Lo que hemos aprendido del cierre de Russia Today sobre los seudomedios

El Reglamento del Consejo 2022/350 de la Unión Europea, aprobado el 1 de marzo de 2022, prohibió las actividades de difusión de los canales rusos Russia Today (RT) y Sputnik. Esta decisión sin precedentes se basó en la desinformación y las narrativas hostiles promovidas por estos medios durante la invasión rusa de Ucrania. La normativa conminaba a plataformas de streaming, video y entidades de radiodifusión o cable a suspender las emisiones de estos canales.

La cuestión de fondo era y es, si cabe, el cierre de un portal o seudomedio en el sistema de libertades informativas de Europa. Hay dudas (razonables), si bien en este caso ha pesado mucho otro elemento, que la propaganda de la guerra es un límite a estas libertades.

Según el artículo 20.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, "toda propaganda en favor de la guerra estará prohibida por la ley". Naciones Unidas siempre ha interpretado esto como aplicable no solo a la incitación a una guerra futura, sino también a las declaraciones en favor de una guerra en curso contraria al derecho internacional, especialmente si provienen de un medio controlado por el Estado agresor.

En respuesta a la medida europea, el presidente ruso Vladímir Putin promulgó una ley el 14 de julio de 2022 que permite cerrar corresponsalías y revocar acreditaciones a periodistas extranjeros. Ojo por ojo: la ley permite a las autoridades rusas reaccionar rápidamente y dar una respuesta simétrica a las acciones hostiles contra medios rusos en el extranjero.

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Ciertamente, esto no lo hacemos desde el mundo occidental, pues nos duelen mucho esas medidas de censura o cierre, que han sido muy excepcionales. Solo se recuerda otro caso de cierre del canal de RT que emitía en alemán en YouTube por desinformación relativa al covid-19 en septiembre de 2021.

Se plantean a veces en debates acalorados (polarizados) medidas de control o incluso de cierre o retirada del carnet de periodista (que no es de por sí obligatorio) u otras medidas para frenar o contrarrestar la desinformación en España. La cuestión que de verdad se ha planteado con RT es bien distinta. La "guerra de desinformación" rusa en Ucrania es guerra de verdad, acompañada de acciones desinformativas (bulos, propaganda y noticias falsas, vídeos sintéticos, etc.).

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En este contexto, nos planteábamos desde la academia la pregunta de si la prohibición de distribuir contenidos o cerrar portales informativos es compatible con el derecho a la información y la libertad de prensa, tal y como hemos estudiado recientemente.

Criterios éticos y periodísticos

Catalogar o categorizar es complicado pues muchos se sienten señalados, pero indudablemente eso es necesario cuando se trata de definir cualquier realidad. En nuestro caso, para analizar adecuadamente esta cuestión, examinamos RT y Sputnik para categorizarlos como seudomedios o panfletos aplicando a estos dos “medios estatales rusos” la metodología de análisis sobre narrativas que venimos desarrollando en el Observatorio Complutense de la Desinformación desde 2020.

En concreto, aplicamos hasta siete criterios y rutinas periodísticos (véase el cuadro adjunto) a más de 80 páginas web y medios digitales, cubriendo campañas de desinformación durante eventos como el referéndum ilegal de Cataluña, el Brexit, el covid-19 y varios procesos electorales recientes. Bastantes de estos no cumplían un mínimo de tres rutinas.

El concepto de seudomedio es más completo que el de "medios alternativos" porque los seudomedios imitan a los medios convencionales mientras infringen las normas periodísticas. Estos, además, como ha estudiado Dolors Palau, explotan el modelo publicitario, basado en la economía de la atención del ecosistema digital sin atender a criterios periodísticos de calidad, éticos o de otro tipo.

El análisis periodístico -no solo de RT- nos ha permitido clasificar los medios en tres categorías: medios profesionales (sea su origen digital o no) o, simplemente, medios; seudomedios y panfletos.

Los medios cumplen mayoritariamente con criterios de verificación, separación de información y opinión, actualización diaria, autoría conocida y dirección editorial responsable.

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Los seudomedios carecen de estas cualificaciones o calidad.

Y en cambio, los panfletos son escritos o piezas de carácter agresivo y controvertido, como lo eran las cuartillas que las avionetas tiraban sobre las ciudades para buscar un posicionamiento en los destinatarios.

Concluimos, junto con expertos en redes sociales y partiendo de estudios previos de Fresno y Manfredi, que hay 47 seudomedios y 15 panfletos operativos en España desde 2020.

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Los criterios de análisis incluyeron la monitorización de varios meses de los sitios o portales y canales de vídeo, la verificación de información, la comprobación de la autoría de las noticias, así como la actualización de la información y la identificación del editor o director.

El estudio también abordó los contenidos y narrativas de desinformación en seudomedios y panfletos, destacando la presencia de rumores, bulos intencionados, campañas falsas y propaganda maliciosa, también atendiendo a la tipología de los llamados FIMI -siglas en inglés para Manipulaciones e Interferencias de Información Extranjera-, categoría en la que caben todos los fenómenos descritos anteriormente. Si, además, provienen de agentes extranjeros, se consideran tácticas graves organizadas estratégicamente con intención de dividir, distraer, desalentar, descartar y dañar.

Más periodismo y vuelta a los principios

Lejos de respuestas regulatorias precipitadas, la solución es el periodismo, donde la verificación es clave, tanto en su vertiente subjetiva (veracidad del periodista) como en la objetiva (objetividad).

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Pero, ¿tienen los seudomedios libertad de expresión? Sí. Los panfletos ¿pueden existir? También. Pero no les protegen los principios de veracidad y el interés público que han destacado siempre los tribunales. Se sirve a los lectores, no a los gobernantes.

La falsedad (en sus distintas facetas), al igual que la mentira o el error culpable, puede considerarse parte del derecho a la libertad ideológica y no se puede prohibir.

Las preguntas que nos hicimos se centraron en si las falsas narrativas o la propaganda maliciosa forman parte o no del derecho a la libre información y si el sistema de derechos europeo acepta que, aunque incumplan con los estándares éticos de información veraz, estos medios sigan teniendo libertad de expresión.

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También trabajamos en cómo clasificar los seudomedios en el ecosistema informativo y qué principios deben exigirse para la "información fiable y precisa" en relación con la ética periodística.

El estudio reveló que muchos seudomedios imitan las formas y estilos de los medios tradicionales, pero infringen las convenciones periodísticas, mezclando información, comentarios e ideología, inventando noticias o modificando elementos esenciales de las mismas. La falta de transparencia y la ausencia de normas éticas y profesionales son características comunes de estos seudomedios.

Un ejemplo notable es RT, cuya línea editorial durante la campaña del Brexit resumía así la editora: “Le pregunté a mi editor cuál es la línea de RT para este Brexit, y me dijo: Cualquier cosa que cause caos es la línea de RT”.

*El estudio completo en Corredoira, L., La prohibición de la distribución de contenidos y el cierre de portales o “pseudomedios” desde la óptica del derecho a la información. Las garantías previstas en la DSA y la Jurisprudencia europea en el caso RT y Sputnik, en Moretón, A., Cetina, R., El nuevo Reglamento de Servicios Digitales de la Unión Europea: nuevo paradigma regulatorio y garantías frente a los desórdenes informativos, Thomson-Aranzadi, 2024. Eds. Arancha Moretón (U. Valladolid) y Rodrigo Cetina (U. Pompeu Fabra). Pg. 184-217.