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Sala 2 | Cuatro autores conservadores para entender el 'otro' Estados Unidos

Lo que dicen no es necesariamente más acertado o más válido que lo que ofrecen otras firmas conocidas, pero ayuda a darle profundidad y relieve a la postal de EEUU

Foto: Imagen: Laura Martín.
Imagen: Laura Martín.

Este blog nació como un ejercicio: una herramienta para poner en cuestión las narrativas dominantes de Estados Unidos; tan dominantes que no nos damos ni cuenta de que nos dominan. Están ahí, como el aire, como el agua corriente. Tan extendidas que se confunden con el estado natural de las cosas. Con esta idea, cada semana elegimos un tema y aportamos la versión que suele faltar en los grandes medios de masas. No es que estos medios sean unos corruptos y unos mentirosos. No lo son. Simplemente tienen su visión, su marcado sesgo progresista. En la edición de hoy, acudimos directamente a las fuentes de las otras perspectivas, los otros sesgos. A los autores que presentan un relato alternativo al que estamos habituados.

[Reiteramos que, cuando decimos 'relato alternativo', lo hacemos siempre en el marco de los hechos comprobables. Los conspiranoicos de la derecha, los fundamentalistas identitarios de la izquierda y cosas como las teorías 'fraudianas' de que Trump ganó las elecciones no son verificables y por tanto no tienen un hueco aquí].

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Empezamos fuerte, con John McWhorter, profesor de lingüística de la Universidad de Columbia, articulista en 'The Atlantic' y autor del 'podcast' 'Lexicon Valley' en 'Slate'. John McWhorter dice abiertamente que se abriga en su condición de afroamericano para explorar las vertientes más espinosas del racismo. Una temática tan grave como tabú, donde algunas ideas, según él, han alcanzado el nivel de tótem: verdades intocables que no se pueden cuestionar, bajo amenaza del ostracismo inmediato.

El autor, por ejemplo, dice que los casos de violencia policial en Estados Unidos no siempre tienen que ver con el racismo. A veces sí, pero no siempre: no como se desprende del clima de preocupación y virulencia que estalla cada vez que un afroamericano muere a manos de la policía. Es un matiz que puede arruinar la reputación de cualquiera, pero McWhorther se ha atrevido a abordarlo.

Él dice que la violencia policial está muy relacionada con la pobreza. Recuerda que el afroamericano medio tiene dos veces y media más posibilidades que un blanco de morir en un encuentro con la policía. Al mismo tiempo, el afroamericano tiene dos veces y media menos riqueza que el blanco. “La pobreza hace más probable que te encuentres con la policía”, dice McWhorter, citando este estudio de Human Rights Watch. “En parte porque los policías son enviados más a menudo a comunidades pobres, y en parte porque la pobreza te puede forzar o empujar a tomar decisiones peligrosas. Esto no es justo. Pero también explica la desproporción”.

Foto: El senador de Virginia Occidental Joe Manchin. (EFE) Opinión

El autor recuerda que, cada año, son más los blancos que mueren a manos de la policía. Naturalmente, la proporción por habitante es menor. Pero estas otras tragedias quizás ampliarían el debate e identificarían, junto al racismo, otras dos grandes lacras de Estados Unidos: la pobreza y la brutalidad de la policía en casi cualquier contexto, sobre todo en contextos de marginación. Un caso que menciona McWhorter es el de Tony Timpa, un blanco con problemas mentales que, en 2016, fue inmovilizado por un policía que le clavó la rodilla en la espalda. Timpa, esposado y visiblemente aterrorizado, sollozaba: “¡Me vais a matar!”. 13 minutos más tarde, entre las bromas de los agentes, Timpa había dejado de respirar. Estaba muerto.

También aborda cuestiones raciales Brittany Talissa King, periodista afroamericana de 31 años y militante de Black Lives Matter (BLM) hasta 2018. King conoce las costuras del movimiento por la justicia racial. Ella fundó la rama de BLM en Columbus, Indiana, y se pasó cinco años marchando en las calles. Más tarde, ha reconocido no estar de acuerdo con el rumbo que ha tomado el movimiento. En su opinión, un rumbo mercantilizado, con todo ese apoyo de las grandes marcas, y también agresivo. BLM habría pasado de ser una forma de concienciar y de invitar a la conversación, a ser un instrumento de poder cercano a perspectivas marxistas. Un puño cerrado que genera miedo y con el que no se puede dialogar como antes.

El trabajo de la periodista independiente King expone la diversidad de corrientes de pensamiento que anida en la comunidad negra, que suele retratarse equivocadamente como un bloque homogéneo. Durante el verano pasado, en medio de las protestas raciales y el caos, King publicó un artículo sobre las dos grandes posturas que han ido adoptando sucesivamente los intelectuales afroamericanos y cuya plantilla fijaron, hace un siglo, Booket T. Washington y W.E.B. Du Bois.

Foto: Una mujer examina un rifle de francotirador durante una exhibición de armas en Sochi, Rusia. (EFE) Opinión

Estos próceres de la política afroamericana habrían desbrozado, con sus vibrantes debates, dos caminos para superar las desventajas y la opresión de los negros. Booker T. Washington abogaba por la postura de la independencia: los afroamericanos tendrían que trabajar duro, crecer por sí mismos y llegar a ponerse en igualdad de condiciones con los blancos. De lo contrario, andar por las calles pidiendo derechos habría sido una manera de reconocer la ascendencia del caucásico. W. E. B. Du Bois, por el contrario, llamaba a la movilización política, la creatividad, la protesta, la militancia, para conquistar esos derechos retorciéndole un brazo al opresor.

