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Esteban Hernández

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Por qué hay nervios en el PSOE con el resultado de la investidura

A última hora, la incertidumbre en las filas socialistas sobre la votación comienza a aparecer. Sin embargo, casi todos los elementos esenciales están cerrados

Foto: Pedro Sánchez, en Bruselas. (EFE/Olivier Matthys)
Pedro Sánchez, en Bruselas. (EFE/Olivier Matthys)
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Conforme se va acercando el momento de la verdad, el ánimo en las filas socialistas está variando. Si bien el presidente en funciones siempre ha señalado de manera rotunda que habrá investidura, y eso no ha cambiado, la seguridad que se transmite desde los principales partidos sobre el resultado de la votación está disminuyendo. Los independentistas están enfriando el entusiasmo esta semana y afirman, como cuenta Josep Martí, que el "acuerdo está muy difícil".

Los procesos negociadores son difíciles de leer, ya que la información que se transmite es a menudo ambigua. Cuando se desea estirar la cuerda, se amaga con la ruptura, y cuando se quiere romper, también. De modo que las tensiones que se están percibiendo estos días pueden no ser más que parte del proceso de acuerdo o señales de que todo se está torciendo.

En todo caso, lo que las fuentes socialistas afirman es que la fecha más probable para la investidura estará situada en la semana que se inicia el 13 de noviembre, con lo que todavía queda tiempo para limar asperezas.

Acuerdo en el núcleo

Estas son de dos órdenes. La primera es con los independentistas, tanto Junts como ERC, que tienen diferentes posiciones e intereses. Fuentes socialistas señalan que, después de la toma de posesión del nuevo gobierno, se pondrá en marcha una proposición de ley, redactada a partir de un texto que sería su núcleo, y en el que todas las partes estarían ya de acuerdo. En él figuran los términos generales de la futura ley, los casos que se contemplan y a quiénes podrían afectar. Estará redactada de una forma en la que el Tribunal Constitucional no encontraría objeciones.

Junts pretende una revisión del pasado reciente en la que aparezca una suerte de petición de perdón por parte del Estado

El desacuerdo está en el preámbulo de la ley. El PSOE pretende centrarse en los términos pragmáticos, hacer valer una amnistía técnica y pasar página. Junts pretende una revisión del pasado reciente en la que aparezca una suerte de petición de perdón por parte del Estado por sus acciones tras el 1-O, a lo que los socialistas no están dispuestos.

El segundo aspecto complicado se centra en Puigdemont y la clase de amnistía que recibiría. Un regreso triunfal sería bastante complicado de manejar, y más si tuviera opción de presentarse como candidato en las elecciones catalanas. A ERC esta posibilidad le molestaría sobremanera, en la medida en que Junqueras está inhabilitado. La solución sería que Puigdemont pagase un precio, aunque fuera simbólico, y eso está aún por decidir.

Las tensiones con Podemos

La desconfianza socialista también aparece respecto de Podemos. El reparto de poder y cargos que Díaz realice en Sumar cuando llegue el momento, parece tener a Nacho Álvarez como figura fija, lo que dejará sin posiciones relevantes a los de Belarra y Montero. La tentación de revolverse, en caso de que anticipen que no tendrán una presencia en el gobierno, y votar en contra en la investidura es considerado poco probable por los socialistas, pero no imposible. Entienden, además, que Yolanda Díaz no sabe manejar con soltura estas situaciones y que, el ruido dentro de Sumar aumentará en las fechas previas a la investidura. Hay que dar espacio y cargos a Más Madrid, los comunes, IU y Podemos, y los dos últimos parece que obtendrán muy poco.

Sin embargo, lo significativo de estas tensiones de última hora provienen de un factor anímico mucho más que de elementos racionales. La sensación que transmiten continuamente es que habrá acuerdo, pero que todo está sujeto a una posible ruptura de última hora si los componentes irracionales, tanto de Junts como de Podemos, hacen acto de aparición, aunque negar la investidura a Sánchez vaya en contra de sus propios intereses.

En estas circunstancias, conviene prestar atención a los aspectos más realistas. Si Junts decide no investir a Sánchez, perdería más que el PSOE; este puede quedarse sin gobierno, pero Puigdemont puede perder la libertad, y muchos de los suyos verse en situaciones complicadas por las sanciones pendientes. Además, se arriesgan también a la pérdida de voto si son identificados como únicos responsables de la repetición electoral.

Foto: Yolanda Díaz, Ione Belarra, Nacho Álvarez y Pablo Iglesias, en 2018. (EFE/ FERNANDO ALVARADO)

Algo peor le ocurre a Podemos. Si Sánchez no fuera presidente por su causa, es decir, si todos los partidos de la coalición votasen a favor y fueran los de Montero los que hicieran saltar el gobierno, la repetición electoral sería catastrófica para ellos. Es mucho más probable que la ruptura con Sumar llegue después de la investidura que antes.

Queda tiempo para la votación todavía, de modo que habrá que manejar tensiones, desinformaciones y percepciones durante algún tiempo.

Conforme se va acercando el momento de la verdad, el ánimo en las filas socialistas está variando. Si bien el presidente en funciones siempre ha señalado de manera rotunda que habrá investidura, y eso no ha cambiado, la seguridad que se transmite desde los principales partidos sobre el resultado de la votación está disminuyendo. Los independentistas están enfriando el entusiasmo esta semana y afirman, como cuenta Josep Martí, que el "acuerdo está muy difícil".

Pedro Sánchez Carles Puigdemont
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