Es noticia
De bulo en bulo hasta la derrota final
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

De bulo en bulo hasta la derrota final

El polarizador acaba creyéndose sus propias mentiras y vive en un mundo de fragilidad que siempre se frustra

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juanjo Martín)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juanjo Martín)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Los estrategas de la polarización nunca han contemplado los efectos secundarios de su constante agitación. Los ‘agujeros negros’ que existen, como podríamos denominarlos. Puntos de vacío en los que los propagadores de bulos se distancian de la realidad y comienzan a vivir en el mundo de mentiras que ellos mismos han construido. “Su mente se deslizó por el laberíntico mundo del ‘doble pensar’. Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica”, como escribió George Orwell en su famosa distopía. Pues en ese ‘doble pensar’, para el que la mente humana no está capacitada sin acabar disparatando, el agente polarizador atraviesa una etapa crítica en la que él mismo es el que se engaña sin saberlo. El submundo que ha creado acaba pareciéndole real, de tanto como se ha repetido las mentiras para convencerse, incluso para satisfacerse o para consolarse.

Pero la realidad siempre llega en una democracia. Se aparece una mañana con la forma de una investigación policial, de una sentencia o de una noticia de prensa. El polarizador quizá repare entonces que vive en un mundo de fragilidad que ha acabado frustrándose. Sucede una mañana como la de ayer, pongamos, en la que un auto judicial asegura que los presuntos delitos que ha cometido el fiscal general del Estado, a instancias del presidente del Gobierno que lo nombró, están “sólidamente apuntalados”. No hay una expresión más gráfica para mostrar la solidez de la verdad frente a la manipulación de lo sucedido. Por eso, esas estrategias de defensa consiguen la polarización, claro, piensan incluso que se ha creado una versión consistente, pero van de bulo en bulo hasta la derrota final porque no existe lógica contra la lógica.

La lógica de lo sucedido, de aquello que podemos constatar, con un simple ejercicio de abstracción del momento, de la polvareda que se levanta a cada paso. Es muy interesante que nos situemos en lo que ocurría en España hace solo un año, justo un año, a mitad de enero de 2024. En la crónica diaria ni existía Koldo García Izaguirre, ni Víctor de Aldama, ni Begoña Gómez ni González Amador. Faltaba todavía más de un mes para que esos nombres fueran apareciendo en ese orden. Primero supimos de la existencia de Koldo, cuando la Guardia Civil lo detuvo, como cabecilla de una presunta trama de corrupción en el Ministerio de Fomento. Víctor de Aldama hacía de “nexo corruptor” y la sorpresa mayor fue comprobar, a través de El Confidencial, que la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, de la que nada sabíamos sobre su actividad profesional, se había reunido en varias ocasiones con él.

Esa información es la que lo cambia todo, la que lleva a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y líder del PSOE, a iniciar una campaña descomunal en dos direcciones: contra el medio de comunicación que ha sacado a relucir el nombre de su esposa y contra el principal partido de la oposición. Con lo primero, se intentaba acallar al medio de comunicación y ofrecer a todos un mensaje claro de advertencia. Con el Partido Popular, el objetivo es distinto, se trataba de buscar un escándalo paralelo para contraponerlo a las acusaciones contra Begoña Gómez.

Foto: Sánchez, en el Comité Federal del PSOE. (EFE/Juanjo Martín)

Las presiones que recibió El Confidencial, en tromba, las conocen los suscriptores de este periódico porque se fueron contando. Esto de Nacho Cardero, por ejemplo: “En un país donde prolifera más la autocensura que la censura, es decir, el miedo al qué dirán, a que te veten en los viajes oficiales o te cierren el grifo de la publicidad pública, las informaciones de los últimos días en prensa parecen un acto de liberación. Nos amenazaron. Nos llamaron mentirosos. Nos lanzaron a los perros. Lo seguirán haciendo. No nos quejamos. Nunca lo hacemos. Aquí estamos”. Es muy llamativo comprobar la fecha de ese artículo del director de El Confidencial, el 5 de marzo de 2024; es decir, ese nivel de agresividad ya se había desatado cuando todavía ni siquiera se había interpuesto una querella contra Begoña Gómez. Para eso faltaban varias semanas y, cuando se produjo y el juez la admitió a trámite, el presidente amagó con su dimisión. También se recordará ese episodio

