Es noticia
¿Es Núñez Feijóo un bluf?
  1. España
  2. No es no
Rubén Amón

No es no

Por

¿Es Núñez Feijóo un bluf?

Así lo describe la propaganda sanchista y lo apoyan algunas encuestas, de tal manera que el líder gallego necesita eludir la estrategia contemplativa

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Feijóo no habla inglés. He aquí el obstáculo profesional que la propaganda monclovense y los rapsodas cualificados le han improvisado al líder gallego para desautorizar su candidatura. Ya había utilizado Sánchez la etiqueta de la ineptitud en el primer debate del Senado, pero la consigna denigratoria necesita reanimarse con argumentos estrafalarios. De ahí proviene la degradación provinciana de Feijóo. Y las limitaciones que plantearía la ignorancia del idioma hegemónico… antes de que prevalezca el chino.

* Si no ves correctamente este formulario, haz click aquí

Hablar en inglés es la cosa más importante de las cosas menos importantes. Dominarlo permite manejarse con soltura en las cumbres, aprovechar los corrillos, pero no puede considerarse un criterio excluyente ni descalificante. Menos aún cuando la hermosura física y cualificación políglota de Sánchez enmascaran las fragilidades de un jefe de Gobierno que no domina el español —la eterna confusión del infinitivo con el imperativo— y que ha leído muy poco. No tenemos un estadista a los mandos, desgraciadamente.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Mariscal) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Feijóo, contra el espejo de la lechuga
Marta García Aller

¿Lo sería Feijóo? La campaña de descrédito que él mismo ha suscrito fingiendo quien no esla portada de Esquire, la impostura moderna, los deslices marianistas de sus discursos ininteligibles— expone las virtudes y los puntos débiles del aspirante. Tiene razones Sánchez para temer al expresidente de la Xunta mucho más de cuanto suponía Casado, fundamentalmente porque la seriedad de Feijóo y su perfil moderado repercuten en los votantes del PSOE que no soportan a Sánchez.

Casado era invotable. El conservadurismo y el incienso eclesiástico tanto contradecían la adhesión del votante socialdemócrata como repelían al partidario liberal de Ciudadanos. Y es verdad que Feijóo deambula sin exponer ni exponerse en varios de los grandes debates —aborto, pensionistas, pacto de rentas…—, pero su prestigio representa un problema para las opciones de Sánchez. Y urge una estrategia de demolición.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

¿Es Feijóo un inepto, un bluf, un candidato fallido? La pregunta todavía reviste una respuesta negativa, pero también plantea las dudas que ha suscitado el fenómeno Feijóo, justifica la aparición del fantasma de Ayuso y explica el retroceso de las encuestas recientes. El Confidencial publicaba este miércoles el recorte del PSOE, hasta el extremo de otorgarle a Sánchez los números necesarios de la investidura. Perdería el duelo con el PP (122-103 en número de escaños), pero conseguiría gobernar gracias a la estabilidad que le conceden los partidos nacionalistas.

Es la razón por la que Sánchez necesita cortejarlos. Y el motivo por el que la negociación de los presupuestos ha degenerado en una timba. Lo demuestra la reforma del delito de sedición, como si el Código Penal pudiera subastarse. Y lo prueba la satisfacción con que el PNV presume de haber logrado que Euskadi pueda inscribirse en algunas competiciones deportivas internacionales. La pelota y el surf predisponen la ambición del fútbol.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Fernando Alvarado) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Las fragilidades de Feijóo
Javier Caraballo

La sumisión al soberanismo deteriora la credibilidad del presidente, perjudica sus intereses electorales y nos recuerda el peligro de su proyecto político. Feijóo tiene la responsabilidad de neutralizarlo, pero la manera de hacerlo no puede consistir en la mera pasividad ni en las estrategias especulativas. La capacidad adaptativa del sanchismo ha demostrado la oportunidad y la urgencia de una alternativa sólida. Feijóo no solo tiene que explicar las razones ajenas para evacuar a Sánchez. Necesita exponer los motivos por los que conviene votarlo a él. En caso contrario, las elecciones podrían restringirse a un plebiscito sobre Sánchez, un referéndum personal al que Feijóo asistiría como un actor secundario, una comparsa.

Sánchez confía en la recuperación económica y en el estado de amnesia de los ciudadanos

Sánchez confía en la recuperación económica y en el estado de amnesia de los ciudadanos. Es una obscenidad el mercadeo con que se liquidan los presupuestos, pero las imposturas del presidente han explorado el umbral del dolor y se aceptan con indulgencia, como si fueran inocuas. Y como si resultara preferible la certeza del sanchismo a la incertidumbre de Feijóo.

El problema del PS consiste en la adversidad del ciclo. La inercia negativa de las elecciones autonómicas podría acelerarse en los comicios regionales de primavera. Están demasiado cerca como para que Sánchez pueda aferrarse a la reanimación de los hogares. Y podrían servirle a Feijóo de augurio providencial, aunque se diría que la estrategia de Génova 13 consiste en esperar que Sánchez se consuma en la bilis y la aversión de sus compatriotas, revalidando así el principio taoísta —y marianista— de la creatividad pasiva: que los hechos se manifiesten por sí solos.

Feijóo no habla inglés. He aquí el obstáculo profesional que la propaganda monclovense y los rapsodas cualificados le han improvisado al líder gallego para desautorizar su candidatura. Ya había utilizado Sánchez la etiqueta de la ineptitud en el primer debate del Senado, pero la consigna denigratoria necesita reanimarse con argumentos estrafalarios. De ahí proviene la degradación provinciana de Feijóo. Y las limitaciones que plantearía la ignorancia del idioma hegemónico… antes de que prevalezca el chino.

Alberto Núñez Feijóo
El redactor recomienda