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Monedero, su padre, Trump y Sánchez

Caemos en la tentación de encasillarnos en la retórica de izquierda y derecha, pero la verdadera división política radica entre quienes creen en la libertad y quienes consideran que la verdad única debe ser revelada, aprehendida y acatada

Foto: El politólogo español Juan Carlos Monedero. (EFE/Matías Martín Campaya)
El politólogo español Juan Carlos Monedero. (EFE/Matías Martín Campaya)

Es de conocimiento público que el padre de Juan Carlos Monedero era un nostálgico del franquismo. Él mismo lo había expresado abiertamente, y su hijo no dudó en mencionar el carácter profundamente conservador de su progenitor. La mayoría de las referencias a esta relación suelen enfocarse en la aparente contradicción: un admirador de un régimen fascista criando a uno de los íconos más representativos de la izquierda radical en España.

Pero, ¿es realmente una discrepancia? ¿O podría ser, por el contrario, una lógica conexión que une a quien ensalzó a Franco con quien ahora baila con Maduro?

Caemos irremediablemente en la tentación de encasillarnos en la retórica de izquierda y derecha, pero la verdadera división política radica entre quienes creen en la libertad y quienes consideran que la verdad única debe ser revelada, aprehendida y acatada. ¿Qué diferencia hay entre responder “¡Presente!” al nombre de Franco y gritar “¡Chávez vive!”? Ambas son coreografías totalitarias cuyo objetivo es imponer al prójimo una forma de vida, una visión, una “verdad”.

Si analizamos a fondo, las similitudes son evidentes. Esa actitud militarista, simplista, que pretende arreglar el mundo con un par de exabruptos y un toque de arrogancia. Esa incapacidad para separar la crítica al régimen de la crítica al país. Maduro percibe cualquier ataque a su Gobierno como una ofensa a Venezuela, al igual que ocurría con Franco y España.

Foto: Un grupo de personas en noviembre de 1975 leyendo en periódicos sobre la muerte de Franco. (Keystone/Getty Images)

Ambos representan una visión sesgada del sentir popular, que solo observan desde las ventanas de sus palacios. Su enfermiza necesidad de perpetuarse en el poder los une, al igual que la alabanza de “intelectuales” que giran en la órbita de estos regímenes, defendiendo con tanto entusiasmo como falta de vergüenza el pisoteo de los más débiles en nombre del pueblo.

En definitiva, Juan Carlos Monedero no es más que un digno sucesor político de su padre. Solo alguien que creció escuchando las bondades de Franco podría desarrollar el cuajo de abrazar a Maduro en su toma de posesión.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Eduardo Parra) Opinión
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Y aquí es donde el paralelismo se extiende a Trump y Sánchez. Quizá de forma menos intensa, pero no menos reveladora. Aunque parezcan opuestos en la arena política, las coincidencias son asombrosas.

¿Quién cree que los jueces están politizados? ¿Quién denuncia una persecución judicial con fines políticos? ¿Quién considera que los medios de comunicación distorsionan la verdad para perjudicar su presidencia? ¿Quién habla de pseudomedios o fake news cuando se refieren a sus escándalos? ¿Quién ha colocado jueces amigos en posiciones de poder? ¿Y quién planea indultar a aliados políticos?

La respuesta, claro está, es ambos. Trump y Sánchez comparten estas características y muchas más. Tal vez no sean padre e hijo, pero sí comparten un origen común: el resentimiento hacia un establishment que sienten que los desprecia. Trump se considera subestimado por una élite que lo rechazó, y Sánchez arrastra un resentimiento similar desde que le hacía las fotocopias a Pepe Blanco. Ambos han demostrado principios flexibles e intercambiables, con el poder como única divisa. En el fondo, todo se reduce a un deseo de revancha.

Foto: Pedro Sánchez, en el Congreso. (EP) Opinión

Cierta derecha de nuestro país piensa que el lucero de Trump alumbra el camino. Que a la izquierda solo se le vence ganando a decibelios. Si ellos desprecian, nosotros repudiamos. Si ellos manipulan, nosotros dos tazas. Lo que obvian -o no nos quieren contar- es que se retroalimentan. O ¿alguien duda de que la victoria de Trump ha sido la mejor noticia electoral que le podrían haber dado a Sánchez? Como Monedero con su padre, tan lejos y tan cerca al mismo tiempo. Para animar a su votante, Sánchez quiso revivir a Franco pero el cadáver se le resistía y, de repente, Trump… con Abascal.

Mientras tanto, frente a los Monedero(s), los Trump y los Sánchez, están los que no encajan en ningún bando, los que cuestionan los conceptos absolutos y defienden la virtud del equilibrio. Aquellos que sueñan con sistemas políticos donde el poder se autolimita por voluntad y no por imposición. Los que no buscan destruir al adversario porque “acabar con algo" nunca fue el objetivo.

Y están amenazados porque sus ideales, basados en la duda constructiva y el contrapeso, son el verdadero legado que quieren borrar, desde Washington hasta Moscú, pasando por Budapest. Estas políticas moderadas sienten ahora que no son de nadie, que nadie las aprecia. Pero yo lo cuestiono. Creo que hay muchos que lo anhelan. Pero es hora de hacerse escuchar con valentía. Tienen que defender que nadie vuelva a confundir nunca tolerancia con falta de principios. Somos muchos los que pedimos que si ostentáis poder nombréis por capacidad y no por afiliación. Que si los vuestros hacen mal lo condenéis con más fuerza si cabe que lo que haríais con los otros. Que no evitemos ningún debate por complicado que sea. Que esté prohibido indultar a “los nuestros”.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters) Opinión

Ante los que han visto todo muchas personas desean que manden los que todavía anhelan explorar. Ante los que solo ambicionan la victoria muchos quieren que se salgan victoriosos los que temen ganar. Y cuando algunos digan que eso es falta de carácter, sabed que no. Que no hay personalidad más grande que aquella que se construye desde la incertidumbre. Porque una postura, aunque minoritaria puede albergar virtud. Porque la verdad es esquiva, pero traza un camino por muy tortuoso que este sea.

En mi opinión, hay millones de personas que buscan esa salida y que no quieren resignarse a los Trump, Sánchez y Monedero(s). Pero para que este camino triunfe debe ser abrazado desde la convicción. No puede ser presentado ante el pueblo como una muletilla legalista. La defensa de la minoría y de las dudas es la probidad y no solo política sino moral. Así hemos construido las sociedades más prósperas conocidas y tenemos la obligación de evitar legarlas al brutalismo de los de siempre, de aquellos que ya fueron derrotados; en el 89 y hace cincuenta años.

*Abelardo Bethencourt, cofundador y director general de Ernest.

Es de conocimiento público que el padre de Juan Carlos Monedero era un nostálgico del franquismo. Él mismo lo había expresado abiertamente, y su hijo no dudó en mencionar el carácter profundamente conservador de su progenitor. La mayoría de las referencias a esta relación suelen enfocarse en la aparente contradicción: un admirador de un régimen fascista criando a uno de los íconos más representativos de la izquierda radical en España.

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