Este periódico mantuvo esa misma línea de reafirmación en varios editoriales y, como se escribió aquí mismo, siempre con la perplejidad de que el Gobierno estuviera convirtiendo en sospechas lo que inicialmente sólo eran preguntas. La versión oficial de aquellos días, que aún siguen repitiendo, fue la de pronosticar que el asunto se archivaría rápidamente. “No hay caso, sólo hay fango. Es un enorme bulo que lo único que quiere es hacer daño a mi esposa y, en este caso, a mí”, como ha repetido tantas veces el presidente y los suyos, ministros, cuadros y replicantes varios.

Foto: Ilustración: EC Diseño. Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Begoña Gómez o cuando rectificar es confirmar
El Confidencial

Para hacer creíble esa campaña del “no hay caso”, era imprescindible encontrar de forma paralela ‘un caso’, un escándalo que afectara al adversario político que se pudiera contraponer para acallar el primero. Se lanzan dos ofensivas, en paralelo. Una de ellas, contra la mujer del presidente del PP, Núñez Feijóo, se desvanece nada más aparecer porque resulta ser falsa. Pero la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, lo lanzó desde su escaño del Congreso: “La Xunta de Galicia dio una ayuda de más de 100.000 euros a una empresa en la que trabajaba su mujer”. La que sí prospera es la del novio de Díaz Ayuso que, como se decía antes, a principios del año pasado nadie sabía ni siquiera cómo se llamaba ni, si acaso, la presidenta de la Comunidad de Madrid tenía una pareja.

Detengámonos otra vez en el vértigo de las fechas, que de ahí se desprende los nervios del Gobierno: 21 de febrero detención del caso Koldo; 29 de febrero, El Confidencial relaciona a Begoña Gómez con Víctor de Aldama; 13 de marzo, el fiscal general del Estado se moviliza, un martes a las diez de la noche, para conseguir todos los detalles del fraude fiscal del novio de Díaz Ayuso. De los miles de procedimientos de la Agencia Tributaria por estafas, embargos, impagos y reclamaciones, al fiscal general del Estado –¡nada menos que al fiscal general del Estado!-, le urge tener en su mano los datos concretos de un tipo que le debe 350.951 euros a Hacienda. Hay pleitos de millones de euros, pero a García Ortiz, esa noche de marzo, sólo le interesa este, “con unas prisas por parte del fiscal general del Estado en recoger una determinada información, tantas, que no puede esperar a la mañana siguiente”, como dice el juez en su último auto.

En fin, como se ha apuntado otras veces, pasará el tiempo y la única pregunta que nos haremos, sea cual sea la resolución final de todo esto, es qué les ocurrió a tanta gente para lanzarse, como posesos, a una carrera disparatada de bulos para fabricar una mentira que le sirviera de consuelo a una sola persona.

Los estrategas de la polarización nunca han contemplado los efectos secundarios de su constante agitación. Los ‘agujeros negros’ que existen, como podríamos denominarlos. Puntos de vacío en los que los propagadores de bulos se distancian de la realidad y comienzan a vivir en el mundo de mentiras que ellos mismos han construido. “Su mente se deslizó por el laberíntico mundo del ‘doble pensar’. Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica”, como escribió George Orwell en su famosa distopía. Pues en ese ‘doble pensar’, para el que la mente humana no está capacitada sin acabar disparatando, el agente polarizador atraviesa una etapa crítica en la que él mismo es el que se engaña sin saberlo. El submundo que ha creado acaba pareciéndole real, de tanto como se ha repetido las mentiras para convencerse, incluso para satisfacerse o para consolarse.

Pedro Sánchez
El redactor recomienda