“Fue en esos tiempos cuando los términos ‘conservadurismo negro’ y ‘radicalismo negro’ fueron definidos”, escribe King, “construyendo así una división binaria en la comunidad negra que ha persistido en el movimiento de los derechos civiles de los años sesenta y hasta el siglo XXI”. De hecho, King ha pedido un debate entre quienes serían los abanderados actuales de estas posturas: el escritor negro conservador Coleman Hughes y el esencialista racial Ibram X. Kendi, autor del superventas 'Cómo ser antirracista'.

Feminismo 'de la equidad'

En el campo del feminismo, una voz que suele distanciarse de las narrativas tradicionales es la de Christina Hoff Sommers, referencia del llamado 'feminismo de equidad'. Esta postura, que pertenece a la matriz del liberalismo, defiende la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres. Una plena igualdad de oportunidades reconocida y practicada por el Estado. A partir de ahí, sin embargo, el desempeño de cada persona quedaría a merced de su capacidad y de las espontáneas dinámicas socioeconómicas en juego.

Foto: Marjorie Taylor Greene habla durante una conferencia en Dallas, Georgia. (Reuters) Opinión

Hoff Sommers, que suele ser englobada en la llamada 'web oscura intelectual', una esfera alternativa de pensamiento con la que se relacionan otras figuras como Bret Weinstein, Joe Rogan o Jonathan Haidt, tiene un videoblog donde aborda la temática del feminismo desde una postura de centro liberal. Una de sus críticas a las feministas contemporáneas, o 'feministas de género', es que se habrían radicalizado hasta alienar a los hombres y despegarse de las preocupaciones diarias de las mujeres. Hoff Sommers es miembro del conservador American Enterprise Institute.

Un observador al que le gusta dar mamporros a izquierda y derecha es Andrew Sullivan, británico-estadounidense que solía ser el 'enfant terrible' del periodismo en los años noventa y que ahora lanza sus rayos desde Substack: la plataforma en la que terminan los refugiados exitosos de los grandes medios. Sullivan ha pasado por 'The Atlantic' y 'New York Magazine', de donde aparentemente fue invitado a marcharse el verano pasado por una redacción que no apreciaba sus pullas conservadoras.

Incluso en un mundo en el que el 90% de los periodistas arremetía a diario contra Donald Trump, Sullivan destacaba por sus afilados y vigorosos ataques al expresidente. Columnas de formato largo que viajaban más allá de la mera actualidad y se enraizaban en Shakespeare o en la filosofía clásica para armar reflexiones memorables. Este artículo suyo de 2016 es uno de los más influyentes del último lustro en Estados Unidos.

Foto: El expresidente estadounidense Donald Trump durante su discurso en la CPAC el pasado domingo. (Reuters) Opinión
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El problema, desde el punto de vista de la prensa tradicional, es que el identitarismo 'woke' despierta en Sullivan casi la misma irritación que el magnate republicano. Y suele ser el primero en atizar al 'New York Times' o a 'The Washington Post' por estar siempre obsesionados con las mismas narrativas (aunque simpatiza con Joe Biden: referente de la vieja izquierda consensuada, pluralista).

Como apoyo, si nos centramos en la pura política, en aquello que pasa o que deja de pasar en Washington, uno de los 'podcasts' de referencia es 'Potomac Watch', del 'Wall Street Journal'. Los columnistas Paul Gigot, Kim Strassel y Bill McGurn reflexionan sobre las políticas de Joe Biden o las leyes más controvertidas que se aprueban en Estados Unidos. La última, la nueva ley de voto de Georgia. Aquella que 'suprime' o limita, según los demócratas, el voto de las minorías. La visión de los republicanos es otra: ellos dicen que la ley mejora los estándares al poner más baches al fraude. Estos tres columnistas estructuran con datos su visión conservadora, sin caer en el histrionismo de Fox News o de los locutores de extrema derecha.

Leer o escuchar a estos autores, y a muchos otros que se han quedado fuera, se asemeja a abrir las ventanas de una casa que lleva cerrada todo el año. Lo que dicen no es necesariamente más acertado o más válido que lo que ofrecen otras firmas conocidas, pero ayuda a darle profundidad y relieve a la postal de EEUU.

Este blog nació como un ejercicio: una herramienta para poner en cuestión las narrativas dominantes de Estados Unidos; tan dominantes que no nos damos ni cuenta de que nos dominan. Están ahí, como el aire, como el agua corriente. Tan extendidas que se confunden con el estado natural de las cosas. Con esta idea, cada semana elegimos un tema y aportamos la versión que suele faltar en los grandes medios de masas. No es que estos medios sean unos corruptos y unos mentirosos. No lo son. Simplemente tienen su visión, su marcado sesgo progresista. En la edición de hoy, acudimos directamente a las fuentes de las otras perspectivas, los otros sesgos. A los autores que presentan un relato alternativo al que estamos habituados.

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