por el PP a la que tendría que sumarse Junts para tener algún recorrido. Hipótesis inflada por no cerrar la puerta Feijóo de manera vehemente a esta posibilidad, permitiendo así la sobre interpretación de los medios.
El electorado de Junts, incluso la parte más conservadora, no entendería una decisión tan radical como la participación, por los motivos que fuera, en una moción de censura. Pero es que además tampoco es una posibilidad que baraje la dirección juntera, aunque hayan dejado caer en alguna ocasión que no les temblará el pulso ni en el más radical de los escenarios. No van por ahí los tiros. Los primeros encuentros entre Junts y el PP serán de entrada casuales y adoptarán la forma de una feliz coincidencia en el voto sobre la base de una también coincidencia programática. El impuesto de patrimonio sería uno de estos casos.
Que Junts va a ser un grano en las posaderas del PSOE era cosa ya sabida. Pero la multiplicación de avisos en este sentido señala una legislatura de muy incierto recorrido. Con Puigdemont dispuesto a coincidir con PP y Vox en votaciones concretas, siempre que sean los populares y voxeros los que se sumen a sus iniciativas, a Sánchez se le abriría una vía de agua importante. Un Congreso que vota eliminar el impuesto de patrimonio a iniciativa de uno de los socios de investidura impide mantener en pie el discurso del “muro” que tanto rendimiento le da al presidente del Gobierno: a un lado el PP y Vox, al otro todos los demás.
Como las posibilidades de que Carles Puigdemont sea presidente de la Generalitat siguen cotizando extremadamente a la baja, por mucho teatrillo que se esté improvisando en Cataluña en estos momentos, hay que considerar que el escenario que se avecina es el señalado. Aprobada la amnistía y finalizado el paréntesis electoral, empieza la legislatura de las cosas de comer. Y Junts enseña sus cartas: o presidencia de la Generalitat o avances en el referéndum y la financiación. Y si no, a coincidir en el voto con el PP y con Vox cuando táctica y estrategia lo requieran. Hasta que el cuerpo y la legislatura aguanten.
Recaditos. Y más recaditos. Insiste Junts en hacer creíbles las amenazas a Pedro Sánchez sobre lo amarga que se le puede tornar la legislatura española si Salvador Illa se convierte en presidente de la Generalitat.
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